N o v e n t a i c i n c o

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Melissa

Pablo y Casilda miran atónitos a la mujer que tienen frente a ellos. Es un poco más baja que Pablo, con rasgos muy parecidos a él. Cabello corto y rubio. Mi piernas tiemblan cuando mi análisis inicial resuelve que ella es la madre de mi novio.

Ahora soy yo quien les mira aterrada.

—Pablo, Casilda, exijo una explicación ¿Quién es esta mujer y qué rayos está pasando aquí?

—Madre, es mejor que por ahora nos dejes a solas —responde Casilda.

—No, Claudia se acaba de ir y no entiendo por qué. Esta mujer está en la habitación de Pablo y tú estás a punto de conversar con ella ¿Cuál es el miedo que tienes Pablo? ¿Quién es ella?

La tensión es palpable. Se ve que la familia conoce muy bien a Claudia, me preguntó si ahora que ha vuelto harán todo lo posible para alejarme de él. Creo que he visto mucho culebrones.

—A ver, Pablo —recrimina su hermana— dile a mamá, ten el valor.

—¿Qué quieres que le diga, hermana? ¿Acaso no te gusta mi novia? —reclama. La madre se sorprende y su mirada áspera cambia a una amable; se acerca a mí.

Mientras los hermanos siguen enfrascados en dimes y diretes, la señora se pone enfrente mío.

—¿Cómo te llamas?

—Melissa López —respondo tímida.

—Mucho gusto, soy Elena. Tienes unos ojos preciosos —me sonrojo.

—Gracias —sonríe—. Lamento el alboroto que se está causando por mí...

—Ellos son así, a veces cuando no se ponen de acuerdo en algo, o Casilda cree que no está actuando bien, empiezan a discutir así.

—Lo quiere mucho —murmuro.

—Por supuesto, son inseparables, aunque tengan ratos como estos ¿En qué momento llegaste? Cuando entramos, no había nadie.

Mi corazón paró su ritmo por unos microsegundos y luego retomó con fuerza. Mi rostro se enciende de vergüenza.

—Pues, madre, Pablo la tenía en la habitación —la fulmina con la mirada— así que entenderás lo que estaban haciendo aquí.

—¿No eres de Málaga?

—No, soy de Almería, pero trabajo para su hijo en Madrid.

—Casi, son jóvenes, tienen tiempo sin verse.

—Pero el viaje a México.

—El viaje que hayan tenido, seguro tuvieron menos tiempo juntos del que parece. Además, me siento contenta de que Pablo tenga a alguien en su vida.

—Mamá...

—Tienes que tomarte un café conmigo, hay mucho de que hablar Pablo Moreno. Ahora dejémoslos solos.

—¡Mamá!

—Vamos Casilda y, Pablo... en diez minutos te quiero en la cocina —ambos nos quedamos en shock mientras las mujeres se retiran de la habitación

Vaya intuición... ¿Qué come que adivina?


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