V e i n t i c u a t r o

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Melissa

Camino junto a él hasta llegar a una cómoda cafetería situada a unos metros de nosotros. Entramos y buscamos un sitio lejos de la ventana. El olor del café se impregna en todo el local. Panecillos y galletitas acompañan al café recién hecho que ofrecen.

Pablo se muestra caballeroso y me cede el asiento, muy amablemente acepto. Él se hace lo mismo y yo me detengo a mirar a la gente que platica armoniosamente. Sonrisas de una hombre y una mujer frente a nosotros, se toman de la mano y él besa sus nudillos. Resoplo.

—¿Quieres una pareja así? —me sobresalto.

—Pues...

—Los ves con demasiada ternura y cierto toque de envidia —observa como si tratara de descifrar mis gestos, para tener más argumentos a favor.

—De todas formas... eso no te importa.

—Por supuesto que sí —pone su cabeza sobre las manos— me interesa mucho.

—No debería —replico— no te preocupes... no recuerdo lo que pasamos esa noche así que no diré si eras bueno o no en la cama.

Acerca peligrosamente su rostro a mío y toma mi mano, repite la acción que hizo aquella pareja.

—Con gusto puedo darte una clase demostrativa. Así puedes comprobar mi experiencia en la cama —siento el corazón golpear contra mi pecho y la respiración se agita tanto que me cuesta respirar.

—¡Eres un....!

—A ti te permito que me digas como quieras —susurra—. Con que me dejes mirar tus ojos todos los días.

No hagas eso Pablo.

—Pablo...

—Soy un tonto ¿Sabes? Me han roto el corazón, he sido un caballero y no funciona. Soy un cretino y tampoco. No entiendo a las mujeres.

Me enternce su frustración. Me acerco aún más quedando nuestras respiraciones chocarse.

—Es que no hay que entenderlas... —tomo en mis manos su barbilla y lo pego a mis labios— sólo amarlas.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora