N o v e n t a i u n o

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Pablo

Después de un rato de risas (y besos) en la cocina, subimos a mi habitación. Aunque mis ganas de tenerla entre mis brazos son demasiadas, también estoy loco por enseñarle Málaga y mis rincones favoritos.

—Sabes, hay muchas playas privadas —comento como la gran cosa mientras ella se acerca a la cama.

—¿Qué estás insinuando, Pablo Moreno?

—Nada, sólo te estoy diciendo los atractivos de mi tierra —se acerca a mí y poco a poco desabrocha los botones de la camiseta.

—Mmm... y yo que ahora tengo ganas de dormirme en ti —deja la blusa a medio descolocar.

Creo que mi Melissa es la mejor negociante que he conocido, pues hace que me olvide sobre la idea de salir a pasear y me pierda entre la sábanas con ella.

[...]

Duerme profundamente entre mis brazos, mientras acaricio su cabello. No tenía esa sensación de paz desde hace mucho tiempo, a pesar de que estaba con Natalia.

—¿En qué piensas? —susurra.

—¿Te desperté, cariño? —responde que no— bueno, pensaba en lo bien que me siento cuando estoy contigo, en lo feliz que me haces y en la estampida que siento en mi estómago cuando te veo.

—¿No son mariposas? —me río y ella me acaricia el pecho.

—No, es mucho más que eso y la única forma que tengo para describirlo es como si fuera una estampida. Gracias por amarme.

—La que debe darte las gracias soy yo, a pesar de mis berrinches, de mis celos, de mis inseguridades, sigues aquí. Por eso y más agradezco que me ames.

—Es que es un placer amarte —beso su frente y ella hace lo mismo con mi pecho.

Melissa

Y todo lo que ha empezado, tiene que terminar.

De pronto suena la puerta de la habitación, siento el corazón detenerse y luego bombear con más fuerza.

—¿Pablo? —dice una mujer— ¿Hermano estás ahí? Acabamos de llegar y una mujer está esperando en la entrada de la casa. Dice que quiere hablar contigo.

—¡Mierda! —masculla mi chico—no digas nada, mi amor.

—¿Pablo? —insiste y se escucha otra voz— creo que se durmió mamá. Ya sabes que a veces es como una marmota.

—Cariño...

—Deja que piensen que he dormido.

—Yo creo que es mejor que entremos, a lo mejor y ni siquiera está.

¡Ay madre mía!

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora