C i e n t o d i e c i s i e t e

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Madrid

Pablo

Apenas había pasado una semana y no soportaba estar sin Melissa. Todo es tan raro sin que ella esté junto a mí. Mi familia notaba eso, a pesar de que estaba con mi perro, mis sobrinas y mis padres, no me sentía completo. Así que, mi hermano y yo, decidimos adelantar el viaje.

—Seguro que a ella le encantará la sorpresa. Aunque también me impacta el que ya estén viviendo juntos —comenta Salva.

—Lo decidimos mientras estábamos en Miami. De todas maneras, solo tenemos un par de días porque luego fuimos a Almería.

—Claro el desastre con los suegros. Supongo que ahora tendré que alojarme en un hotel. No quiero invadir su privacidad —ríe.

—Cuando lleguemos a la oficina, le pido a Mel las llaves de su viejo departamento. Mientras dejas tus cosas en mi casa.

—Me parece perfecto.

Veo la hora y me doy cuenta de que es hora del almuerzo, supongo que ha salido a comer. Sin saber qué hacer (pues ya habíamos almorzado en casa), Salva y yo nos vamos a las oficinas.

Nos encontramos con Mariola, así nos vamos a su oficina a platicar un rato.

—Pues ya contratamos a un nuevo jefe de marketing, cuando regrese de comer te lo presento. Desde el primer momento se llevó bien con el equipo, incluso con Melissa.

—Ya... al menos Mauricio ya se fue, era buen elemento, lástima su historial.

—Sí... de todas maneras, creo que Óscar va a ser un buen sustituto.

Escucho risas y reconozco una de ellas, es Meli. Me pongo en pie y salgo de la oficina. Pero me encuentro con algo que... me desconcierta.

Mi novia está charlando muy amigablemente, a mi gusto, con un chico que no había visto. Él le toma la mano y la besa. Mi rostro se endurece y carraspeo.

—¿Interrumpo? —pregunto con sarcasmo, ella aleja su mano de inmediato. Mientras, Mariola se acerca.

—¡Oh! Pablo, él es el chico de quién te comentaba, se llama Óscar Almeida.

Trato de sonreír, pero creo que no lo logro al cien por ciento. Extiendo mi mano para saludarlo.

—Mucho gusto, soy Pablo Moreno y ya veo que conoces a mi asistente —saludo haciendo énfasis en el mi.

—Claro, ya tengo el placer de conocerla. Seguro que haremos un gran equipo.

Estrechamos manos con una fuerza que parece que nos vamos a quebrar los dedos. Maldición, otro que desea a mi novia y lo peor es que no puedo decirle que es mía.

Me estoy muriendo de los malditos celos.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora