C i e n t o t r é s

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Pablo

El rostro de mi hermana era digna de una fotografía, está entre furiosa y sorprendida. Admito que la manera en la que se ha enterado no es la mejor, sin embargo, pienso que esto no es grave; hay artistas que se han casado con sus mánagers, relacionistas, o algo por el estilo. Se está comportando como una auténtica malcriada y esto está al borde de rebasar mi paciencia.

—¿Qué significa eso de "trabajamos juntos"? —reclama. Me pongo en pie, Mel me mira temerosa, trato de calmarla mirándola cariñosamente. Cuento hasta diez en mi mente para no producir un escándalo, me acerco a mi hermana.

—Exactamente eso, resulta que trabajamos juntos... —respiro profundamente— será mejor que hablemos a solas.

Melissa

Pablo y Casilda se van de la sala hacia, lo que creo, es el estudio y los nervios aumentan en mí. En cierta manera su protección, pero esto se está tornando algo enfermizo. El resto de la familia había reaccionado favorablemente al hecho de que trabajamos juntos.

Es la primera vez que el miedo se apodera de mí. Ella es de las personas en las que más confía y temo que, con las palabras suficientes y con un gran poder de convencimiento, ella interfiera entre nosotros.

—No creo que debas preocuparte demasiado por lo que pase en este momento —dice Elena quien de un momento a otro se acercó a mí sin percatarme—. Él te quiere mucho, cuando habla de ti, sus ojos se iluminan y sonríe. Eres especial para él. Sólo quiere que todas las mujeres de su vida se lleven bien.

—¿Y si prefiere que él regrese con...?

—¿Después de lo que pasó? —pregunta y yo me alarmo— sé la historia y me duele mucho que él haya sufrido por ello solo. Pero me alegra al menos que estuviste a su lado y lo sacaste adelante, además... lo cuidas mucho si lo vemos por el lado del trabajo. Lo único que necesita mi hija es escuchar la versión de los hechos por parte de Pablo. Tal vez conocerte un poco más y entender que tú eres lo mejor para mi hijo.

Sonrío nerviosamente; trato de buscar la calma en sus palabras. Me sorprende el grado de confianza que hay entre madre e hijo, además de que haya comprendido nuestra historia. Las madres quieren lo mejor para que sus hijos sean felices, aunque algunas veces con sus actitudes parezca lo contrario.

Y de pronto, como si fuera un bálsamo, recuerdo a Pablo. Con sus sonrisas, sus besos y abrazos, diciendo que soy lo más importante para él y que no dejaría que nadie se entrometiera entre nosotros.

Estamos bien juntos así que... ¿Qué importa lo que digan los demás?

—Tiene razón, Elena. Le juro que haré feliz a su hijo.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora