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Era como si todo en el mundo ahora estuviera golpeándola. Su piel estaba siendo marcada de una manera inexplicable, de una manera en la que ni ella pudo imaginar una vez en su vida...y el sexto hombre era el principal rondador en su mente desde que todo esto en aquella noche había empezado.

El quinto le abrió las piernas escuchando el crujido de sus huesos sobre el suelo ya marcado de sudor, dolor y sexo.

Ella intentó levantarse pero para su sorpresa, el sexto hombre se acercó a ella, tomándola de su rostro y luego de sus brazos, levantándola para el cuarto y quinto le colocaran su ropa interior y su falda una vez que el sexto la levantó, pasando para el que tercero y segundo le pusieran su sostén y su blusa, mientras el sexto seguía sosteniéndola entre sus brazos, mientras el primero llegaba a colocarle sus calcetas y zapatos y cuando ya el sexto vio que acabaron, él se encargó de abrochar su falta en su estrecha cintura, abrochar los botones de su blusa en su pequeño y marcado cuerpo.

El sexto le acomodó el cabello por detrás de las orejas y la tomó de una de sus manos cuando la liberó del vendaje, sacándola de aquella casa y llevándola a un lugar donde los otros cinco no llegarían por misma orden de este.

Los pasos que daba la chica no eran ni cerca las zancadas que daba el chico que parecía como si todo se fuera a ir si no se apresurara.

Habían doblado a la derecha...

Siguieron recto...

Derecha...

Izquierda y derecha...

Recto y a la derecha...

La calle desolada, como si fueran los últimos en el mundo...

La chica tiraba de él para no seguir el camino, pero le era inútil, se resbalaría y dolería aún más de lo que creía entonces...

-Déjame...por favor, déjame, no voy a decir nada ¡Ah!

Pero para su sorpresa, el hombre la estrelló contra la pared de un callejón, estampando sus labios contra los de ella de una forma muy dudosa, pero ella se alejó de cara, no quería que la tocara, le dolía todo.

La tomó de su cabello haciendo que ella alzara la mirada para que la viera...

-¿Crees que aunque no digas nada voy a perderme esta oportunidad de disfrutarte solo para mí?

-No, no, por favor.

-Ven aquí –le dijo jalándola a otra pared, muy cerca de la sombra y la noche de aquel momento.

-¡Ah!

Aquel hombre comenzó a levantarle la blusa a la chica muy lentamente, sintiendo su temblor bajo su roce, pensando en una y cientos de formas para tenerla con él, para estar dentro de ella de una vez por todas.

Vio sus labios, su cabello enmarañado, su mejilla lastimada por él mismo y no se resistió a más.

-No, por favor, por favor –cerró ella sus ojos poniendo fuerza sobre sus pies para no moverse, ni por dolor, ni porque aquel hombre la estuviera jaloneando.

-Mírame, mírame, justo ahora me perteneces a mí, eres mía y vas hacer lo que yo te diga quieras o no hacerlo, lo que acabas de pasar es tan solo el principio, cariño, no sabes ni qué vendrá ahora para ti.

La jaló doblándole el pie hacia la nueva casa vieja donde la encerró con el mismo, subiendo las gradas directamente al segundo nivel, donde en la habitación que era la lanzó a la cama, golpeándole la cabeza con un mueble que estaba ahí, provocando que esto le impidiera salir o huir a alguna parte.

Se sentó en la cama, tocando la sangre de su cabeza en sus manos. Pero fue cuando el hombre le apareció por de frente, sentándose sobre ella arrancando sus botones, dejando tal vez solo uno u otro.

Las quejas y las manos de la chica iban de aquí a allá mientras él alcanzaba algo de la mesita, como si ya todo estuviera planeado.

Tomó una botella de agua con un extraño color, abriéndola, puso una pastilla en la boca de la chica y la hizo tomársela, mojándole el cuello y parte de la blusa, ahogándola.

La chica no dejaba de toser mientras aquel hombre se quitaba su sudadera y su cinturón, viendo a la chica revolverse en la cama, intentado irse por el otro lado de esta sin mucho éxito cuando el hombre la tomó de sus piernas de regreso a donde estaba desde un principio.

El hombre volvió a estampar sus labios contra los de ella, sintiendo sus suaves labios deslizar sobre los de ella quien comenzaba a ver todo borroso y no sentir nada, nada en verdad. La lengua de aquel hombre se apoderó de la boca de la chica, mientras ella comenzaba a ver cómo todas sus posibilidades de salir corriendo, se le iban de las manos...

...

Se quedó viendo su reflejo en el espejo mientras cepillaba sus dientes sin dejarse de ver en el espero y preguntarse varias cosas, mientras su soledad la acompañaba mientras tanto, ya que parecía que ni ella quería estar presente con la chica.

Se apresuró a hacerlo y se tomó el cabello en una cola de caballo y se fue directo a la cama, pensando en esa chica...

Luna, Luna, el nombre de la chica nueva era Luna, aquella a la que parecían no poder quitarle el ojo de encima, ni los mismos profesores que le hacían un gesto grato cuando se presentaba y deslumbraba con aquella sonrisa suya. Las chicas viendo su cabello, preguntando si sus labios eran naturales, los cuales eran, preguntando una y otra cosa que solo entre chicas se preguntarían.

Cassie la tomó como si fuera una clase de amenaza, una de la cual quería zafarse cuanto antes.

¿Pero por qué? Ella no le ha hecho nada...hasta la fecha, no le ha hecho nada de nada.

Miró hacia la ventana, topándose con esa dichosa luna flotante...preguntándose también por el chico, aquel que la tenía despierta mucho tiempo...


...

Corto, lo sé, pero he tenido tareas...

Voten y comenten desesperadamente...

...

..

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