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Justo cuando cerró la puerta detrás de ella, la oscuridad de su propia casa la invadió en el mismo instante. No iba a tardar mucho en poder tomar un descanso antes de encontrarse Hyuk.

Su pareja, su novio, debía acostumbrarse a llamarlo así.

Luego de dejar su chamarra negra en el perchero y arrojar su mochila al pequeño cuarto que estaba a su lado derecho, sintió de pronto como unos familiares brazos la tomaron de la cintura, dándole la vuelta para luego cargarla y estamparla contra la pared.

-No me has besado desde que llegaste.

Justo antes de que ella pudiera siquiera responder, sintió como los labios de su pareja se estrellaban contra los de ella, bebiendo de esta como si fuera por vida querida y dependiera su aire de esto. Hasta ese momento, ella tampoco había figura lo mucho que había echado de menos el contacto contra la única persona ahora que le importaba.

Aunque no supiera siquiera como demostrar tales acontecimientos.

Las manos frías, suaves y largas de Hyuk estaban paseando por la piel de su espalda, estorbándole la ropa que había de por medio. Gimiendo entre su boca y apegándose mucho más a ella, como si esta fuera a dejarlo nuevamente pues siempre lo hacía y no del modo en que muchos creerían sino del modo en el que solo ella lo ejecutaba.

Enroscando sus brazos delgados alrededor de Hyuk, este comprendió el mensaje y la llevó lejos de la pared, ubicando a ambos en una mejor y más cómoda posición ahora.

Estaba sobre ella, desabrochando su blusa sin dejar de besarla y de posicionarse firmemente entre sus piernas vestidas con un pantalón que daba muchas puertas a la imaginación.

Los labios del chico se habían desplazado a su cuello donde mordió suavemente, succionando con la misma fuerza justo antes de besar las ya marcas que había dejado en la chica. De no haber escuchado la respiración entre cortada de su novia, este hubiera parado todo, cada administración de sus actos.

Pero algo estaba pasando.

Lo podía ver en los ojos que no se fijaban directamente a él, sino más bien al espacio que había entre ambos.

Colocando sus manos en cada lado, ajustadas a la delgada cadera de la chica, este trató de controlar su respiración. Sabía que algo estaba pasando con su novia.

-¿Qué tienes?

Al parecer ella no se había dado cuenta de su actitud hasta que él había dicho algo.

-¿No quieres estar conmigo?

Fue con esa pregunta que logró poner los avellanados ojos de su novia sobre él. Frunciendo el cejo y tomándolo de sus codos, lo miró con dureza.

-No es eso, nunca será eso.

Ella en verdad siente algo por ti, idiota, no lo arruines.

-Dime entonces qué es, no me dejes con este mal sabor en la boca.

Despegando su espalda del sofá, la chica de estructura pequeña volvía a ingeniárselas para ser ahora ella la que estaba al mando, sobre él. Sin despegar su mirada el uno del otro, ambos actuaron en cuestión de segundos, conociéndose en un nuevo beso que tardó mucho más de lo planeado.

Lo necesitaba, ella realmente lo necesitaba a él ahí.

-Kenani, detente, para.

Él la conocía muy bien, sabía que algo estaba mal.

Cuando ella se ajustó más a él, supuso que no quería hablar, admitir que en verdad algo estaba pasando, fue ahí donde tomó el mando y tomó entre sus manos, el hermoso rostro de la chica que llevaba sus ojos cerrados y sus labios enrojecidos, como varias de las marcas que é había dejado sobre su cuello y parte superior de su pecho.

-Hyuk...

-Kenani, háblame, ¿qué pasa? ¿Por qué estás actuando de esta forma?

-¿Cómo es que alguien como tu pudo sentir algo por alguien como yo? No lo entiendo, no logro entenderlo.

Por aquí empezaba, solo unos centímetros de lo que sucedía.

-Vas a escuchar muy bien lo que te voy a decir, Keni –utilizó el sobre nombre que solo se le permitía a él usar –primero, no uses términos pasados porque yo no he dejado de sentir algo por ti. Segundo, no tienes que comprenderlo si te sientes de la misma forma que yo. Tercero, eres en verdad, completa y misteriosamente distinta a todos los demás y no incluyo solo a las chicas. –Se estaba alistando para decir lo último, pero era el sentimiento más claro que tenía –sabes perfectamente que no voy a alejarme de ti, hasta que me lo digas.

-Lo he dicho muchas veces.

-Y justo minutos después no me dejas cruzar la puerta y me miras de esa única manera tuya, pidiéndome en silencio que no me marche. Keni, yo no pienso irme, alejarme hasta que sienta que tus palabras sean sinceras tanto como tus ojos. Ahora, dime... ¿qué es lo que pasa?

-Cuando le sepas vas a querer irte por tu cuenta.

-Pruébame.

....

-

¿Qué tan loco o enfermo tenía que estar alguien en su propia cabeza como para crear y hacer tantas cosas como esas? ¿Qué era lo que hacía que muy pocas y bien seleccionas personas, se decidieran a seguirte, a quedarse a tu lado sin importar nada? ¿Qué era lo que pasaba dentro de las mentes de estas personas?

La única persona con serios problemas en aquella habitación era ella, y solo ella. Aunque tal vez, se apostaría más al chico, quien a pesar del escenario en el que se encontraban, no parecía querer soltar la mano de la muchacha.

¿Qué tan apegado estaba el muchacho a ella? ¿Qué tanto era lo que él sentía por ella para no verla con ojos distintos?

Luego de haberle soltado el bombardeo de cosas, ella esperaba en verdad quedarse sola en casa, no importando el mensaje y las ganas que ella tenía de verle y de disculpar la pobre excusa de persona que era.

Pero era todo lo contrario.

Hyuk se había quedado con sus los brazos enroscados muy fuerte y sinceramente alrededor de una torturadora.

Kenani, esperaba una apuñalada por la espalda y a los policías en la puerta de su casa, pero era de Hyuk de quien se estaba hablando. Cuando el muchacho le dijo que en verdad la amaba y la seguiría, este en verdad lo decía. No había juegos en sus pensamientos o palabras, solo la verdad.

Cobrar venganza. Cobrar venganza.

Venganza. Venganza.

Venganza.

Cobrar sangre con sangre...

Por esto ella se había ido sin previo aviso, sin decir nada hasta muy tarde. Porque ella imaginaba un sinfín de consecuencias que lo sorprendían y ofendían. Pero no importaba.... No importaba como ella cobrara todo esto.

Sin más dijo...

-¿A cuántos?

Era como si se estuviera condenando mientras era besado. Condenando, su vida, mente, cuerpo y alma por aceptar estar con Kenani sin más ni menos.

Iba a seguirla, así le costara las rojas gotas que le constasen.

-A todos.



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...

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Voten y comenten ya sus teorías o conclusiones porque esto comienza a arder mucho más.

Feliz año nuevo.

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