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Sus pies estaban bailando del asiento donde estaba esperando a que tocaran la campana para poder entrar al salón de clases, no veía a nadie de su interés, y menos a Candri, aquella escuela parecía reformatorio o bien una cárcel que iba a tener que soportar por haberse mudado tan de pronto de Suiza a Londres. Aunque, prefería estar ahí que en su tierra natal, donde no veía nada ni a nadie importante.

Casi se podría decir que la historia era la misma que en Suecia, excepto por el idioma, el sistema, un poco en las instalaciones...no cambiaba mucho realmente.

La mochila le pesaba con los tres libros y el único cuaderno y lápiz que llevaba, no le costó nada ubicar por donde iba a estar su salón, así que el peso de su mochila era menos.

No sabía a qué esperaba o a qué no se movía...

Cansada de estar sentada, tomó su pequeña mochila y se dispuso a caminar un poco mientras la hora de la hora llegaba. Veía muchas caras pero ningún rostro interesante, uno que sobresaliera de entre todos, así que al menos sabía que hoy no se toparía a nadie curioso a su salud, pero prefería conversar con un desconocido que con el atolondrado y alebrestado del novio de su amiga Candri. Lo que sea, incluso se podría ir a meter a hablar con el conserje para no estar con él...

Apreciaba a su amiga pero sería difícil estar con ella si estaba todo el tiempo, Joseph, sobre ella, sería molesto y más si la seguía viendo y hablando de la forma en la que él lo hacía.

Por lo poco que se conocieron, lo único que tenía Iri en la cabeza para llamarlo era "Un idiota con cara de imbécil y sentimientos de zorro". O solo fue lo primero que se le vino a la mente. Pero para su mayor sorpresa, a Joseph fue a quien se topó cuando el timbre sonó y la asustó chocando con él desde su espalda.

-¡Oye! ¡Oh mierda!

-¿Qué haces aquí?

-¿Qué no ves? –Dijo en referencia a su uniforme y que a casi la botaba de donde estaba parada.

-No puede ser tan cierto, Candri me dijo que te vería más seguido y esto pero, saber que estás en la misma preparatoria no es tan cómodo, solo espero no estar en la misma área que tú.

-Sabes no escuché nada de lo que dijiste, es como si solo hablaras y hablaras pero yo no logro entender nada o solo es porque no me interesa lo que pueda venir de ti –dijo ella, dando media vuelta, rodeando al chico en su lado derecho.

-¡Joe! Hay que llegar antes que Michael y Jono.

-¡En seguida! –Le dijo a su amigo sin dejar de ver a esa chica con furia, caminando bajo el cielo nublado y su cabello ondeando.

-¿Quién era esa chica?

-Una que está lejos de ser interesante, andando, no quiero estar adelante en el salón.

...Era como si Iri hubiese perdido de vista el salón de su clase ¿dónde estaba la maldita sección tres de preparatoria? Había subido gradas, caminado por cuatro pasillos, entrado a dos edificios y esa clase no aparecía ni a patadas. Y justo cuando la vida se le iba cayendo en ganas, encontró la maldita sección, el maldito número en la parte de arriba de la puerta del salón, donde abrió con todo el lujo como si estuviera en su casa, siendo entonces vista por todos los ahí presentes, viendo su cabellera cobre oscura, su fina piel dorada pálida, sus tentadores cachetes rosaditos, y sus labios cereza que fueron una vuelta de gato para todos los chicos, incluso para el profesor que la vio bajando su gafas.

-Seguramente es usted la chica nueva, la señorita de S...

-¿Gotemburgo, Suecia? Sí, soy yo, Iri Karlsson, disculpe la tardanza, no encontraba el salón.

SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora