El alba ha caído varias veces frente a mí ventana como si me estuviera dando su último poco justo antes de que se acabe el juicio universal y pidan uno solo para mí y mis cometidos que tendrán resultados... de no ser que estos ya estén tomando forma entre las familias y demás engendros que defiendan a los que te han hecho.
Sé perfectamente que ni diez millones de toneladas de sangre, te traerán de vuelta, pero sí hará que hilos negros, puedan entretejer muchas heridas a modo de salvarse con un último suspiro.
«¿Cuándo podré descansar del hecho de que no estás aquí?»
Sí, esa la pregunta que vuela y revolotea, que me fue dicha para poder al fin comenzar con esta venganza que he disfrutado completamente.
¿Está mal decir que esta es la sensación más libertina y satisfactoria que he tenido?
Xavier, Joe, Grey, Dan.
Dos más y esto se habrá acabado para ellos.
No he dejado un solo rastro, por lo tanto, no tendrás que levantarte de tu lecho para limpiar mi desastre.
Tan solo como solía ser.
Tengo un segundo que vigila que todo esté con la vista al horizonte, mientras yo tengo que hacer lo que tengo que hacer para cobrar la larga factura que ni en el infierno estos, serán capaces de pagar.
Un castigo o una muerte fácil no es lo más divertido, por lo tanto, su tortura basa en tres semanas antes de que decida cómo tomaran sus últimos suspiros. Es hasta cierto punto, para serte honesta, divertido escuchar y danzar ante las súplicas de parar, añadidas a los cantos de "perdón, perdón... no lo quería hacer".
Tu muerte nunca fue documentada.
Tu muerte nunca la pasaron en la radio.
Tu muerte nunca fue comentada en los noticieros.
Como si nunca hubiese pasado, como si nunca hubieras existido.
Fue lo que más arrebató mis deseos de cumplir con lo pedido. Acabar con seis frascos vacíos no era algo difícil, y no dejar rastro era muestra de que yo tampoco dejaría que comentaran, supieran o documentaran su muerte, una vez que los deje diez metros bajo tierra, habrá sido como contigo.
Nunca paso, nunca existieron, y sus familias, pueden empezar a rezarle a su alto.
K.
Guardando su pluma en el cuaderno donde escribía la vigésima tercera carta, alzó su mirada hacia la ventana una vez más, donde una briza bloqueada se podía sentir hasta en sus más pecaminosos poros.
Ya era el día después de las tres semanas.
Los nueve galones de gasolinas no iban a quedarse fríos por mucho más tiempo. Sabía perfectamente que debía ocuparlos o el esfuerzo de Hyuk por traérselos, habrá sido por gusto.
Una vez que se levantó de su silla, la acción provocó una reacción en el muchacho que seguía atado de brazos y piernas.
Se quejaba, ya no podía o quería más.
¡Qué casualidad! Era así, exactamente como se sentía la chica hace más de un año.
—¿Qué te pasa? – Preguntó con voz calmada, mientras una mascarilla cubría su nariz y boca del hedor que ya provocaban las tres semanas.
—Mal-maldita.
—Gracias.
Moviendo su silla lejos del escritorio que tenía en esa cabaña, tomó de un casillero de utensilios, una piocha. La herramienta hizo que Dan se removiera y se quejara una vez más.
—Por favor, por favor... no lo quería hacer, no era mi plan, por favor, no ¡perdón!
La muchacha simplemente prosiguió a remover con la piocha, como si se tratara de un caldo, la gasolina que al fin comería algo luego de dos horas esperando poder ser usada.
—¿Cabeza o piernas primero?
—¡Por favor!
—No puede entender bien si no explicas qué es lo que queme primero.
—¡No lo hagas, por favor, no lo hagas!
Kenani estaba harta de escuchar lloriqueos. Se acercó en casi dos pasos a su moribundo objetivo, tomándolo del cuello y estrellándolo contra la pared más cercana.
—¿Por qué no habría de hacerlo, si esto me da al menos un consuelo, una satisfacción que no se compara con el hecho de poder haberlos matado de forma instantánea?
—Te arrepentirás.
—Haber Dan, dime... ¿por qué putas me arrepentiría? Si eso es exactamente lo que ustedes menos hicieron en su momento. ¿Sabes qué es lo que estoy haciendo yo ahora? Tan solo para consolar grietas.
El silencio se avecinó muy pronto luego de esa pregunta y de la mirada que Kenani le lanzaba a Dan.
Llevaba puestos lentes de contacto de color negro, una peluca rubia y de rizos cortos. No planeaba que la reconocieran, no hasta que llegara el pez más gordo, a su jardín de tumbas, en donde danzaría hasta que sus pies sangraran.
—¿Por qué lo haces? Fue hace un año, nadie supo nada de ello.
—Exacto ¡bingo! Lo hago porque nadie sabrá que su amado hijo, hermano, amigo, estará enterrado y decorando una casa con sus cenizas esparcidas por todos los rincones. Lo hago tan solo para replicar al cien, lo que ustedes le hicieron a la chica ¿no te parece justo?
Parecía como si las fuerzas de todas fuentes se reunieran en el menudo cuerpo de Kenani, cuando esta arrastró a Dan más cerca de la soga en donde colgaría para entrar a la piscina de gasolina.
Ya no quería escuchar nada.
—Lo que tú no sabes — empezó el muchacho —es que una de tus piezas en el rompecabezas, la quería, en verdad la quería.
Kenani bajó su vista para verle.
Los ojos de dan estaban muy cerca de la superficie inflamable.
—Y si en verdad la quería... ¿por qué no la sacó de ahí?
No espero una sola respuesta más, y soltó la soga, dejando caer a Dan dentro de la gasolina, escuchando como este intentaba salvarse por sí mismo.
Mientras ella caminaba y pensaba en las últimas palabras de Dan.
...
..
..
.
.
.
.

ESTÁS LEYENDO
Seis
غموض / إثارةSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...