Trevor podía escucharlo todo, cada cosa, pero a pesar de estar ahí, era como hablar con nada o nadie, porque no daba opinión alguna y no prestaba su boca para cosas que no valieran la pena, mucho menos cuando la situación que había atrasado a su amigo era de sexo femenino. Era ya la tercera semana desde eso y aquel no podía superarla, solo quería saber cómo, cuándo y dónde poder volver a la actriz, como la llamaba.
Y tanto fue su espera y su ambición que el resto del grupo, comenzaron a llamar a la chica de los libros, un fantasma, una aparición meramente de su cabeza por toda la marihuana que había consumido aquella tarde pasada.
Pero eso se acabó, se acabó algunos años después, una tarde en la que ambos caminaban por el pueblo de Bibury luego de que fueran suspendidos y condenados a encierro juvenil educacional en sus casas; ahí caminando, solo con su amigo fastidiando a las monjas de la congregación, las mujeres de la banca donde se ponían a rezar, incluso llamando la atención de chicas que seguramente iban a penas en cuarto grado. Para ese entonces, sabía perfectamente que su amigo habría deseado tener su uniforme puesto para dar la imagen de la escuela a la que asistían aún en un sábado por la tarde, donde todo parecía caminar como siempre, con su amigo dando todo y el dando nada, ni la más mínima importancia a su alrededor.
En verdad podía creer que hayan pillado a su amigo cuando él tantas veces le dijo sobre el cuidado y silencio que se debía tener para actos como el que los llevó a la suspensión y eso que él no tuvo nada que ver en esta ocasión.
Le fastidiaba que las chicas le interrumpieran sus pensamientos cuando menos las necesitaba, cuando menos le importaba saber sobre ellas.
Ya, solo quería regresar a casa.
—Lo siento chicas, no ha sido su mejor día.
—Ya vamos.
—Si nos disculpan – se despidió con una sonrisa pícara y una leve inclinación.
Lo siente que pasó, solo fue el puro hecho de su amigo buscando hierba que consumir y él solo deseaba ir a un rincón a leer algo o dormir, lo que sea que no tiene nada que ver con socializar o verse con otras personas que no fueran de su agrado. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero él lo sintió como una eternidad, una que no estaba dispuesto a seguir soportando, lo cual fue bien cumplido cuando vio a su amigo de regreso.
El frío era alto, pero no era algo que le impidiera sus pensamientos o el paso de estos, entorno a cosas de su interés, como el tema de cómo se vio esa semana la chica, la misma que desde hace tiempo había desconectado algo dentro de él. Su cabello suelto, sus mejillas poniéndose rosadas ante cualquier comentario que tuviera que ver con alagar sus notas o su belleza. Realmente era una incrédula, y era mejor que se mantuviera así por su propio bien para hacerlo el bien de todos, sobre todo con los ojos de alguien tan entremetido como Dan que ya llevaba varias veces cuestionándole lo mismos una y miles de veces.
Preguntas de dónde la conoció, cuándo la conoció, a qué ha llegado con ella, qué quiere con ella, qué tal fue besarla, y qué busca en el hecho de ocultar y esconderle esto al resto del grupo como a todo el mundo. Y es que para ser sincero, todo tenía respuesta, menos la de saber cómo fue besarla, porque nunca, en lo que llevaba de conocerla, había intentado tocarla, no con intención, solo para salvarla de una que otra cosa que se ponía en su camino. Eso era todo y parecía más bien que Dan lo había tomado por otro lado, por un lado, que tal vez y solo tal vez, era el correcto, pero por terco, no quería aceptar.
No lo quería aceptar no bajo lo que parecía ser una sincera preocupación por parte de ese ruidoso amigo suyo que lo puso a pensar en muchas más cosas de las que creyó imaginar.
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...