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4. Grey.


Adela.

El nombre de la chica que caminaba directo a la dirección por tercera vez en el día y octava en lo que iba de la semana, era Adela.

Adela.

El nombre de la chica de cabello extremadamente lacio, luminoso y lustroso de un rojo intenso, un rojo que opacaba todo otro color en el lugar.

Adela.

El nombre de la chica de ojos color miel con motas negras, una piel de porcelana pintada con uno que otro aventurero lunar.

Adela.

El nombre de la chica a la que todas querían parecer, el nombre de la chica que todas las otras chicas querían igualar, el nombre de la chica que todas querían odiar y amar a la vez.

Adela.

El nombre de la chica que había ignorado a varios pretendientes de su salón, de su mismo grado y a otros tres de dos años mayores que ella. Con todo lujo de hacerlo, obviamente, lo había hecho.

Adela.

El nombre de la chica que haría cualquier cosa porque su círculo más cerrado de amigas y una que otra que lo necesitara en verdad, se sintiera bien, en verdad, lo que sea.

Adela Daliza.

El nombre de la chica que la directora ya conocía de una y decenas de maneras. A la que no podía tocarle un solo cabello por la fuerte cantidad de ayuda que su familia aportaba, no conocía a sus padres en persona, pero con las llamadas, cartas, ingresos y demás, le era suficiente para saber que aquella muchacha no estaba sola por muy independiente que esta misma fuera.

-¿No te cansas de meterte en problemas?

-¿No se cansa de contar los billetes que mi familia le da?

-Ah...

Adela le sonrió con esos carnosos labios suyos. Desde que había llegado a la escuela, exactamente tres o cuatro meses ya, tanto la directora como los profesores, eran incapaces de tocarle o reprocharle algo, no solo por su escandaloso dinero, sino también porque en verdad no era una mala estudiante en cuanto a conocimientos y exámenes. Era holgazana y todo le daba igual, pero cuando era día de parcial, parecía que las respuestas ya las tuviera en la punta de la lengua.

-Metiste la cara de un estudiante en el basurero.

-Le levantó la falda a una chica en medio de todo el pasillo ¿Qué quería que hiciera? ¿Dejarlo así y actuar como si nada? Yo no soy así, señora Fletch. No soporta esa clase de comportamientos a lo que parece diferente a ustedes –dijo, comiendo una manzana del frutero de la directora –si va a llamar, hágalo ahora, tengo que ir al partido de una compañera.

-¿Una compañera?

-No sé quién es, solo parece que se lo prometí de esa forma.

-Es la señorita Smith, y no, no se lo prometiste, ella te pidió que fueras a verla porque la sacaste del baño en el que la encerraron.

-Soy el héroe o heroína, o como se diga, de esta escuela ¿ya ve? Me agradecen invitándome a partidos que ni me importan o me dan cosas dulces ¿por qué no salvar a la gente de las idioteces de otra gente?

-Y no te olvides de las varias cosas caras que también te han dado.

Adela volvió a sonreír.

-¿Lo haces por eso? ¿Para conseguir que te den cosas encima de fama?

Adela tenía la manzana en su boca, su cabello alborotado y sus ojos fijos en la señora que decía estupidez tras estupidez. Sin más, se acercó al escritorio de la directora, apoyándose primero con sus manos y luego sentándose en él, sin dejar de ver a la mujer que no decía nada.

-¿Qué clase de persona es ustedes al decir esa clase de mierda? Solo me hace pensar que no se merece esta clase de puesto y trato que varios le dan en su día a día. Creer que lo hago para que me adulen y me den cosas, vaya, sí que me sorprende, señora Fletch ¿qué diría la junta estudiantil y de profesores de esas palabras? –Sonrió –no es tan refinada como se dice ser, después de todo –antes de bajar del escritorio sin dejar de reírse por la expresión de la mujer, ésta, la detuvo en seco.

-Tengo un encargo que darte.

-¿Qué clase de encargo tendría que hacer yo para usted?

-El de ser compañera autorizada de un chico de segundo año.

-Ja ¿qué clase de trabajo es esa? Además yo voy en primero, no en segundo.

-Exacto, no va a segundo año, sino a repetir, resulta que el chico es una versión masculina de tus actos, y no está en esta escuela, lo transfirieron por haber cometido varios actos en su estadía ahí.

-Oh, dígame más.

-Suena ilógico que te dé esta clase de encargo siendo como eres, de problemática, pero resulta que si los dos se mantienen al margen de sus notas, que sé muy bien que tú las mantienes, ambos pueden saldar todas sus fechorías, todas, o al menos las que se pueden saldar. No incluye cometido en donde sus víctimas hayan salió realmente afectadas, lo cual no me encanta ni por poco porque en verdad no lo merecerían.

-Debo entonces, ayudar a ese chico a mantener sus notas y su voluntariado a la vez que las mías para saldar toda clase de problemas, o al menos los que se puedan, para no tener problemas a la hora de entrar a la universidad ¿verdad?

-Exacto.

-Ya me habían hablado de esto.

-¿Quién?

-¿Y usted quién cree? –Dijo ella, tomando el folder de las manos de la directora.

-Te advierto que no es un chico fácil, puede ser igual o peor que tú, ten cuidado y asegúrate que haga todo lo que en verdad debería de hacer.

-¿Arruinó quince escritorios con un bate?

-Parece que su hobby en común es golpear cosas sin razón alguna. Béisbol con escritorios que tuvo que pagar, al igual que tú es de muy buena familia.

-Una fuente más de ingresos para usted ¡Felicidades, señora Fletch!

-Deja de decir esas cosas.

-¿Y cuándo se supone que venga ese atolondrado?

-¿A quién llamas atolondrado?

La voz ronca de un chico de dieciocho años llegó a los oídos de las dos mujeres de aquella sala. La directora le sonrió a Adela.

-Justo ahora.

Adela, con la manzana en la boca, se giró a ver a la puerta de la oficina de la directora, donde rápidamente se encontró con un chico alto, y de un cabello asquerosamente rubio, piel fina y de un blanco intocable, una mirada penetrante y directa. Era él. Los dos se miraban como si se tratara de "muerte a primera vista". Adela sin quitarse la manzana de la boca y ese chico sin quitarle la mirada a ella con un racimo de uvas en sus manos.

Parecía una clase de competencia frutal entre los dos además de las miradas.

-Grey Trance, esta es Adela Daliza. Tu nueva compañera. Bienvenido a Yorkshire del Oeste.


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