La forma en el que aire entraba a su lado derecho, mientras parecía estar dentro de un balde de agua fría, la forma en la que se mente solo tocaba una melodía oscura, depresiva y desgarradora, la misma melodía que llevaba escuchando desde hace tal vez unas cinco horas.
Tres horas en tierra, atado de pies a cabeza siendo esta última parte, la que más dolor lo provocaba, como si lo hubieran azotado antes de haberlo aprisionado de aquella forma; dos horas en una tina, atado solo de las manos y de los tobillos; media ahora colgando de una soga, y ahora, quince minutos dentro de agua, con su cuello intentando hacerlo respirar. Todo, cada segundo, pasado con los ojos vendados y la boca cubierta con cinta, lo sabía, cada acto, cada vez que despertó, sabía con qué lo había hecho y con qué cosas lo estaban bloqueando ahora.
A estas alturas, estaba más que seguro del por qué de las cosas que ahora le estaban pasando, pero si bien lo tenía en una idea, preferiría, rogaba por primera vez, que no fuera así, que en verdad no supiera por qué, que en verdad no fuera por lo que su mente le dibujaba.
¿Cómo había terminado ahí? ¿Dónde está Yves? ¿Quién lo trajo? Más bien, quién lo atrapó y bien ¿haciendo qué?
Sí, Trevor tenía muchas cosas por las cuales pagar, cada una, peor que la anterior, peor que con cada año, y sí, el año pasado, fue el peor y seguiría siéndolo por siempre.
Las últimas teclas de la melodía iban asomándose en todo el espacio, a sus oídos, pero por vez nueva, estas, no venían solas. Alguien, de peso pesado y con botas, quizá de campo, se fue acercando a él muy convincentemente, muy diligente en cada andar, sabía a que iba, por él, a desatarlo, y fue así, lo que no esperó, es que cuando lo hizo, la misma persona con guantes lo aventó a una pared con tal fuerza que él mismo cayó sobre sus rodillas y luego sobre su cabeza, era de esperar por cómo lo habían atado de forma minuciosa.
Quería maldecirlo, de verdad quería.
Pero, sabía que era mejor callar, sus víctimas siempre callaron, siempre lo hicieron. Ella lo hizo, hasta que ya no pudo más, hasta que lo vio a él, con aquellos enormes ojos grises que siempre parecía resplandecer cuando lo veían a él, como si fuera el único en el mundo, como si fuera solo él y ella sentados a la orilla de los tiempos.
La había perdido, de nuevo la había perdido, visto y luego nada, de nuevo se sentía el vacío tan grande y mayor esta vez. Necesitaba salir de ahí e ir a por ella, tenerla, al fin pedirla como suya, aunque perfectamente sabía que eso, no era posible, en ninguna vida, en ninguna dimensión, ni porque en las otras, los papeles fueran otros, fueran hechos el uno para el otro.
La misma persona, no, el mismo hombre que lo había desatado, ahora lo había tomado del pelo, forzándolo a levantarse de una vez, sin siquiera ver por las cosas que no sabía si estaban o no para no tropezarse; del mismo tirón, ahora Trevor estaba sobre un colchón, quizá en una cama de resortes viejos donde se encontró con alguien más, un cuerpo que por lo poco que tocó, estaba frío, vestido, pero frío.
Escuchó las dos voces volviendo a hablar en un idioma extranjero, pero como el mismo comienzo de aquella pesadilla, la voz de la mujer, no, de la chica, le provocó un fuerte cosquilleo en todo su cuerpo, haciendo que su corazón se quisiera salir de su lugar en un abrir y cerrar de ojos.
Trató de calmarse y trató también de incorporarse en la cama, le dijo a su cabeza que necesita dejar de hacerlo pensar y le dijo a su corazón, que dejara de hacer lo que sea que estuviera haciendo, pero eso no bastó, mucho menos, cuando escuchó que las dos voces se apagaban en un beso.
Eran pareja.
Tenía pareja.
Acto seguido, con sus piernas desatadas y frías por el agua, sus ojos aún vendados, sus manos aún amarradas y su boca suelta, sintió como unas pequeñas manos lo recostaban con el cuidado menos esperado, luego de esto, se sorprendió de verse a él mismo cediendo tras el roce, segundo acto, las mismas manos pequeñas, le tomaron del rostro, abrieron su boca y dejaron dentro de la misma, dos píldoras, otras dos, ya iban ocho en el día, justo ahí, había vuelto a intentar escupirlas, pero la fuerza de la pequeña, era casi imposible de creer.
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...