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El sonido de algo siendo golpeado, lo despertó de golpe. Era como si estuvieran moliendo a palos a un animal o algo así. Sonaba furioso, molesto y sin nada de piedad calando lo que fuera que estuviera pasando.

Le dolía la cabeza, sentía como si algo lo hubiese golpeado a él, como si le hubieran estrellado algo que ciertamente, lo había dejado tirado, lo sabía porque sentía el frío de una superficie rozando la piel de su espalda.

Momento ¿estaba sentado o acostado?

Cuando trató de incorporarse, chilló del dolor.

Tenía los ojos vendados y las muñecas atadas, con fuerza. Con tal fuerza que casi parecía que, en lugar de estarlo por diversión o juego, lo estaba para ser algo, lo que sea, menos diversión.

¿Qué estaba pasando?

Justo cuando intentó articular voz, notó que tenía la boca dormida.

¿Qué mierda?

No podía hablar, no podía si quiera canturrear algo. ¡Mierda! ¿Dónde estaba?

Los golpes seguían escuchándose, pero en esta ocasión además de esos golpeas, el sonido de unos zapatos, como calzado pequeño, comenzaron a llenar sus oídos; se iban acercando, con cuidado, casi que, con temor, pero acerándose, yendo firmes a donde él estaba. Espero escuchar la voz de alguien, saber de qué iba todo, pero para su sorpresa, no se escucho nada, ni un solo suspiro, ni el respirar de alguien, en su lugar, se escuchó como los botones de una radio tronaron antes de darle entrada a una canción de Nine Ich Nails, y eso fue todo, no hubo más ni menos.

Intentó articular palabra, pero para su suerte, solo inútiles gritos comenzaron a salir de su boca ¿qué le habían dado? Sentía como si su boca se fuera a caer en cualquier momento, sentía también el olor de algo que no podía y podría reconocer si conseguía salir de ahí y comunicar a las autoridades que unos idiotas lo habían encerrado.

No recordaba nada, solo la vista de unos grandes ojos y una sonrisa fina, como de niño.

La sonrisa de la chica. La chica.

Mierda, ¿dónde estaba Trevor? ¿Qué había pasado y dónde había terminado ahora? No recordaba nada luego de haberse dado de golpes con su mejor amigo y de haber visto a la chica sobre un columpio, viviendo como si nada hubiese pasado.

Y bien se lo había dicho a los demás. Esa maldita estaba viviendo bien, sin problemas, superando todo lo que sea que tenía que estar superando.

Pero ahora ese no era el caso, el caso era ¿dónde mierda estaba?

Fue ahí donde escuchó una voz, la voz de un hombre de por lo menos veinticinco o veintisiete años, hablaba, pero hablaba en un idioma que no reconocía ¿polaco? ¿holandés?

Su nueva sorpresa fue, cuando en respuesta de lo que sea que este hombre estaba diciendo, escuchó la voz de una mujer bajo una mascarilla, tal vez de cuero.

Alguien lo había encontrado, capturado y encerrado. Estaba secuestrado, estaba encerrado.

Mierda, mierda. El ruido de un balde se oyó, un balde con agua que poco a poco se iba haciendo cada vez más familiar, más acechante. De nuevo, balbuceaba sin articular algo correcto, algo concreto.

Un balde de agua helada le cayó encima, fue ahí donde notó que estaba completamente desnudo, de pies a cabeza. Cubos de hielo le cayeron en el rostro como en su miembro, cubos grandes que lo lastimaron una, dos y tres veces. Vaciaron sobre él, tres baldes de agua fría. Lo tenían vendado de los ojos, con las muñecas atadas y ahora, unas manos enguantadas, le rodeaban las piernas con lo que parecía ser un cable o alambre de hierro que ardía de caliente.

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