38. . . .

1K 97 18
                                    

Sus manos le daban a cada lado de su cabeza. Su cabello estaba extendido por el suelo, largo y liso. Su respiración a penas y daba a una más, era como si alguien se la estuviera cortando, interrumpiendo a su paso. Y su peso estaba sobre su delgado cuerpo.

Mantenía sus ojos cerrados mientras el dolor corría en líquido por sus brazos, sin poder respirar bien, sin poder controlar su sistema, sin poder zafarse de esa emboscada, sin saber muy bien cómo era que había llegado a esto. Sus labios temblaban, sus ojos no se abrían, sus mejillas no tomaban color alguno, y el olor de la humedad, el crepúsculo y su cuerpo, estaban presentes.

Lamía su cuello, mordía de él, succionaba de él, mientras los gritos se ahogaban bajo una mano fría, larga y grande.

La sexta bofetada de la hora y la sangre saltó, brotó marcando un corto camino de su boca y labios, hacia su mentón...

El cuarto empujón hacia las gradas y su espalda comenzaba a agrietarse más...

La tercera zancadilla, y sus rodillas parecían querer cobrarle una factura alta.

Ardía, dolía, dolía, dolía, dolía...solo eso, solo dolía demasiado...

Por un breve momento, sus miradas estuvieron a la misma altura cuando él la había estrellado a la pared, sentándola sobre una mesa pequeña y corta. La vio, lo vio, y la confusión se leía de forma tan palpable en sus ojos que este solo se alimentaba cada vez más de ella, incluso más cuando se atrevió a cercarse a ella de una forma como si estuviera en plena cacería, teniendo su respiración, golpeando la de ella, teniendo sus labios tan cerca que juraría sentir cómo este los movía para decirle lo que tenía para decirle mientras con sus dos fuertes manos, apretaba sus delgadas muñecas a la pared, como si tratara de evitar que esta tuviera forma de salir de una u otro forma de él.

Dolía, solo eso, solo dolía demasiado...

...Cerca de dos horas habían trascurrido y las voces los rodeaban a ambos, pidiendo y marcando cosas que llegaban, clavaban e iban de las cabezas en cuestión de segundos.

...Era de larga, filosa, se veía pesada... uno de sus más fuetes compras y secretos, era aquella pieza de plata que tenía consigo y que no le molestaría estrenar en aquella ocasión.

La veía, la observaba, la miraba... y el rojo carmesí con las violetas constelaciones la estaban acompañando a su color lustroso de piel, viéndose perfecta a sus ojos, ahí sentada en una esquina de aquella gran casa deshabitada...

...La dulce llegaba de su voz a su oído, le eran quejidos nunca comparables con otros, puesto que estos que ella daba no le pertenecían del todo a él, no eran solo para él...

Esas horas seguían vivas, esas pasadas de segundo seguían dándole, esa juego de minutos seguían mostrándose en su cabeza como si en verdad no quisieran dejarle ni por mero juego, como si en verdad trataran de decirle algo, como si en verdad, luego de tanto, trataran de hacerle recordar lo que había pasado...

-Suéltame.

Sus oídos se hicieron los sordos y su cuerpo le pesaba a la chica que tenía abajo.

-Suéltame, por favor, suéltame ¡Suéltame!

-¿Soltarte?

-Por favor ¡Suéltame! Suéltame, suéltame.

...

-S-suéltame, suéltame.

Un aroma fresco a vainilla le entró por la altura de su pecho, donde identificó pronto que no se encontraba solo en la sumida de sus pensamientos. Una cabellera pelirroja era la que le indicaba que estaba acompaña y en medio de una situación comprometedora en una de las cuatro salas cerradas de la biblioteca. Notó que de igual forma muchas hojas y libros estaban tirados por todo el suelo del lugar como si alguien hubiese aparecido ahí para tirarlos luego de una noticia no tan apetecible.

En el momento en el que sintió como las caderas de Adela se movieron hacia adelante, tratando de salir, supo que la tenía lo suficientemente acorralada porque el movimiento no fue a dar al aire, sino a él, justo a él. Sus cuerpos estaban lo suficientemente juntos para sentir el movimiento del otro.

-Suéltame, te digo –hablaba la chica, tratando de incluso zafar sus muñecas del fuete agarre de él hacia ella, como si quisiera que una vez más esta tuviera que ponerse vendas y ungüento para curarse a ella misma.

¿Por qué la tenía así? ¿En qué momento la acorraló de esta forma?

Los ojos de Grey se giraron a ver hacia la puerta, percatándose de lo que se creía capaz de haber hecho sin recordar que lo había hecho. Efectivamente, tenía la puerta cerrada con llave, teniéndolos a ellos dos solos, demasiado cerca y con un raro presentimiento de lo que iba a pasar.

-Grey, suéltame ya, debemos regresar, suéltame, me lastimas ¡Carajo!

Justamente, esas eran las últimas palabras que iba a escucharles en ese momento, porque una de sus manos, comenzó a hacer lo que su lado animal le había indicado hacer.

Su mano fina y larga se dirigió hacia su mentón, el cual levantó para hacerse espacio en su cuello, tomando por suma sorpresa a Adela, sintiendo su lengua y sus fríos labios, saboreando su piel justo cuando a la vez, la mano libre de él comenzaba a desabotonar su blusa.

Cuando esta lo iba a parar, este midió perfectamente sus movimientos y tomó su otra muñeca para tomar fuertemente de ambas, para que Adela no tuviera la oportunidad de interrumpir lo que estaba haciendo.

Seguía lamiendo y besando el cuello de aquella chica como si esta le perteneciera, como si esta así lo quisiera mientras terminaba de desabotonar su blusa, apretando su cuerpo más al de ella contra la pared, teniéndola justo donde él quería tenerla. Fue ahí, donde Grey le cubrió la boca antes de que comenzara a succionar y morder fuertemente el cuello de esta chica que se removía en el espacio sin tener mucho o mejor dicho, nada de éxito.

Ese dolor de su piel entrando en contacto a su boca le era imposible y de sumo fuego, por mucho que lo empujara, esta no podía quitárselo de encima, menos cuando este en una maniobra le había dado la vuelta, pegando la frente de la chica la pared, aún con su boca tapada y ahora haciendo el mismo acto en el otro lado de su cuello, marcándola como si fuera una especie de seña.

Grey sentía la falda de Adela pegada a su pelvis, sentía su suave piel de su abdomen mientras paseó su otra mano por esta, sentía sus pechos mientras los apretada fuertemente. Ahí, Adela consiguió zafarse de él, haciéndose a un lado, tropezando con uno de los libros que estaban el suelo para resbalar y caer apoyada de la mesa del lugar, lo cual aprovechó Grey para montarla sobre esta mientras trataba de quitarle la blusa a Adela.

Las manos de la chica entraron en contacto con un libro pesado, uno con el que golpeó a Grey justo en la cabeza, antes de propinarle otro golpe a la cara, justo en la boca.

Adela se le quedó viendo hecha una furia con tres marcas en su cuello, una de cada lado, y una muy cerca del inicio del dije de su collar, justo en la parte superior de su clavícula.

Grey soltó una risita, viendo la evidencia en su mano de la sangre que Adela le había provocado con el golpe.

Ambos se quedaron viendo a los ojos de manera vibrante y directa.

-Más te vale que no vuelvas a intentar algo como esto, o te juro que entonces no mediré ninguna de mis acciones.

-¿Crees que eso te hará olvidarlo? Tienes tres marcas que te harán recordar a quién podrías pertenecerle ahora, tres marcas que te costará sacar no solo de tu piel sino de tu cabeza.

Adela le tiró otro libro en la frente antes de salir de aquella sala, cerrando la puerta con un fuerte golpe.



...

Voten y comenten, he estado leyendo sus conclusiones y déjenme decirles que son todas unas genios, sigan así, me gusta leerlas aunque las vea cabrearse mucho...

Repito, voten y comente...

...

..

.

SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora