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—No puedo creer que me haya dejado arrastrar hasta aquí por ti.

—Te dije que podía venir y hacerlo sola.

—¿Y dejar que crees todo un escándalo en el que podría haber platos quebrados a mi nombre? Sí, claro, te conozco como para no dejar una pasada por una posible idiotez como esa.

—Habría tratado de todo para no meterte en problemas.

—Eso – pausó – lo harías por Adela.

No bastaban más de cinco letras y un solo nombre para hacer que el mundo de Molly se volcara en cuestión de milisegundos, sobre todo si no había siquiera una rama huérfana en el suelo o a su lado de donde poder sostenerse.

—¿De qué estás hablando? – preguntó.

—Molly, deja ya de fingir, lo sé todo, eres demasiado obvia para mi calmado y nada curioso trasero. Lo noté desde el primer día que compartimos con Adela, justo rebotó con fuerza justo cuando ella nos defendió de aquel grupo de tercer año. La forma en la que la miras, creo que ya te lo había dicho, pero creo que lo seguiré haciendo hasta que admitas lo que sientes por ella.

Claudyn trató de una y otra forma poder alcanzar el paso de Molly, alzando la mano cuando estuvo lo suficientemente cerca, para detener a esta.

—Claudyn.

—Ni se te ocurra negarme las cosas. Es como si fuéramos más bien hermanas y no solo amigas. – Suspiró. – Siempre intentaste evitarla desde que llegó la escuela, pero nada te funcionó luego de que viniera a nuestro auxilio. Fue como si ella hubiese estado cerca para atacar a esos idiotas.

—Ella... siempre ha estado cerca.

—Cierto, pero ¿qué tanto nos ha dejado ver entre más cerca nos deja estar?

—¿A qué te refieres?

Claudyn dio un suspiro más largo y profundo esta vez, llevando sus manos a los agarraderos de la mochila que llevaba en hombros.

—¿Te has puesto a pensar en lo que va a pasar si es verdad todo esto de Adela y las otras chicas? Luna, Iri, y no sé, quizás otras más ¿Qué tal si Adela es realmente una de ellas?

—¿A qué quieres llegar con eso?

—Sabes a qué quiero llegar.

—No te atrevas a poner pensamientos en mi cabeza que tal vez no tienen ni pies con cuales poder pararse.

—Tú lo iniciaste todo luego de inmiscuir en los asuntos de alguien como Adela. Sí, no la conocemos de toda la vida, y sí, nos ha salvado y sí, no es nadie malo, pero el meterse muchas ideas a la cabeza te anublado otras que pueden ser tu luz roja para que pares, y no quieres aceptarlo solo porque tienen un capricho con ella.

—¡No es un capricho!

La aclaración y el tono de voz espantó a Claudyn en su mismo lugar, abriendo sus ojos de par en par cuando la realidad la azotó como bofetada.

No podía ser cierto.

Molly, Molly estaba...

—Estoy enamorada de Adela, ¿sí?

Mierda. Mierda. Mierda.

—Dicen que te enamoras en unos tres meses de la persona que en un mes logró gustarte. Adela lo hizo todo en un mes y medio. Ya ha pasado mucho tiempo y no es que me esté dejando llevar con imágenes o dichos que uno halla en la internet, me estoy dejando arrastrar por el calor que siento al solo escuchar su nombre, siento que todo se derrumba cuando escucho esas cinco letras. Todo dentro de mí se detenía cuando en el pasillo, luego de regresar del baño, ella caminaba con un suave zapatear que tenía la capacidad de hacerme querer arrodillar ante ella. Sé que suena estúpido y precipitado, y que apenas terminamos de rozar los dieciséis años, pero es que, - tomó una bocanada de aire – luego de enterarme de su verdadera edad, luego de entremeterse en su vida, luego de ir de ministerio en ministerio tras documentos de natalidad, luego y mucho más de qua la vi siendo bienvenida en unos brazos que son mucho más capaces que los míos, siendo besada como si el tiempo jugara a favor, devolviendo el beso frente a mis narices, – cerrando sus ojos, tomó más aire y pensó por un par de segundos – sé que no debería sentir nada de esto, y no lo digo porque sea o no prohibido, sino porque me estoy destruyendo en el camino hacia ella, cuando ella nunca me va a ver de otra forma que no sea como la compañera del asiento de lado, la amiga que se topa en un café y se porta celosa cuando la ve salir y/o hablar con alguien más ¡Dios!

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