Joven de dieciocho años, hallado muerto en su domicilio esta tarde de jueves, por mucho se cree que fue por una pelea, pero las evidencias, dicen lo contrario.
La muerte de Trevor Fernsby había dado la vuelta a todo el país, o al menos a las escuelas donde cada uno de los asesinos de Layi BerryCloth, había asistido.
—Se quitó la vida cuando supo que no iba a graduarse.
—Fue una sobredosis.
—Parece que se ahorcó.
—Lo encontraron en su tina, había hojas por todas partes, hojas de árboles como hojas escritas con su propia letra.
—Era una carta, de cuarenta y cinco páginas, dijeron que fue por amor.
—Mi padre es oficial, al parecer el chico si se suicidó en su propia tina con un veneno muy raro, lo hizo después de haber escrito una disculpa de doce páginas y una carta de amor de cuarenta y ocho páginas, acaban de encontrar el resto, pero no es muy legible por el agua que se desbordó de la tina.
La escuela mandó a todos sus alumnos a formación cívica, donde confirmaron la muerte de su compañero, pero también, confirmaron el aniversario de Layi, muerte de la que nadie nunca supo además de sus únicas amigas, de no ser por la carta que Trevor había dejado y las únicas partes que seguían intactas por el agua de su domicilio.
—En nuestra escuela, nunca había pasado algo tan lamentable como esto – dijo la directora – anunciar la muerte de dos de nuestros estudiantes, lamentablemente una muy tarde y la otra tan reciente, no es algo que alguien como yo, una adulta, una encargada como yo, debería hacer.
Todo el lugar estaba sumido en silencio y muchos en llanto.
—Nadie, jamás, debería de pasar por un dolor como este, ninguna madre o padre, hermano o amigo, debería tener esta clase de noticias, nunca. Nuestros dos alumnos si hoy bien se fueron como cuerpos, quedaran en el aire como colores, quedaran en el cielo como estrellas.
—Una al lado de la otra.
—Ambos – Evi trató de aguantar el llanto – ambos sentían lo mismo.
Emi tenía aún la nota que Layi le había hecho a Trevor, con su puño y letra, poniendo su confesión de amor. Y justo en aquel momento, donde todo el patio de la escuela se llenaba de coronas y aroma de flores, ambas, Evi y Emi dejaron las suyas, nada ostentoso, porque aquella amiga suya, nunca lo fue; rosas rojas, atadas con seda igualmente de carmesí, escribiendo en ambas puntas del moño hecho, el nombre de cada uno de ellos, además de haber prensado en el centro, aquel trozo de papel que siempre guardaron en cuerpo y alma, hasta que Layi se sintiera capaz de hacerlo por su cuenta.
—Por fin podrá decirle que lo quiere.
—Layi se quedaría en el limbo con tal de encontrarse con él, siquiera por un instante.
—Estoy casi segura – dijo, con los ojos nublados de llanto – que Trevor, una parte de él siempre la esperó.
—Debimos decirle en cuanto lo supimos.
—No, no debimos.
—Emi.
—Evi, Layi siempre nos pidió nunca atormentarlo con nada, aunque no la conociera, aunque no supiera de nosotros, ella siempre se aseguró de que cada día de Trevor, fuera lo más tranquilo posible.
Emi se echó a llorar, esto era demasiado, era mucho para manejar.
Layi nunca tuvo el amor que se mereció en vida, nunca tuvo la familia que quiso formar, nunca tuvo la boda en el campo que tanto pidió, nunca tuvo nada, ni siquiera a la persona que quiso tanto, luego de su hermana, hermana de la que nadie nunca supo ni sabrá.
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...