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Su cuerpo estaba ocupando apenas la mitad de la misma mitad de la mesa en la que la había puesta en un solo golpe y sin nada de esfuerzo, habiéndola tomado desde sus axilas a ahora sus muñeca pegadas fuertemente contra la pared afilada a piedra vieja y húmeda, sentada en la vecina nubosidad grisácea que les asomaba por las cabezas como si esta mismas quisiera ser parte del acto que se presenciaba en ese momento. Las voces de todos se oían como un coro del que no deseaba ser público, del que no deseaba ser parte, mucho menos cuando los comentarios, tomaron filo en su contra y dando vergüenza como si fuera objetivo de ello el escucharlos decir lo zorra que se veía cuando la realidad se empujaba a otro extremo, en que era una inexperta en lo que esperaban de ella, escuchando a demás que uno de los que la tocaba, le decía al que parecía ser uno de los protagonista, que a la próxima, tomara una cuyo cuerpo bastara lo suficiente para saber por dónde tomarla.

La menuda y única mujer que se encontraba entre seis pares de manos, estaba ahí, clavada y sin comprender qué hacer, sin saber por dónde salir de aquella casa en donde de pronto estaba con muchachos mayores que ella, con muchachos que ella no recordaba haber mirado a detalle pero que ahora estaban haciendo en ella varios de estos y siempre tomados a la fuerza.

Efectivamente, cada uno de los más cercanos a ella, comenzaron a tocar cuanto pudieron de ella, tomando su piel como si de algo moldeable o un juguete se tratara, mientras los dos que ella había clasificado como "protagonistas" se hacían a un lado a un sofá en aquella habitación azulada en la que estaban, fumando y observando sus celulares mientras los otros cuatros jugaban a comerse al ratón.

El juego había empezado desde las primeras horas en la que la habían tomado a su antojo y gana lejos de la institución, llevándola a rincones donde ni la misma oscuridad deseaba cruzarse y ni una sola voz además de las propias en aquel círculo de siete, se topara en esos aires, en donde estaba siendo empujada, tomada como si fuera una muñeca de trapo y nada más.

Pero las manos de él, las de él estaban ahí también...

¿Por qué? 

...

Las marcas seguían tan vivas como si fueran los primeros momentos de tenerla, como si no pretendieran dejarla y se quisieran establecer en su piel por mucho más tiempo, haciéndola recordar, justo frente a una Molly obligada a callar y una Claudyn que ayudaba a Adela a no solo "sanar" sino también cubrir las tres marcas de manera correcta con su maquillaje y productos demás por los que Adela no se interesaba a menos que estos fueran a ayudarla.

Molly había sido callada por la misma Claudyn cuando llegó al límite de sus palabras con respecto a la sucedido, luego de que salir del café una detrás de la otra, consiguiendo miradas de todo el mundo alrededor, viéndolas andar aprisa con sus bicicletas al lado y sus mochilas quejándose por lo rápido y agito que iban como si no hubiera un mañana.

Estaban en la casa de la principal molesta y en sí "víctima" de Grey y sus impulsos antes de ver los resultados inesperados de dos pinturas completamente parecidas con la otra como si en verdad, por alguna parte del destino, ambos terminaron dibujando a la misma muchacha en casi las mismas posiciones y con los rasgos gritando similitudes entre ambas.

Fue la voz de Claudyn la que sonó, estando parada entre las piernas de Adela que se sentó sobre el largo lavamanos que había en el baño, donde estaban las tres, viendo y esperando poder hacer algo.

-Aún sigo inquieta con las pinturas.

-¿Y tú decías que era mera casualidad?

-Bueno, lo sé muy bien, esto no puede ser ninguna clase de casualidad y muchos menos cuando este chico llega de la nada a nuestra institución y te muerde como si le pertenecieras.

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