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Los dos seguían tendidos en dolor y confusión, sin saber qué era lo que les acababa de pasar en medio de un lugar público. Ella seguía sobre él, y él debajo de ella con sus suaves y ligeros huevos estructurados pesándole. El cabello de Iri caí a ambos lados de aquel chico que no la dejaba de ver tal y como ella lo hacía también.

Las mentes les habían hecho una pasada en un solo instante, una donde no creyeron que nada malo podrías pasarle, y ahora estaban ahí, tirados, golpeados, con dolor y algo de sangre. Si Candri se enteraba de aquello...

Iri se levantó en cuanto pensó en ello, apoyándose del suelo y algo más que no supo nombrar, haciendo que Joe también tuviera la intención de hacerlo, ya que los ojos de muchos iban cayendo sobre ellos dos en cuestión de segundos, la cosa se alarmó cuando en el rostro de Iri se localizaron dos rasguños a causa de las botellas que se quebraron además de una herramienta que no debía de estar en ese lugar.

-¡Oye, tienes! –Dijo Joe, tratando de ignorar lo que pasaba en su entorno y prestar atención a la amiga de su novia.

-¿Qué acaba de pasar?

-¿Qué es lo que...? ¿Te encuentras bien? Oigan –dijo Joe, tratando de ahuyentar a todo el público que hicieron en un solo momento, logrando que varios de seguridad se movieran a ver qué se podía hacer ahora con aquella situación –Iri.

-¡Tómalo con calma! ¡Au, au, au!

-La que debería tomarlo con calma, eres tú –dijo Joe a Iri en medio de un pasillo repleto de cosas de un supermercado –vaya, nos tocará pagar esto y será todo tu culpa.

-¿Hablas en serio? ¿Aun estando en estas situaciones piensas hacerme la pela en medio de tanta cosa y tanta gente? No comprendo cómo puede Candri tratar contigo.

-Oye, está bien, tienes razón, lo que debería de importar ahora es esto, no creo que debemos de pagar lo que acaba de ocurrir, además, parece que la estantería no estaba en sus condiciones y aun así la dejaron ahí ¿me estás oyendo?

-Sí, sí, lo que sea –dijo ella, viendo al suelo como si no hubiese nada más que ver en el mundo.

Joe no podía dejar de ver a la chica y esos tres rasguños en su rostro, y el que era específicamente del destornillador de la estantería, se quedó marcada en la mejilla izquierda de la muchacha.

-Déjame ver –dijo Joe, sin pensarlo muy bien y tomando el rostro de Iri entre sus manos, jalándola a su lado, haciendo que sus ojos luminosos lo vieran, soltándola de inmediato cuando esa mirada le dio un empujón a una parte de su mente que no le gustaba despertar.

La soltó sin mucho cuidado.

-Ah...hay que ir...tenemos, tienes que ir a ver esas heridas, no sea que te queden por más tiempo.

-Ya lo sé, gran torpe –dijo, tocándose las heridas con cuidado y sintiendo la sangre correr y manchar sus dedos.

-Venga por aquí, señorita, traemos botiquín, lo sentimos, las cámaras grabaron todo lo que pasó –dijo la gerente del supermercado –pase, y podría venir su novio a revisión, en un momento regresaré con ustedes.

-¿Novio? –Dijo Joe.

-Solo da las gracias –dijo ella, caminando a donde la llevaban los encargados de la salud en ese lugar, sin voltearse a ver al chico que iba detrás de ella, imaginando la cara de Candri cuando viera y supiera lo que pasó esa tarde que fueron a buscar sus cosas.

...

Su amiga de ojos café con leche, se le quedó viendo un rato, confundida.

-Entonces ¿mandaste a tu amiga, Iri, con Joe, tu novio? Solo a comprar.

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