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Cada una de las fotos que colgaban en el hilo, cada vídeo que se había reproducido, cada espacio que se había marcado mientras Molly se encontraba dentro del cuarto revelador, mirando las fotografías que ella misma tomó.

Parecía imposible.

Todo aquello era en verdad imposible.

No podía tratarse de la misma persona. No podía tratarse de la persona por la cual había dejado de casa y viajado tantos kilómetros para protegerla.

Lo que más amargaba la situación, era el hecho de verla ser tocada y besada por alguien más, verla disfrutar cada roce, verla perderse con ese amigo suyo que, sin mucho acercamiento, era obvio que era mayor a ella, pero, a decir verdad, y aunque doliera admitirlo, en los ojos de aquel, solo se veía cuánto la amaba, y cuánto deseaba estar con ella. A pesar de lo que ha visto.

Habría que sumar todo.

Las pelucas, los vestuarios, su casa, su amigo, aquel camino que tomaba sola por la tarde y en compañía por las noches.

No podría tratarse de la misma persona.

Las manchas rojas en las que ambos amantes se envolvían, mientras él la llevaba a la cama; todas las herramientas que llevaba en brazos y espalda, más la sonrisa de satisfacción que mezclaba con una dosis de droga que consumía cada fin de semana en su casa.

Molly no podía creerlo, no. Mucho menos cuando volvió a tomar el archivo que logró conseguir en la escuela, y en una Casa Hogar en esa parte de Inglaterra.

Había registros que no cuadraban, cosas que no tenían nada de sentido.

Adela... ¿quién era en verdad Adela?

Ring.

Claudyn.

—Claudyn.

—Molly ¿qué carajos estás haciendo? ¿Por qué no contestas ninguno de mis mensajes? Tus padres no dejan de preguntarme si sigo en contacto contigo, llevas más de un mes sin asistir a clases, sin estar en el pueblo, sin contactarme por tu propia cuenta ¿qué diablos es lo que estás haciendo?

—C-Claudyn, no tienes que preocuparte por nada, mis padres saben que estoy d-de vacaciones, ya sabes, es parte de la rutina de mi psicóloga, recomendaciones para mi terapia.

—¿Irte miles de kilómetros fuera de tu familia y amiga es parte de la terapia, estando sola? ¿Qué? ¿Qué clase de psicóloga es esa?

—No, mira. Tengo que hacer esto sola o de otra forma, no podrá dar frutos y no costará aún más encontrar pistas.

—¿Pistas?

Mierda.

Había hablado demás.

Molly cerró sus ojos mientras salía del cuarto revelador, con el teléfono pegado a su rostro, pensando en cómo salirse de esta de una vez por todas. Pero ya era tarde, puesto que ser tercas y entrometidas era parte esencial del por qué ella y Claudyn se hicieron muy buenas amigas.

—Molly, dime de una buena vez qué es lo que estás haciendo ¿por qué te fuiste? Tú y Adela desaparecen de la nada y me dejan aquí tirada rodeada de idiotas, se van una después de la otra.

Ya no había otra forma.

—Es por ella.

—¿Qué? ¿Qué cosa? ¿De qué estás hablando?

—Claudyn, no puedo darte mayores detalles, y mucho menos por teléfono, tendrás que esperar a que yo regrese y pueda... contarte las cosas tal y como son o al menos intentarlo, porque ni yo puedo entender lo que está pasando. Es como si ambas nos hubiéramos enredado en hilos borrosos, nos suspendimos en mentiras por sus encantos, Claudyn, no logro entenderlo.

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