Adela tenía la pierna sobre un banco dentro del baño de las mujeres, acompañada por sus dos amigas más cercanas llamadas Molly y Claudyn, dos nombres muy suaves para la actitud de ambas chicas.
Las dos castañas miraban a la pelirroja de su amiga untar un ungüento en su muñeca que de pronto, tenía una marca como si un muerto la hubiese llegado a tocar o a llamar mientras estaba dormida, pero esa no era la razón. Por más que se le preguntara, ella no respondía más que "no es nada" y la idea de que ella misma se estuviera haciendo daño, no entraba en contexto ni por poco, lo que llevaban conociéndola, y tratando con ella, no les daba más que la idea de suicidio, era una broma para ella.
-Adela, por quinta vez en el día ¿qué diablos de pasó?
-Si lo vendas como la estás pretendiendo hacer, será muy obvio que algo te pasó y entonces el problema será más grande.
Ambas vieron a Adela cortar la venda inútilmente con unas tijeras, sin escuchar bien lo que aquellas dos chicas le estaban diciendo.
-Eres terca.
-Adela, por favor.
-Ya les dije que no fue nada, una simple estupidez, y si vuelven a preguntarlo o hacerlo notar frente a los demás, saben que no reaccionaré como esperan que lo haga, saben que odio la compasión y más si es mera actuación.
-Ya, ya, solo fue algo por decir, pero en verdad, sabes que soy igual de insiste, lo quieras o no –le dijo Molly, la más alta entre Adela y Claudyn.
-Eso en ti nunca cambiará Molly –le respondió la muchacha herida.
-Como sea, si quieres mantener esto en secreto, procura no andar enseñando el vendaje como si nada.
-Eso ya lo tengo calculado, si lo ven y me preguntan, habrán perdido más de algo en el momento, a estas alturas, ya deben de saber mi comportamiento.
-De nuevo, eres terca –dijo Molly, sin evitar cruzarse de brazos al ver la sonrisa de Adela sin verla a ella directamente, y algo se hizo dentro de esta jovencita alta.
-Bien, ya acabé, al igual que esta discusión, regresemos a clases antes de que nos vean y vuelvan a creer que estamos drogándonos o teniendo sexo entre las tres.
-Vamos entonces –dijo Claudyn, tomando la mochila de Adela para pasarla y la de ella.
Molly se le quedó viendo a la pelirroja, que notó su mirada encima y que la miró alzando una de sus cejas como si esperara que le explicara el por qué la estaba viendo de aquella forma, pero la respuesta no vino en los segundos que le dio para responder, fue cuando así comenzó tomando bien su mochila y caminando fuera del baño a la clase de arte. Sabía que ella, Molly, era muy apegada a la amistad con la que se llevaban por la vida, pero si Molly no era capaz de darle un espacio, ella entonces haría que se lo diera. Lo reclamaría sin importar nada. Una vez que salieron del baño, fue como si un reflector se hubiera hecho en sus personas, pues todos, hasta conserje y dos maestros, se detuvieron a verlas mientras andaban por el pasillo, en especial a la señorita Daliza. En un solo momento, todos se quitaron de su camino para dejarlas pasar, haciendo que en ese momento, dejaran claro una sola cosa.
Caminaron escaleras arriba, quitándose el suéter sin importar que las vieran, puesto que el mundo era su pasarela, la blusa del colegio voló a la esquina perdida dejándolas solo con una blusa de escote antes de que se colocaran sus batas encima para realizar un maldito lienzo, del que hasta el momento, Adela se sentía orgullosa de hacer y avanzar por tener un estudio en arte y dibujo pero en especial en pintura, y no era la única, el profesor que resultaba ser un muchacho joven y apuesto, también se sentía orgullosa de ella.
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...