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Las nubes eran fieles testigos de cómo aquellos dos sujetos iban siendo arrastrados por toda la vereda de algo que no comprendían, de algo que habían provocado y ahora no podían parar, de algo que no iba a tener perdón sobre nada, ni sobre ellos, ni sobre los otros cuatro que faltaba. La única persona que iba a recibir algo, era la que fue víctima de ellos, una víctima que todavía no tenía nombre, razón y color para ninguno de los cinco seguidores de Yves, con el que hicieron un pacto de seguirle hasta en los caminos más oscuros, claro estaba, que Trevor nunca pactó nada, pero el solo hecho de convivir con él de manera casi en alma, lo comprometía, en alta o bajas.

Y eso fue lo que más devastó a la chica de aquel atentado. Verlo, verlo entre aquellos muchachos que ella clamó no conocía, que ella prometió nunca mencionar a nadie si la dejaban ir mucho antes de lo que tenían planeado. Pero ese no era el plan.

Como no era el plan que Layi y Trevor se acercaran por primera vez en una situación tan dolorosa.

Como no era el plan que Layi conociera la verdad detrás de aquel chico por el cual se interesaba en todo el tiempo de tu vida.

Aún quería saber cómo fue como la conoció y porque la llevó a un castigo que se volvió más bien un calvario de principio a fin, comenzando con juegos y palabras y terminando en alambres lastimando su piel.

Yves llevaba de la manga de uniforme a Trevor, que alcanzaba perfectamente las zancadas que este daba con sumida furia y desesperación. Lo que no entendía, porque el cambio tan repentino y porque insistía en llamar a Xavi o a Dan, ni siquiera Joe o Grey parecían responder las llamadas desde hace ya más de cuatro meses.

Lo último que Dan le había dicho a él, a Trevor, fue una pregunta tan acertada y puntual sobre lo que sentía y pasaba pensando.

Layi.

¿Dónde estaba la chica? ¿Se habría ido del pueblo o del país? ¿Habrá ido a un hospital a tratarse? Pero de ir a un hospital, las preguntas de las enfermeras o doctores la habrían bombardeado desde la entrada, habrían hecho muestras y exámenes para asegurar de qué fueron todos esos golpes y si hubo violación de por medio.

Los resultados habrían marcado que sí, habrían encontrado cinco muestras diferente de semen y el ADN de Trevor por todo su cuerpo.


...


—La besaste. Vi – pausó Dan por su propia cuenta – vi que la besaste.

La voz de Dan de pronto se sintió a su lado, sin un teléfono de por medio, pero más bien, como si verdaderamente estuviera hablando con él en persona. Como si Dan estuviera a su lado recordándole aun más lo que tanto ha venido arrastrando desde hace ya más de un año.

Trevor no podía olvidar como el terciopelo rojo y violeta y estropeado de aquellos labios rosados, se sintieron debajo de los suyos. Temblaban y lloraban por él, para él. Por un breve par de segundos, al fin pudo tocarla, tocarla como ella merecía, besarla como ella merecía, al menos una de las muchas formas en la que ella merecía ser besada y tocada. Al fin pudo ser uno con ella, en un tiempo de tres segundos y dieciocho milisegundos, justo antes de que entrara Dan a avisarle que tenía que dejar, que tenía que tranquilizarse sino quería que Yves lo viera todo y las cosas empeoraran más.

—¿Cómo se sintió? – Preguntó Dan. – Besarla ¿cómo se sintió?

Aquellas letras formando una oración, formando un clavo más que ensartarle en la piel, fue todo lo que resumió aquellos meses de no saber nada sobre la chica que besó luego de haberla quebrado por completo, aquella pregunta, resumió todo lo que en su cabeza había.

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