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La puerta estaba en su espalda, mientras su vista estaba plena a lo que miraba, a lo que la película ahora se le hacía una sola en sus esquinas de los ojos. Llevaba las manos ocupadas y la mente algo alentada en la imaginación. Esa escena era realmente inesperada, una que no creyó poder ver o que ni siquiera pudo imaginar alguna vez. No sabía qué pasaba, pero mejor salió de ahí, de aquel cuarto cerrado de la biblioteca, y se fue a otro, a trabajar la parte que le tocaba.

Dejándolo.

....La habitación era algo cerrada, quizá lo suficiente como para que una mente se volara a uno y mil pensamientos, además de recuerdos fundamentados en sueños, tal y como le pasaba a él, tal y como en esa posición, donde su cabello de hilos dorados, se alborotaba. Sus brazos se posaban relajados, sus ojos se mantenían cerrados y su boca entreabierta por lo que pasaba en su mente, una vez más, como la cuarta o tercera vez ya.

....

-¿Es ella?

-En efecto.

Ambos apoyados en la pared de la puerta de salida y entrada. Ambos, sin dejar de ver hacia la puerta principal, donde se paseaba un aura muy curiosa.

-¿Es ella? –Preguntó ahora el otro.

-Bien lo dijiste, en efecto, es ella –dijo el otro.

-¿Y qué me dices?

-¿Qué quieres qué te diga? –Le dijo ahora mirándolo a él con sus ojos fijos y luminosos, sin ninguna expresión como de costumbre.

-No puedes negar que es algo por lo que valdría la pena.

-No lo estoy negando, solo...no estoy detallando ni mencionando nada aún, esto requiere de más cuidado si no quieres verte como un idiota.

-Lo que sea, ya sabes qué es lo que quiero.

-Entonces, deja que me lo piense mejor.

-Vamos, esto no es de pensar mucho ¿Cuándo te he fallado? Dime.

-¿En verdad quieres que te detalle una decena de ocasiones? Ni siquiera yo sé por qué sigo hablándote o teniendo una relación contigo, pero ya te dije, y eso no es dar un no, por el momento, voy a pensarlo, eso es todo lo que haré y no más, no presiones ni mensajes, nada con respecto al tema o te juro que no respondo bien.

-Siempre tan antisociable.

-¿Y los demás?

-Siguen de viaje, menudos idiotas, los necesito y ahora no están. Aunque la idea de que sigas aquí, me da risa y pena a la vez. Pero si lo que te preguntas es si ellos saben, déjame decirte que...

-Eso es todo lo que necesitaba escuchar –dijo, incorporándose mejor, viendo una vez más hacia la puerta principal del lugar –te daré una respuesta en dos días.

-¿Dos días? Vaya, menos tiempo del que antes me has dado en pensar algo.

-Estamos hechos del mismo filo ¿no crees?

-Siempre lo he creído, desde aquel incidente en kínder. Como sea, estaré esperando a lo que puedas o no decirme, espero sea algo bueno.

Ambos se vieron ahora, de forma casi amenazante y fulminante, como de espera a algo. Y sin más, se alejaron en el pasillo largo, distanciándose uno del otro, caminado a lados opuesto, como solían hacer desde ya hace mucho que llevaban esa extraña amistad, si es que se le podía llamar amistad...

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