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El aire soplaba suave, levantando sus faldas y sus sueños, acariciando el silencio de sus labios y besando el ruido rosa de sus mejillas. Era una tarde templada y tropical en aquel rincón del mundo, donde tan solo parecían ser dos personas en todo el planeta... donde solo parecían ser dos personas las que importaban sin más ni menos.

Una de ellas parecía tener un mal presentimiento, uno que era muy palpable incluso cuando dijeron o más bien, prometieron no decir nada cuando estuvieran a la intemperie.

-Luces incómoda.

-Lo estoy.

-¿Se debe a lo que comentamos hace dos semanas?

-Sigo sin encontrar respuestas, he tratado de todas las formas posibles y sigo sin nada en las manos.

-Las cosas llegan cuando tienen que llegar, y recuerda lo que te dije, más vale que actuemos con cautela ante cualquier cosa o el plan se nos irá de las manos mucho antes de lo que podamos creer y ver.

-Estoy tratando de hacerlo, dame tus zapatos.

-No tratas con todas tus fuerzas, gracias.

-¿Y cómo quieres que lo haga si todo esto me tiene hecha un nudo?

-No sé siquiera cómo poder ayudar a un pez a vivir en una pecera o bien a ponerme mis panties de la forma correcta.

-No necesitaba saber eso.

-Pero yo sí necesitaba decirlo, así que te aguantas.

La briza era comestible en aquella playa. Estando solas un fin de semana...

-Estás muy preocupada cuando te dije que no dejes tus sentimiento ir directo a la carnada, tenemos que actuar...

-...en silencio, lo sé, es tan solo que... no puedo hacerlo cuando esta confusión me está comiendo entera. Quiero saber todo, comprender lo que está pasando lo que piensas tú lo que piensa el objetivo al que vamos... no quiero quedarme con nada, con nada en absoluto, sabes perfectamente que odio quedarme a medias y que...

-...y que siempre buscas tener lo que quieres y deseas a toda costa. Sí, lo sé, te conozco muy bien si me dejas decirlo. Aunque sería tonto que no me dejaras hacerlo después de todo esto que hemos pasado juntas.

El silencio se hizo una vez más.

Estaba preocupada por ella y por donde aquellos sus sentimientos serían capaz de llevarla con tanta fuerza que no lo notaría hasta estrellarse en el asfalto de forma fuerte y rápida. Para ello entonces, apresuró el paso de su acto e intentó desviar todo de su mente como de la mente de la chica que la acompañaba bajo el cielo que vestía ese perímetro europeo...

Una juguetona sonrisa se plantó en sus labios cuando encontró en la caminata, un pequeño muro donde saltar y caminar mientras a la mente le venía alguna canción que poder usar de su infancia a ahora...

-Oye ¡Oye! ¿Qué haces?

Escuchó como la otra chica la llamó cuando saltó sobre el muro de cemento y flora, comenzando a caminar manteniendo el equilibrio posible.

-Te vas a caer.

-Solo si dejo que pase.

-Tu lógica es la más estúpida que he escuchado.

-¿Recuerdas una de las canciones que no enseñaron o bueno...enseñaban cuando eras un crío? Una de esas canciones que al pasar el tiempo, notas y puedas diferencias lo que te hacen cantar.

-Sí, los maestros son una mierda con el pasar del tiempo. Poner a cantar a un niño la canción de un amigo que muere, o de un muñeco que necesita el cambio de corazón o podrá morir o cosas por el estilo hasta que creces y calculas lo cruel que fue.

SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora