2. Trevor.
— Él... e-él estaba.
— ¿Qué?
—E-él...
Sabía perfectamente que hacerla hablar era lo último que tenía que hacer en aquella situación que golpeó más de la puerta, sin aviso, sin invitación. Lo sabía, pero, aun así, estaba curiosa por las ensangrentadas palabras que soltaba aquella.
— ¿Quién q-quién estaba ahí?
—Estaba, ahí.
Justo después de esa declaración que no necesitó más sílabas, un nombre o una descripción, para comprender de qué se trataba y quién estaba ahí enrojeciendo el suelo con la sangre de aquella chica, pintando a carmesí sus manos, brazos y pecho.
Mancillado corazón.
Él estuvo ahí.
Estuvo. Fue. Hizo.
—Él.
—Calla – dijo suavemente, mientras a alcohol y paños, intentaba limpiar toda una noche de los poros de la frágil criatura.
La noche las consumía en totalidad; era la primera vez que parecía que esta las había traicionado por caminos separados que terminaron despozolándose en la puerta de una casa, como si se tratara de un martillazo que no definió por dónde golpear o si era correcto golpear una vez por dos.
Dolía y dolía carnal, mental, emocional y espiritualmente.
No dejaban de caer gruesas lágrimas del rostro parchado de círculos violetas de donde brotaba más sangre, a la larga que no dejaban aquellos hinchados labios de mencionarlo a él. Él. Él y solo él.
Dolía, ardía, pesaba y amargaba.
Cayeron sobre un caliente abismo, uno insoportable del que parecían querer desprender todo y huir lejos, nunca haber conocido la vida y mejor haberse retirado comprando un boleto de regreso al abismo, donde nadie era visto, nadie era medido, nadie era tocado o sobornado con palabras o simples miradas. Deseaban correar y meterse entre los arbustos, o bien cavar un agujero y con suerte encontrar un conejo que las llevara lejos, acogiéndolas en una casita donde pudieran quedarse de por vida sin la necesidad más que la del aire. No pedían mucho, ninguna de las dos presentes en ese oloroso y marcado cuarto, lo pedían así.
Sintió la muerta cuando escuchó de aquellos maltratados labios, algo más.
— ¿Por qué? ¿Por qué e-él?
...
Por debajo de la luz del alba, en una mesa de piedra, estaban aquella chica que, en dos semanas, logró estar en el cuadro de honor, acompañada del muchacho más antisocial de todo el instituto.
Si bien Trevor era conocido por fácil habla y su alta capacidad de convencer a las personas, en su mente había cosas de las que nadie se iba a enterar nunca, ni el mismo Dios, ni siquiera satanás mismos cuando este llegara a dar una vuelta por visita a la ardiente casa de un vecino como tal.
Su nuevo juguete, como era llamado por todos en el instituto, era esa tal Hanadriel, que no pintaba más que misterio tras misterio, sobre todo por esa acentuada pícara inocencia que lanzaban sus ojos cuando se fijaban en Trevor.
—¿La llevará a la cama?
—¿Crees si quiera que a Trevor le gusten las chicas?
—¿Qué? ¿Acaso es homosexual?
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...