Molly se le había escapado a Claudyn en el momento menos inesperado, y todavía no lo había notado luego de haber pasado tres días enteros buscando información relevante hacer de las chicas cuyas caras habían sido removidas de la historia.
Tal y como Adela no Adela, había dicho en silencio desde el comienzo.
Ninguna de las dos parecía tener una remota idea del por qué tanto alboroto, qué era lo que había empujado a esta chica de apenas dieciséis a planear cuatro o tres jugadas de ese grado y cambiar con ello, de pueblo, casa, apariencia y vida ¿qué tan importante era como para cambiar su identidad en menos de un chasquido? Porque en ello sí, ambas concordaban que Adela, o como se llamara la chica, ciertamente venía de una familia rica, que al menos esa parte de sus informes no erraba, más bien carecía de especificaciones que fueron cubiertas por cada una de las instituciones a las que pareció asistir todo este tiempo.
A Molly le importaba así de mucho como para haber pagado varios castigos institucionales en su propia escuela con tal de conseguir lo poco que tenía entre sus manos. Aun así, y con los ánimos en cielo del suelo, Molly salió a temprana hora a ciegas de su amiga Claudyn hacia la escuela que vieron en la foto, foto que no podía sacarse de la cabeza.
— ¿Quién diablos eres Adela?
Por ser una institución de alta privacidad, los horarios eran diferente y extravagantes algunas veces. Eso de poder entrar a las cinco de la mañana porque a las cuatro ya estaban sus puertas abiertas, pero las clases comenzaban a las siete y terminaban a las quince horas, pudiendo salir con toda libertad al medio día.
La seguridad era otra historia, había cámaras por cada metro, un aparcamiento para estudiantes de todos los grados, con una vigilancia de día completo, el uniforme podía ser alterado por una prende que no fuera o bien, los estudiantes podían llegar de vestimenta particular cuando quisieran. Aquello era de verdad, algo a lo que ella nunca se iba a acostumbrar, demasiadas comodidades y realmente, no lograba entender puesto que venía de una escuela donde hasta respirar era prohibido.
Las seis y treinta y ocho de la mañana y ya había uno que otro alumno sentado en las bancas de piedra, bebiendo café y haciendo o fingiendo hacer tareas.
El objetivo de Molly aquella mañana era poder colarse en la dirección o administración o registro, donde sea que pudiera sacar información de Grey y posiblemente de A.... de la chica, pero nunca tomó en cuenta la cantidad de cámaras y policías de seguridad que tenía que cruzar para conseguir unos simples papeles.
Mierda.
Los minutos iban pasando y con ella sus ganas de entrar. Molly pensó que liarse con una chica de la escuela, que se inclinara a ayudarla, podría ser mejor que cualquier otra cosa, darle unos motivos pesados pero que sonaran honestos con tal de conseguir los documentos aunque al final todo fuera una mentira como que Grey era su hermano, o como que la chica era la hija de una señora importante y que era una situación de vida o muerta y vaya que la última opción no estaba tan alejada de la realidad.
Como fuera, Molly no tuvo suerte con nadie hasta el momento. Las chicas en aquel pueblo eran mucho más finas, elegantes, de las que te ven de soslayo y siguen su caminata para burlarse de tu ropa en la vuelta, y eso que Molly pensé estar usando algo apropiado, pero no era así, parece ser.
—¡Mierda contigo Evi! – Se oyó una voz ayuda reventar en aire, acompañada de una risa juguetona.
Molly giró su atención hacia el lado derecho de donde provino aquella voz, cuya dueña era tan delgada y menuda como lo esperaba, y lo era también la chica que la acompañaba. Ambas riendo a altas voces con un helado casero entre sus manos, al parecer la chica llamada Evi, había hecho que la otra, la que gritó, ensuciara su camisa blanca.
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Seis
Mystery / ThrillerSeis y contando Cinco y contando Cuatro y contando Tres y contando Dos y contando Uno. La venganza se cobra ¿verdad? La venganza se paga ¿verdad? La venganza tiene un color ¿qué tal si no es el que debió de ser? Ella. Ella. Novela de término fuerte...