8. . . . . .

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Gritaba, recordó que esa vez gritó y la hicieron gritar como nunca antes.

El dolor recorriendo todo su cuerpo, el ardor, el odio, el coraje, la debilidad, su vida se estaba cayendo como un castillo, ladrillo por ladrillo, le estaban demoliendo todo lo que creyó una vez firme e invulnerabilidad. El momento, cada segundo que pasaba era como si le estuvieran sustrayendo algo de su vida en un soplido.

Su espalda nunca estuvo pegada a su sudor y dolor, hasta ese momento...

Sus piernas nunca estuvieron tan flojas y temblorosas, hasta ese momento...

Sus brazos nunca estuvieron tan adoloridos y marcados, hasta ahora...

Su cabello nunca le había sido tirado de esa forma, hasta ahora...

Sus labios nunca habían sido tomados de esa forma, hasta hora...

Casi no tenía voz, ni fuerza, era como si la succionaran, como si tomaran todo de ella en un solo parpadeo.

Le dolía su piel, cada centímetro de su ser, le dolía hasta haber tomado esa vuelta que nunca tuvo que haber tomado...

Uno...

Dos...

Tres...

Cuatro...

Cinco...

Sus ojos localizaron pronto a un sexto, un que se pasó por cada poro que la conformaba...

Todo estaba frío, congelado, quieto e infernal a la vez, no quería nada más que salir corriendo y no regresar nunca a la calle, no quería ni estar en casa, no quería ser ella nuevamente, quería cambiar de piel y no volver nunca a ser esa que quedó ahí, afuera, aquella que subía las gradas, con la blusa mal abotonada, la falda mal puesta, las piernas sin control alguno, su cabello alborotado, sus labios sangrando, su cuellos, mano, brazos, piernas y entre pierna marcados.

-¡Ah! ¡Agh! –Respiró profundo -¡Uff!

Se tomó del barandal de las gradas de su casa y tomó fuerza de alguna parte.

-¡Ah! ¡Ah!

Se sentó a cómo pudo, llegando golpeada, sangrada, abusada y violada a la puerta verde de su casa.

...

Se vio una vez más al espejo y suspiró. Se tomó el cabello en una coleta esperando a que algo mejor pudiera pasarle en ese momento, pero no fue más que el sueño el que vino a abrazarla para que se fuera a la cama dos horas antes de su hora normal de descanso.

Apagó la luz de su baño y se lanzó a su cama, tomando su almohada, pensando, pensando en una sola cosa o en varias a la misma vez.

Cubrió su cara con ambas manos, dejándose ir por un vacío que conocía bien...

...

-¿Entonces no tienes pareja?

-No –le dijo ella –y tú tampoco, aunque en verdad creí que eras novio de Cassie.

-¿Por qué?

-Ya sabes, la forma en la que te miraba como si dependiera de ello para vivir, era una de esas miradas que hasta los hombres aman que les den.

-Creo que sol exageras –caminaba hombro con hombro con ella.

-No, en verdad, esa chica creo que almacena mucho amor por ti dentro de ella.

SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora