Capítulo 37: Alejandro el poseído.

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Azamel. En su tiempo, había sido llamado "El nuevo diablo" debido a su tremendo poder, pues este era casi superior al rey del infierno. Con capacidades que iban más allá de lo que los demonios podían hacer. Fue el causante de 2 de las guerras más brutales entre ángeles y demonios en su tiempo. Hasta que entonces, dios se encargo de el. Por supuesto que reencarno, pero viviendo en el cuerpo de una niña, esa, era Tatiana. 

Pero ahora, las cosas eran diferentes. El estaba libre y usaba el cuerpo de un conector, de Alejandro para ello. 

En ese enorme edificio, cuya altura se asemejaba a la de la enorme pirámide. En el ultimo piso el estaba en lo que parecía un sofá enorme. El estaba sentado allí, de piernas cruzadas viendo el enorme y destrozado paisaje. Su galera cubría sus ojos, pero se veía aquella sonrisa, una que enseñaba ligeramente los colmillos demoníacos que poseía. 

Unos enormes aleteos comenzaban a escucharse, era uno de aquellos demonios de piel roja, siendo llevado por los otros que volaban. Este lo dejo frente a Alejandro y al instante el hizo una reverencia.

-¡Señor! -Dijo con un tono apresurado- ¡Hay problemas! 

Poco a poco, el demonio elevó la mirada, enseñando aquellos ojos negros. Una mirada fría y malévola estaba frente a el.

-¡¿Ha?!

Allí, a varias calles, se encontraban Tomas, Faku y Ezequiel, quienes caminaban viendo el destrozado lugar.

-¿Como puede haber un tremendo desastre en estos lugares? -Habló Tomas viendo a su alrededor-.

-¿Eso significa que ese demonio es... Tan poderoso?-Faku dijo viendo al frente-.

-Puede ser. -Al igual que el joven de piel morena, el estaba atento al frente-.

En esos momentos se escuchó una enorme explosión, y entre las casas, una  gran nube de polvo creció allí.

-¿Que demonios es eso?

Tomas apretó sus puños.

-Yo investigare como pueda este lugar. Ustedes vayan a ver.

-¡Bien!

Y así, los 2 jóvenes haciéndole caso a su líder, se fueron corriendo en dirección a esa explosión. Dejando al castaño totalmente solo.

-Muy bien... -Dijo llevando su mirada hacia el edificio que sobresalía entre todos los que estaban allí- Debería esperar a que mi equipo llegue...

En la entrada a la enorme ciudad. Tatiana estaba sentada en esa roca, viendo al suelo en silencio. Tenía su esperanza en esos 3 jóvenes, en su mente pasaban aquellos instantes en el que estuvo frente a ellos. 

"-¡Por favor salven a Alejandro!" 

El niño la miraba y se acercó a ella para sentarse a su lado, no sabía que decirle, estaba nervioso, por lo que se quedó allí. Tatiana notó aquel gesto, cosa que le hizo mostrar una leve sonrisa. Pero luego volvió a mirar al suelo, parecía estar pensativa, otro recuerdo pasaba por su mente. 

Un tiempo atrás, antes de que todo aquello sucediera.

Allí, un Alejandro totalmente destrozado, estaba en el suelo, trataba de levantarse, tosía un poco, pero cada vez que lo hacía solo escupía sangre, levantó la mirada con enojo, para admirar a su oponente, un hombre vestido de sacerdote, lo observaba atentamente de manera fría.

A unos cuantos metros de ellos estaba Tatiana, asombrada de lo que estaba viendo, asustada y preocupada por aquel joven. Ella apretó sus manos y corrió hacia el para ayudarlo.

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