- Él es mi novio...
Tras separar sus labios de los de aquel sujeto, Fiorella volteó y vio al castaño con una sonrisa. No había una sola palabra, se sentía como un idiota, una presión en el pecho empezaba a molestarlo, era un dolor mucho más profundo a comparación de todo lo que había sentido antes. Era una herida que no parecía poder sanar.
El rubio, alto que usaba una camisa bordo con unos 2 o 3 botones abiertos en un intento estúpido de hacerse el galán, pantalones y zapatos elegantes negros. Parecía alguien que había salido de una fiesta. Este miraba a la rubia en completo silencio.
La chica rodeó el brazo del rubio con una sonrisa. Tomas la miraba, ignoraba al otro sujeto, pues si llegaba a fijarse en él, una gran rabia ciega controlaría su mente, solo podía verla a ella, pues de alguna forma el daño era menor.
Sus ojos mostraban calma.
- E-Espera Fiorella... ¿Es enserio lo que me estás diciendo?
La rubia no mostraba otra cosa que no fuese una sonrisa.
- Claro que sí. Me escapé de la escuela y paseé por la ciudad hasta perderme aquí. Así que después de pedirle ayuda... Me quede en esta plaza esperando a mi novio. Lo siento si no te lo dije, no creí que eso te interesara.
El castaño no sabía que decirle, solo se concentraba en ella. El rubio observó a la joven.
- Volvamos. Se hace tarde.
- Si, mi amor...
Dijo la chica besándole la mejilla.
- Gracias por la charla Tomas, pero ya tengo que irme.
Abrazando el brazo de aquel sujeto, ella simplemente se retiró con él. Verlos irse, era casi como si una luz se apagara poco a poco hasta quedar completamente en un cuarto oscuro. No sabia si era por la nostalgia, tal vez era por que, por fin, pudo recordar quien era aquella hermosa chica, pero sin duda, algo en él estaba roto.
De su bolsillo salió un doblado cigarrillo suelto que le pidió a Thom por la mañana. De ese mismo bolsillo sacó un encendedor que uso para prenderlo. El humo del tabaco empezó a inundar su nariz y a elevarse lentamente hasta desaparecer en la nada.
Aspiro, tragó y sopló lentamente pero no podía sentir esa calma que le transmitió al inicio, no podía sentir como la tensión se iba, como se calmaba. El cigarro entre sus dedos temblaba suavemente al igual que su mano.
Una niña lo estaba mirando a lo lejos.
- Mamá... ¿Está llorando?
La niña lo apuntó con curiosidad. El chico estaba sentado en esa banca, solo, el cigarro fue a sus labios y su mirada parecía enfocarse en la nada mientras las lágrimas caían lentamente.
El cielo se oscureció, la noche cayó en la ciudad. Los pasos de la joven eran muy silenciosos y tranquilos, frente a ella, aquel chico rubio que miraba al frente con seriedad.
- Fue muy razonable lo que hiciste.
La voz seria del hombre hizo que ella bajara la mirada un poco. Se suponía que aquel chico era su novio, pero se veían bastante distanciados.
- Tuviste la oportunidad de pedir ayuda. Y sin embargo viniste... Eres extraña...
Mantenía la mirada baja, sus ojos mostraban bastante tristeza, ella juro no pedir ayuda, no depender de nadie, tampoco quería involucrarlo de nuevo como paso la última vez.
- Así está bien.
Susurró ella en voz baja, una voz que perdía toda esperanza.
- Así está bien...
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The Legend Of T
AksiTomas es un joven normal con extraños poderes. A sus 16 años inicia en una nueva escuela, sin embargo, ciertos acontecimientos revivirán una vieja meta que se impuso desde niño. Conseguir un equipo y salvar al mundo.