Capítulo 30: Las alas de fuego indestructibles.

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Frente a el había un demonio, un chico rodeado por un aura negra que simulaban ser tremendas llamaradas, a sus espaldas, 2 enormes alas hechas con ese mismo fuego, que parecían moverse de arriba abajo lentamente, unos cuernos no tan largos saliendo de la frente del chico, sobresaliendo sobre su fleco negro. Eso era lo que el anteriormente había mencionado.

La fase más poderosa de un tipo demonio. El modo Posesión.

Los puños de Tomas temblaban. Sentía el sudor bajar más y más de sus mejillas, como si fuese una canilla goteando sin parar, trago saliva, sentía sus labios secos sin ninguna aparente razón. Dio un paso atrás sin darse cuenta, notando ese ligero miedo ante tal presencia.

-Este es el poder... Mi poder, el del más fuerte del mundo.

Habló con una voz grabe y seria, una que podría aterrar a cualquier chico, dio un paso hacia adelante, las luces del lugar parpadeaban un poco, había un verdadero monstruo frente a el.

Frente a la enorme puerta de cristal de la entrada de aquel centro comercial, continuaban los 3 jóvenes quienes estaban asustados, pero tragando su miedo estaban esperando a ver que pasaba. Sin embargo ante el temblor, se alejaron de la puerta y mantuvieron una distancia notoriamente segura de la misma.

-¿Eso fue... Un temblor?

Julio aun temblaba de miedo. El joven se retiro sus lentes para tratar de asimilar lo que sucedía.

-¿Que esta pasando ahí dentro?

-Sea lo que sea... No me gusta.

Dijo el joven de piel morena muy nervioso, los 3 no sabían que hacer, simplemente esperar a que alguno de los 2 saliera de aquel lugar.

La tensión del lugar aumentaba, las gotas de sudor continuaban bajando, simplemente admirando aquella figura demoníaca que estaba frente al castaño, una figura que con aquellos ojos purpuras lo observaba con mucho odio, una mirada asesina al 100%

El pie derecho de Rein se movió hacia adelante, y sin si quiera darle un tiempo a Tomas de asimilarlo, apareció frente a el para lanzar un tremendo puñetazo al rostro de nuestro protagonista, quien, reaccionó tarde, pues sintió de lleno aquella fuerza que simplemente lo mando a volar, sin embargo, mientras el cuerpo del joven salía disparado metros hacia atrás, el contrario elevó su mano y en un movimiento rápido la bajo, haciendo que una de aquellas enormes alas negras, lo estampase contra el suelo, actuando como si fuese un martillazo brutal, dejando un pequeño cráter justo donde el cuerpo de este se encontraba.

Ante tal impacto, los ojos del castaño se abrieron y no pudo hacer nada más que gritar y vomitar sangre. Tratando de mantenerse consciente, logro observar como en ese entonces, su oponente elevaba ambas manos solo para al final bajarlas, haciendo que sus 2 enormes alas comenzaran a lanzarse hacia el, lanzando golpes descomunales contra el, sin embargo, logrando reaccionar rápido, aplico fuerza en sus piernas para elevarlas e ir llevándolas hacia atrás, logrando dar un giro algo torpe, pero que sirvió para poder evitar uno de aquellos brutos golpes.

En ese punto, el quedo arrodillado en el suelo con las manos apoyadas también, solo para voltear y ver nuevamente una de aquellas alas ir hacia el, con total asombro, sin embargo, no era tiempo de admirar, logro dar un salto y volver alejarse del impacto, hasta que con la distancia justa, se puso de pie tambaleándose un poco, pues el golpe anterior lo había dejado algo aturdido.

No podía pensar, ni siquiera podía tomarse el tiempo para ello, pues tenía frente a el a un verdadero monstruo, sentía los 2 hilos de sangre bajar por su labio inferior, sin embargo, no parecía ser algo que le llegase  a importar en tal momento.

-¡Muere!

Con esa voz grave y seria, Rein pronuncio esa simple palabra, para comenzar a caminar hacia el, elevó su mano derecha hasta la altura de sus labios y la movió hacia la derecha, haciendo que la enorme ala diestra se moviera y se lanzara contra el, al instante el castaño comenzó a retroceder dando pequeños saltos. Rein, usando ahora su mano izquierda, la movió hacia dicho lado, provocando que ahora el ala zurda lanzara un golpe, y así estuvo una y otra vez con cada mano, controlando a las 2 para que estas comenzaran a lanzar brutos martillazos, los cuales llegaban a ser esquivados mediante leves saltos.

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