Aquel hombre mantenía esa sonrisa tranquila, observando a Thom con total atención, quien, solo tenía una mirada de odio ante ese hombre, odio que, conforme los segundos pasaban, más grande se hacía, no importaba cuanto tiempo pasara, las ganas de querer echarlo el mismo a patadas de la casa le sobraban.
-Ha pasado tiempo Thom ¿como has estado?
-Mucho mejor con tu asquerosa ausencia.
-¡Thom!
El hombre puso su mano frente a la mujer quien estaba por regañar a su hijo, este solo soltó una risa leve mientras lo miraba.
-Déjalo, está bien -Dijo él sonriendo- de todas formas, yo estaba por irme.
El joven no le dijo nada, ni siquiera despegaba sus ojos furiosos de ese hombre, quien, con tranquilidad simplemente salió de la casa, con la ayuda de la mujer quien una vez cerró la puerta, suspiro ciertamente aliviada.
-¿Cuánto tiempo lleva ese tipo aquí?
Preguntó el joven enojado, su madre mantenía la mirada baja, sus manos temblaban levemente, estaba muy nerviosa.
-Desde que saliste a la tarde -Dijo ella, caminó y se sentó en una silla- ¿Sabes a quien le estabas hablando así?
-Si y no me interesa -Dijo el con seriedad- No quiero ver a ese maldito en esta casa.
Carmen tomó una caja de cigarrillos que se encontraba en esa mesa, de esta saco un cigarro el cual llevó rápidamente a sus labios y lo encendió. Una vez lo hizo, lo retiro para soplar el humo, suspiro.
-No tenemos opción Thom, él tiene toda la libertad de venir cuando quiera -Dijo ella mirando al suelo- Somos sus esclavos...
Thom solo chasqueo la lengua de asco y con enojo subió las escaleras hasta llegar a su habitación, donde una vez entró se encerró allí, lanzó su mochila con todas sus fuerzas contra una pared y se recostó en su cama.
Su mirada se quedó pegada al techo, recordando la mirada asquerosa de ese tipo, sus palabras y su voz simplemente le daba asco todo de él, cerró los ojos y no dijo nada. Cuando menos se lo esperó terminó por quedarse dormido.
El otro día era muy tranquilo, eran inicios de otoño y muy pronto la gran ola polar arrasaba la ciudad, mucha gente usando abrigos con tal de no sufrir las consecuencias después, Tomas no era la excepción, con su típico abrigo verde caminaba directamente hacia la escuela como todos los días, estando a una cuadra frente a él, pasó alguien que conocía.
Thom, quien ahora, tenía el flequillo de un color amarillo dorado pasaba mirando al suelo con seriedad, tenía sus audífonos puestos, por lo que no prestaba mucha atención a su alrededor, únicamente a sus pasos.
El castaño se le quedó mirando en total silencio, no quería molestarlo, solo lo dejo pasar y al verlo a unos cuantos metros lejos de él prosiguió su camino, con muchas dudas en su cabeza sobre lo que estaba pasando.
Pronto él y sus 2 amigos se encontraron, como era de costumbre se saludaron y charlaban. En lo que entraban a la escuela, el joven logró ver a su amigo allí, mirando al suelo, sin dudarlo más, se acercó a él.
-Oye Thom.
Este volteó rápidamente para verlo.
-Tomas, hola.
-¿Estas bien? -Le pregunto el mencionado con curiosidad- Te ves... Distraído.
-He tenido una noche pesada, pero no es nada que no pueda remediar.
-¿Estás seguro?
-Muy.
Thom mostró una sonrisa y acercó su puño a él, este no dijo mucho, ambos chocaron sus puños y este se dispuso a irse a su salón.
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The Legend Of T
ActionTomas es un joven normal con extraños poderes. A sus 16 años inicia en una nueva escuela, sin embargo, ciertos acontecimientos revivirán una vieja meta que se impuso desde niño. Conseguir un equipo y salvar al mundo.