Capítulo 4

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"Recuerda que tienes un motivo." Me dijo Kalous.

"Ya lo sé." Gemí sin abrir mis ojos. Luego del entrenamiento del demonio, era difícil recordar por qué había aceptado todo eso.

"Vaya, sí que tienes poca fuerza de voluntad si necesitas que tus acompañantes te recuerden de lo que debes hacer." Abrí mis ojos. Restien se encontraba de pie, mirándome. Una criatura parecida a un dragón se encontraba encima de él y me miraba con odio. ¿Qué le había hecho para mirarme así?

"¿Por qué me mira así?" Apunté a la criatura.

Restien se volteó y chasqueó los dedos. La criatura parecida a un dragón desapareció. Tenía escamas blancas y sus ojos color plateado eran extraños —eran los típicos ojos de un reptil, sin embargo dentro del ojo se formaba una cruz, la parte vertical a los lados de la pupila y la horizontal le pasaba justo por el medio a la pupila, y esa cruz era de un color más claro que el resto del iris.

"No te preocupes, Lanaedo no te hará nada."

"Al menos..."

"Supongo." El muy maldito lo dijo como si no importara.

"¿Eres importante en este mundo?"

Me miró. "A veces."

"¿Puedes ayudarme a que la gente no reaccione mal por lo de Reinola?"

"No."

Me senté. "Valía la pena intentarlo." Suspiré y pude sentir que mis ojos se llenaban de lágrimas pero no quise que cayeran.

"La gente reaccionará pase lo que pase," continuó Restien. "Lo hagas bien o lo hagas mal siempre van a hablar. Sin embargo, lo mejor es dejarte en una batalla y que ella hable más por ti que otra cosa."

"... Supongo."

"Levántate." Me extendió una mano y la tomé.

"Gracias." Me sacudí la ropa cuando estuve de pie.

"¿Quieres entrenar conmigo?" Preguntó de manera súbita.

"¿Por qué?"

"Porque eres una inútil y al paso que va Albeans no vas a llegar a ningún lado."

Auch. Miré a mi alrededor pestañeando varias veces para que mis lágrimas no cayeran. "No, gracias, confío en él."

"Bien hecho. Tampoco te iba a entrenar."

"Eres un maldito." Le dije fulminándolo con la mirada.

"Gracias." Respondió sin cambiar la expresión. "Tienes que confiar en quien te está entrenando, sino no llegarás a ningún lado."

"Si tú lo dices."

"Lo que sí te puedo enseñar es lo básico del reino y qué debes y no hacer. Las costumbres y esas cosas."

"Por favor."

"¿Qué cosa?"

"Si eres tan amable, por favor enséñame." Le dije con sinceridad. De nada serviría ser excelente si no sabía cómo diablos moverme en ese mundo, qué era correcto y qué no lo era.

"No quiero que mueras por falta de educación."

"Al menos." Bufé.

"Nos veremos después que entrenes."

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora