Capítulo 16

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Cuando divisé el castillo de Arazem a la lejanía, supe que mi viaje estaba por terminar. "Ya casi llegamos." Le susurré a Zerai. "Sólo un poco más y podrás descansar como un caballo real."

Llegué al castillo sacudiendo mi cabeza. Era increíble cómo había reaccionado la gente ante mi regreso. El pobre Zerai tenía más cosas llegando al castillo que saliendo de donde estábamos.

Cuando llegué a la entrada del palacio, ya me esperaban. No me sorprendía si Adregon había enviado algo antes. Llevaron a Zerai al establo real mientras yo entraba al palacio. Lo primero que quería hacer y lo primero que debía hacer eran cosas distintas, pero elegí lo que quería en ese momento. Caminé por el pasillo hasta que llegué a la puerta (en realidad era una doble puerta) que quería, tenía dos guardias a cada lado —guardias que no reconocí pero aún así sabía que eran excelentes por sus posturas y expresiones.

"Quiero ver a los niños." Le dije a uno de ellos.

Ambos se movieron al mismo tiempo y abrieron las puertas con extremo cuidado. Entré a la habitación y las puertas se cerraron suavemente detrás de mí. Inmediatamente, Kalous, Hanolu y Lanaedo aparecieron frente a mí.

¡Piper!, exclamaron los tres. Los niños debían de estar dormidos de acuerdo a las reacciones de los guardias y mis acompañantes.

"Estoy bien." Dije en voz baja. "¿Están durmiendo?" Los tres asintieron.

Me adentré en la habitación y cuando llegué donde estaban la cama y la cuna, ambas tenían el mosquitero puesto. Una chica no mucho mayor que yo se encontraba sentada en una de las sillas mientras leía un libro.

"General Sebrin, me alegro que haya vuelto." Susurró mientras se ponía de pie.

No la había puesto a cuidar a los niños, por lo que suponía que Adregon lo había hecho.

Le indiqué que tomase asiento y me senté cerca de ella. Noté en su mano un anillo de bodas, así que estaba casada. "Su Majestad te ha contratado para que los cuides."

"Sí, señora—"

"Señorita."

"Sí, señorita. Las otras niñeras tienen el turno de noche mientras usted estaba ausente."

"Entiendo." Me puse de pie. "Cuando vuelva, tienes la tarde libre."

Salí y me aseé, cuando volví a la habitación la chica se puso de pie y salió de la habitación suavemente. Yo me senté en la silla esperando a que alguno de los dos despertara, pero mientras esperaba les contaba todo lo que había pasado a mis tres acompañantes.

Escuché movimiento en la cuna cuando iba por el día en que iniciaría a luchar, me puse de pie y me acerqué a la cuna. Zolad tenía sus ojos abiertos y cuando su mirada cayó en mí, una sonrisa apareció junto con los sonidos que indicaba que estaba feliz.

Cuando Tarhik se despertó y me vio, se puso a llorar.

Abrí mis brazos y comencé a cantarle a ver si se calmaba. Sí lo hizo.

Más tarde ese día todo fue un alboroto ya que el hecho de que yo había sido llevada del reino en contra de mi voluntad había sido sabido. Al parecer uno de los criados había hablado.

Pensando en ese, toqué el golpe que me había hecho Yuein. El cual tenía bien merecido. Todo, todo lo que había aprendido desde el momento en que llegué a Arazem era que nunca debía estar desprotegida pero en un momento de rabia, me había olvidado de todo eso. Lo único bueno que hice en ese momento, fue hacer que Adregon saliera ileso del sitio.

Ese mismo día llegó Adregon al castillo.

Fui a recibirlo.

Cuando me vio al pie de las escaleras, me vio por completo y se acercó a mí.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora