Capítulo 10

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Cuando llegué al sitio, noté que era una cola pero que fluía con bastante rapidez, tomé un plato y me puse en el sitio y todos los soldados me miraron extraño. "¿Qué?" Pregunté. "¿No puedo probar su comida y ver si es mejor que la mía?" Todos volvieron a lo suyo.


Cuando llegué a que me sirvieran arroz, miré el rostro de quien lo servía sorprendiéndome. Primero, porque tuve que mirar hacia abajo y segundo, porque era un rostro angelical, hermoso pero femenino, su cabeza estaba cubierta por una pañoleta. Miré hacia abajo pero encontré un delantal y lo que supuse un uniforme de hombre debajo de él, pero eso no era lo que estaba buscando. Tenía un pecho bastante plano —aunque eso no significaba nada cuando se podían poner bandas. Volví a mirar su rostro, sus ojos eran de color miel y parecían un poco asustados. Escuché que el arroz caía en mi plato. "Gracias."

Supe que estaba retrasando la fila pero nadie se atrevía a decirme algo. Sentí que Gieran llegó a mi lado con platos de lo demás que servían y tomó el mío en sus manos con bastante habilidad llevándolo a la tienda. Mientras comía, ese rostro volvió a mi mente. "Gieran," le dije cuando terminé de comer. "Búscame al que estaba sirviendo el arroz y tráelo acá."

El escudero salió de la tienda y unos minutos después entró y detrás de él, la persona entró. Era bastante bajo.

"¿Se le ofrece algo más, general?" Preguntó Gieran.

"No. Sal un momento y yo te llamo." El hombre frente a mí miraba sus manos pero no mi rostro. "Siéntate." Le indiqué una silla y cuando tomó asiento, yo tomé otra silla y me senté al frente.

"¿Qué puedo hacer por usted, general?" Preguntó en voz baja.

"Quítate la pañoleta. Y es una orden." Le dije en mi voz más seria.

Se quitó la pañoleta y supe que había tenido razón.

"¿Y tú eres?" Pregunté cruzando las piernas mientras miraba a la mujer que estaba sentada en la silla frente a mí. Cualquiera con tres dedos de frente se daría cuenta que era mujer, de no ser por el hecho de que Adregon tenía razón: vemos lo que queremos ver y no lo que en realidad es.

Era hermosa, no voy a mentir, con un largo cabello rubio de aspecto sedoso (impresionante teniendo en cuenta que estábamos en pleno campo de batalla), rasgos finos, boca llena pero pequeña, nariz perfilada, largas y oscuras pestañas. Era... una mujer bajita. Si por un momento fugaz pensé que era un hombre, esa duda salió de mi cabeza en el momento en que entró a la tienda detrás de Gieran. Digo, yo no era extremadamente alta pero ella era más bajita que yo. ¿Acaso los hombres pensaban que dentro de sus filas habían niños?

"Ahlía Albeans."

Oh, no. No podía estar tan salada. No. Existía la diversidad de apellidos... ¿cierto? Tenía que existir la diversidad de apellidos.

"¿Eres pariente de Carith?"

"No." Respondió rápidamente. Demasiado rápido.

Descrucé las piernas. "No te creo." Dije con un bostezo. "Tienes treinta segundos para decirme lo que haces acá si no quieres que mis acompañantes prueben sangre. Hace tiempo que no lo hacen." Mentira, habían matado hace poco.

De manera dramática, Lanaedo, Kalous y Hanolu salieron y comenzaron a rugir. Se pusieron dramáticos e incluso salivaban.

"Ok, ok." Dijo con rapidez. "Me llamo Ahlía Albeans y tienes razón: Carith es mi hermano mayor. Quería ser parte del ejército de Arazem." Agregó en un tono bajo.

"¿Y por qué tuviste que disfrazarte?" Pregunté apoyando mis codos en mis piernas. No iba a comentar que su disfraz era asqueroso.

"Porque no me aceptaron." Dijo en voz baja.

Chasqueé los dedos haciendo que mis acompañantes desaparecieran. "¿Por qué?"

"Dijeron que no tenía la resistencia necesaria y que sería más una molestia que una ayuda."

"Tienen razón." Su expresión estuvo herida sólo por un momento antes de cambiar a una ultrajada y molesta.

Bien.

"¡Puedo hacerlo tan bien como cualquier hombre! ¡Sólo necesito tiempo y ayuda!" Espetó.

"¿Y por qué no me pediste ayuda?" Pregunté levantando una ceja.

Abrió la boca y la cerró. "Porque eres Piper Sebrin." Dijo como si eso me explicase.

"Explícame con más detalle que no entendí."

Tras un suspiro, agregó: "¿Por qué la General Sebrin se molestaría en ayudarme cuando ella es general?"

Ya veía. "Porque ella también fue una inútil que no servía para nada." Me puse de pie y junté mis manos. "Ok, vamos a hacerte una mujer de guerra." Me di la vuelta y comencé a caminar pero me detuve. "¿Sabe tu hermano que estás acá?"

Hizo una mueca. "Él fue el que me dijo que sería una molestia."

"Fabuloso. Realmente fabuloso." Mascullé. "Pensándolo bien, empezaremos más tarde. Me dio sueño."

Terminé de descansar la comida y me coloqué el atuendo que Reira me hizo para entrenar con más soltura —un short y una camiseta ligera, ambos negros.

Mientras más le pateaba el trasero a Ahlía, más soldados se nos acercaban hasta que escuché la voz que estaba esperando.

"¡¿QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO ACÁ, AHLÍA?!" Rugió Albeans a todo pulmón.

"Le enseño combate cuerpo a cuerpo." Dije ignorando los jadeos de Ahlía.

Albeans me fulminó con la mirada pero sólo enarqué una ceja. "¿Te estás vengando por el entrenamiento infernal por el que te hice pasar?"

"¿Cómo se te ocurre pensar eso?" Dije afrontada y obviamente exagerando. "No es mi estilo tomar venganza." Ok, sí lo era pero con la persona que ganó dicha venganza, no con sus allegados. Me miró seriamente. "Ok, no tomaría venganza contra ti de esa manera, ¿mejor?" Sonreí.

Albeans suspiró y escuchando el jadeo de Ahlía, centró su atención nuevamente en ella.

"¡¿Se puede saber Ahlía Pernonelia qué coño estás haciendo acá?!"

"¡NO ME LLAMES ASÍ!" Chilló Ahlía. Yo también chillaría si tuviese esa asquerosidad de nombre, les dije a mis acompañantes y ellos rieron por lo bajo. "Me uní al ejército."

"¡OBVIO QUE TE UNISTE! ¡Te estoy viendo! ¿Saben mamá y papá que estás acá?"

Oh, oh
, pensé.

¡Pelea! ¡Pelea!, siseó la cola de Hanolu.

Después son los humanos los que siempre buscan pelea, suspiré. "Albeans, no puedes proteger a tu hermana todo el tiempo y más si ella—"

"¡Tú no tienes nada que ver en esto!" Me rugió.

Si fuese un personaje de anime, estoy casi segura de que una de esas cositas que salen cuando se molestan aparecería en mi frente. Caminé y me puse frente a Ahlía y Albeans. "¿Quieres repetir eso?" Pregunté mirándolo a los ojos.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora