Capítulo 19

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Llevé al niño al campamento ordenando que no se le atacase y como medida preventiva, coloqué a Kalous a su cuidado. Después de que me bañé, me encontraba esperando a Akrina el cual llegó junto Ahlía que llevaba sus cosas.

Tal vez le pidió ayuda
, me imaginé.

Mientras Akrina comenzaba a revisarme las manos, noté que Ahlía estaba un poco nerviosa; me veía y veía el suelo, me volvía a mirar y miraba a Akrina.

"Si vas a decir algo, dilo." Le indiqué.

"Piper, creo que debes ser menos impulsiva." Soltó y cerró los ojos.

"¿En qué sentido?"

"Pues... mira, no estoy diciendo que sea malo que ayudes a los demás pero eres General en Jefe, Piper, no eres una simple soldado. Si yo muero, pues ya. Me morí y la guerra continúa pero si tú mueres, ¿quién organiza y manda las cosas?" Preguntó en voz baja.

"Supongo que no quieres parecer superior a los demás." Comentó Akrina examinando mi otra mano.

"Piper, en cuestiones de guerra, ERES superior a los demás." Insistió Ahlía. "No todo el mundo es bueno con mapas, ¡tan sólo mírame!" Puso una mano en su pecho. "Sé pelear un poco pero no como tú, pero no puedo leer un mapa ni aunque me apunten con una espada."

"Yo no puedo matar a nadie así sea por el bien de mi nación." Comentó Akrina. "Curar a los que batallan, sí, pero matar no. No puedo."

"Mi hermano es Capitán en Jefe pero tardó años en que los respetaran, tú has tardado poco tiempo."

"El miedo hace milagros." Murmuré.

"Pero el miedo hace que el trabajo se haga. No todo es con palabras bonitas."

"Tienen razón, Piper." Escuché que Albeans dijo. Me volteé y vi que entraba de manera calmada en la tienda, tomó una silla y se sentó a mi lado.

"Si yo muero, hay otro que puede ocupar mi lugar, pero si tú mueres, sería peligroso para Arazem. ¿Cómo te lo explico?" Ladeó su cabeza. "La General Ariteta era la más odiaba por Reinola porque pensaban igual. Reinola siempre dijo que no quería ir a una guerra con Captol, porque Ariteta frustraría sus planes con tal de proteger a Captol. Tú no tienes la experiencia que tenía Reinola y has ideado planes locos, planes que funcionan y nos han hecho llegar así de lejos en poco tiempo. Piper, tú has destrozado el juego de Captol, están jugando en serio." Respiró profundo mientras Akrina extendía su mano y Ahlía le daba unas vendas. "Esos jinetes que vi hoy, tenían uniformes parecidos a los de Arazem pero no eran de Arazem. ¿Sabes qué quiero decir?"    

                "'De noche todos los gatos son pardos

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    "'De noche todos los gatos son pardos.'." Murmuré.

"¿Perdón?" Dijeron los tres al mismo tiempo.

Sonreí. "Quiere decir que de noche todo es igual. Era de noche, atacaron y no eran de Arazem ya que todos los de Arazem saben que estoy acá."

¿Eso qué quiere decir?
, preguntó Hanolu.

"Que los que estaban atacando eran de Captol."

"¿Por qué Captol atacaría a su propia gente?" Preguntó Ahlía.

"Estás obviando un pequeño detalle, Ahlía." Indiqué. "Ellos piensa que es Arazen el que está atacando. No saben que es Captol."

"Igual. ¿Qué ganan vistiéndose como algunos de Arazem?"

Recordé una conversación que había tenido con Delion.

"Arazem tiene ventaja sobre Captol en más de una cosa," dijo Delion en una de las lecciones infernales de baile. "Las propias tropas de Captol son pequeñas mientras que las de Arazem son más grandes."

"¿Por qué lo dices?"

"Erobius no es un rey bastante popular mientras que Restien sí lo es. Al ser Restien más popular y tener el país en mejores condiciones, es totalmente claro que más personas se sumarían a la causa de proteger el reino."

"En tropas y popularidad, Arazem es superior, entonces."

"Se tiene que tomar en cuenta la ayuda que ha pedido Erobius para su reino y las tropas que le han llegado de otros reinos sin embargo, todo préstamo debe tener sus frutos porque sino no ¿para qué prestar apoyo a una causa perdida?"

"A Captol le faltan hombres." Dije volviendo al momento actual. "Ellos atacaron pueblos de Arazem cuando pudieron y mataron a los que podían mientras que nosotros (al menos yo) intentamos no matar a mujeres y niños. Haciendo que somos nosotros los que atacan, las personas de Captol se verían obligadas a prestar apoyo a su rey en la guerra. Piénsenlo desde este punto de vista: si me asesinan en guerra, ¿por qué no lo harán cuando no esté en ella?"

Ahlía y Akrina me miraron.

"No creo que alguien—" comenzó a decir Akrina.

"Es lógico." Interrumpió Albeans. "Tiene sentido. Akrina, tú no lo puedes ver porque no tienes esa mentalidad y Ahlía tampoco porque es muy nueva en esto de las guerras."

"¡Piper también es nueva!" Exclamó ella.

"Pero tú no pensaste en ello." Dijo su hermano.

Cuando las vendas fueron cambiadas por unas nuevas, me quedé sola con Albeans.

"Habías pensado en hacerlo." Dijo.

"¿Qué cosa?"

"Atacar a Arazem para que te ayuden."

Apreté la mandíbula. "No, no lo haría."

"Dije que pensaste en hacerlo."

Miré la pared. "Lo tuve en mente pero era ilógico y poco productivo. Más avanzaría atacando y destruyendo los pueblos enteros sin dejar a nadie vivo. Atacarme a mí mismo es ilógico cuando estoy en guerra a menos, que sea estratégico."

"¿Quién crees que ideó el ataque?"

"No fue Ariteta."

"¿Estás segura?" Cuestionó.

"Es una perra, pero no haría nada que pusiese el reino en peligro."

"¿Cómo se va a extender la información si no quedó ningún sobreviviente?"

"Basta que una tropa completa lo vea y comparta la información, la exageración hará el resto."

"Piper," dije Lanaedo apareciendo y por la reacción de Albeans, asustándolo.

"L-Lanaedo, ¿qué haces acá?" Preguntó.

Lanaedo me miró como si preguntase si se lo podía decir, asentí y Lanaedo le comenzó a explicar.

"Capitán Albeans, lamento que haya un malentendido. Verá, Piper es mi verdadera acompañante, no Adregon."

"¿Pero cómo puede pasar eso?" Preguntó Albeans sorprendido.

Muy buena pregunta y una que no quise hacer
, dije mentalmente.

Lanaedo me miró. Mierda, eso no era nada bueno.

"Mi especie, Lerion, es... selectiva." Ay, coño, pensé. "Este tipo de equivocaciones es rara pero no imposible."

"Podrías explicarte de una vez." Dijo Albeans cruzándose de brazos.

"Un Lerion puede cometer una equivocación con la pareja indicada de su acompañante. El sentimiento que nos provoca ver a la pareja de nuestro acompañante, es parecido a aquel que se tiene cuando se ve al acompañante pero menos fuerte. Con eso quiero decir, Capitán Albeans, que sin haber sentido ese deseo antes, me era imposible decir que Adregon no era mi acompañante."

"Ya va, me perdí."

Yo más o menos
, pensé.

"Sin haber sentido lo que sentí cuando vi a Piper, era imposible que supiese que Adregon no era mi acompañante. ¿Mejor?"

"Ahora sí." Dijo Carith y luego abrió los ojos como platos. "¿Eso quiere decir que desde un principio, Reinola no era la indicada?"

"Si así lo quiere ver."

"¿Por qué Kalous y Hanolu estuvieron entonces con Reinola?"

"Porque sintieron lo que yo sentí al ver a Adregon."

"Lo que Kalous y yo sentimos al ver a Piper," dijo Hanolu apareciendo. "Fue el deseo más grande de asesinarla pero algo nos retenía, esperábamos que mejorase para así pelear con ella."

"Es decir, ¿qué la primera vez que los vi de hecho casi me matan?"

"¿Te molessssstaría mucho?"

"Un poco, sí. Algo." Mascullé.




Pensaba que no existía un rencor profundo en los corazones de los soldados contra la gente de Captol, pero al parecer era sólo yo (o al menos unos pocos). Que Jinoke no se separara de mi lado la mayoría del tiempo se volvió rutina, así como se volvió rutina que al menos uno de mis acompañantes lo cuidase —generalmente Kalous y Hanolu de manera visible. Si lo hubiese dejado solo, lo hubieran asesinado en cuanto tuviesen la oportunidad.

A medida que avanzaba la guerra, esta se volvía más y más violenta en el sentido de que los ataques se volvían más frecuentes de parte y parte.

En especial de una persona.

Nos encontrábamos peleando en un sitio donde hacía un calor infernal y mientras más me movía esquivando el golpe del capitán de Captol, más creía que me iba a derretir. Nuestras espadas chocaban una contra la otra hasta que finalmente logré herirlo profundamente en el brazo y luego le corté el cuello. La sangre bajaba por mi espada. La blandí quitando el exceso de sangre.

El cuerpo cayó pero seguí jadeando. Las batallas a mi alrededor ya estaban disminuyendo hasta que finalmente escuché sonidos de alegría al ganar... que pronto se transformaron en gritos.

Me volteé rápidamente viendo que Astoran estaba atacando a tres de sus compañeros

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Me volteé rápidamente viendo que Astoran estaba atacando a tres de sus compañeros. Eran tres contra uno pero aun así los tres se veían en dificultades. Comencé a correr con ese hijo de la grandísima puta de calor viendo con horror que uno de los soldados había caído al suelo y Astoran estaba a punto de asesinarlo, uno de sus compañeros cambió la dirección de la espada quedando ésta enterrada a centímetros de su compañero en el suelo pero eso no detuvo a Astoran. No. Él levantó la espada que tenía en la otra mano y como el otro soldado había desviado la primera espada, se encontraba indefenso.

Astoran bajó el brazo.

Clang
.

Me interpuse entre la espada y el soldado. Escuché un rugido y luego escuché que dos cosas pesadas caían al suelo, escuché que se arrastraban y gruñían pero yo no despegué la mirada de Astoran ni tampoco relajé la fuerza que ponía en el mango de la espalda ni en la hoja de ella.

Un gruñido bajo pero no por eso menos amenazante se escuchó sobre mí cabeza y luego, le acompañó su voz: "Le sugiero, Capitán Zakio, que baje su arma en este instante."

Astoran vio a Lanaedo y tras unos treinta segundos, quitó su espada, sacudió su cabeza y me miró. "Perdone, General Sebrin, es que cuando peleo pierdo la noción de lo que hago." Dijo.

"Vaya a buscar unos ciervos para cocinar esta noche, Capitán Zakio." Enfundé mi espada. "Mínimo tres."

"Ese hombre es un sanguinario," dije acariciando la cabeza de Jinoke mientras dormía. Estaba en mi tienda y veía cómo su pequeño pecho subía y bajaba.

"¿Qué hubiese pasado si Kalous y Lanaedo no hubiesen estado allí?" Preguntó Hanolu.

"No quiero saberlo."

"¿De verdad vas a devolver el niño a sus familiares?" Preguntó Albeans suavemente entrando a la tienda.

"Siempre he tenido intención de hacerlo, pero no puedo llegar simplemente a la casa de sus parientes. Me intentarían matar en todo el camino."

"Es verdad."

"¿Astoran trajo lo que le pedí para la cena?"

"Sí, eso venía a decirte pero te encontré hablando con tus acompañantes."

"Voy a venir matando a ese hombre." Dije poniéndome de pie.

Jinoke se movió y supe que iba a despertar pronto, me senté al lado de la cama a esperar. Cuando abrió los ojos, sonrió al verme.

"¿Tienes hambre?" Le pregunté acariciando su cabeza.

"Un poco."

Jinoke era un niño bastante tranquilo pero a veces querían que jugaran con él —como era normal en un niño de su edad.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora