Pasé unos días en Walktar hasta que recibí una sorpresa que me quitó los pensamientos por un momento. Relataré el momento para que se entienda.
Delion, los generales de Walktar y yo nos encontrábamos reunidos cuando de repente escuchamos que tocaban la puerta. Nos miramos los unos a los otros —ya que la reunión era de carácter importante y no se permitían distracciones de ningún tipo—, así que suponía que todos pensamos en qué cosas podían ser tan importantes como para interrumpirnos.
"Adelante." Dijo Delion cruzándose de brazos.
Un criado abrió la puerta momentos después e hizo una reverencia.
"Disculpe que los interrumpa, pero Lord Anoryth y la General Sebrin son solicitados por Su Majestad."
Delion y yo nos miramos confundidos. ¿Qué habría pasado?
"¿Puede esperar?" Preguntó Delion. "¿Cinco minutos a que termine esto?"
"Le avisaré a Su Majestad." Dijo el criado retirándose con una reverencia.
Volvimos rápidamente a la discusión, ahora con Delion y los demás generales tomando en cuenta mis sugerencias y lo que iban a hacer respecto a algunos lugares señalados en el mapa. Cuando los cinco minutos pasaron, dimos la reunión por terminada aunque estaba todo menos finalizada.
"¿Qué querrá Kratas?" Se preguntó Delion mientras caminábamos hacia donde él suponía estaba su hermano.
Me encogí de hombros. "Igual debe ser lo suficientemente importante como para llamarte."
"'Llamarnos', querrás decir."
"También."
Llegamos hasta donde se suponía que estaba Kratas, Delion tocó la puerta y un escalofrío recorrió mi espalda.
¿Qué fue eso?, me pregunté. No era parecido a los escalofríos que sentía cuando mis acompañantes estaban cerca de mí, pero tampoco hacía frío y no creía mucho en fantasmas para creer que habían sido ellos.
Delion abrió la puerta, lo seguí y mis pasos dudaron cuando vi a Kratas sentado hablando con Adregon.
¿Qué coño hace Adregon acá?, me pregunté.
En ese momento, Adregon y Kratas miraron en nuestra dirección. Intenté quitar la sorpresa de mi rostro.
"Delion," dijo Kratas poniéndose de pie con una sonrisa, Adregon también se puso de pie. "Adregon Restien ha venido a visitarnos." Dijo Kratas señalando a Adregon.
Delion se acercó a Adregon y le hizo una reverencia con la cabeza, luego estiró su mano y Adregon la estrechó.
"Un placer conocerlo, Lord Anoryth." Dijo Adregon. "No tenía el placer de haberlo hecho antes."
"El placer es mío, Su Majestad."
Yo solo observaba el intercambio de palabras frente a mí.
Delion, según sus propias palabras, era poco asocial en lo que a fiestas se refería y trataba de no asociarse con nadie lo que lo hacía un poco misterioso en el ámbito de relaciones entre reinos.
Adregon terminó de hablar con Delion y me miró.
"Piper." Dijo.
Yo tragué y me acerqué a él. Hice una reverencia más profunda que Delion —debido a que Adregon era de mi reino— al tiempo que decía: "Un placer verlo, Su Majestad."
Como les estaba dando la espalda a Delion y a Kratas, estos no pudieron ver la expresión presumida en el rostro de Adregon cuando me enderecé.
"¿Sorprendida?" Preguntó en voz baja.
Todavía me encontraba sin palabras. Podía sentir la mirada de Delion en mí, pero tampoco era la única mirada que sentía así que me concentré en Adregon.
"Bastante." Respondí. "No esperaba verte tan pronto." Le dije cambiando a un tono informal.
"Lo supuse."
Me salvó en ese momento que tocasen la puerta solicitando a Delion por un mensaje lo que llevó a que también me necesitasen a mí, por lo que salí de la habitación.
Piper, me dijo Lanaedo.
Solamente con esa palabra fue suficiente.
"¿Qué hace—" comenzó Delion pero yo lo interrumpí.
"Tenemos que revisar lo que nos llegó y cuadrarlo con la información que tenemos."
Me miró por un momento y luego asintió. No sabía qué rayos había venido a hacer Adregon pero no podía dejar que nada sucediese, y menos cuando tenía mínimo a una acompañante de él siguiéndome.
En la cena, todo transcurrió normal. En realidad, parecía una cena normal sólo que con un invitado que era bastante consentido —por no decir malcriado. En ese momento, sólo en ese momento, me di cuenta de que la esposa de Kratas no estaba presente. En realidad, nunca la había visto y desde que había llegado al lugar solamente había escuchado de ella. Es más, nunca había escuchado su nombre.
Kratas y Adregon se retiraron a hablar de no sé qué mientras que yo me quedé con Delion.
"¿Y la esposa de Kratas?" Pregunté.
"Sólo tardaste" Delion sacó un reloj de bolsillo. "Ocho días, con veinte horas y veintisiete minutos en darte cuenta de ello."
Me sonrojé. "Perdón pues." Dije avergonzada.
"Para nada. Atonarelia está en otro lugar hasta que todo esto cambie."
Verga. Qué nombre tan feo, dije mentalmente y mis acompañantes rieron.
"Ah ya."
En un momento pensé que Adregon y yo compartiríamos la habitación pero no fue así. En ese momento me enteré que, a menos que el rey expresase que quería dormir conmigo, no le prepararían mi habitación.
Sin embargo eso no detuvo al idiota de llamarme a su cuarto.
"No usas esa clase de ropa en Arazem." Fue lo primero que dijo cuando entré a su habitación. Adregon estaba sentado en el medio de la cama cruzando de piernas con un libro en sus manos.
Tenía puesto como un chaleco que dejaba los brazos totalmente al descubierto y unos shorts, casi nunca me vestía así en Arazem.
"Muchas preguntas que no quiero responder." Tomé asiento en una silla cerca de la cama. "No las tuyas, sino las de los demás."
Y por más que diga que no me importan mis cicatrices, no es lo mismo a que todo el mundo te vea con lástima y aquí no pasa eso, me dije.
"Pareces tener una buena relación con el Lord de Batalla."
"Es excelente en su trabajo." Le dije encogiéndome de hombros.
Adregon puso su libro a un lado y me miró de arriba hacia abajo.
"Siéntate en la cama." Levanté una ceja y una renuente sonrisa se formó fugazmente en su rostro. "Por favor."
Me paré de dónde estaba y me senté en la cama frente a él.
Adregon tomó mi pantorrilla derecha y colocó mi pie en su regazo. Con cuidado, quitó mi zapato y lo tiró al suelo.
"¿No te duele pasar todo el día en estos?" Preguntó masajeando mi pie.
Sentí que mi rostro se ponía caliente y no pude evitarlo. Mientras me masajeaba el pie, no pude evitar que temblores de placer pasaran por mi cuerpo.
"La costumbre minimiza alguna posible molestia." Le dije y aguanté las ganas de gemir cuando su toque se hizo fenomenal. Fabuloso. Realmente fabuloso.
"El otro." Dijo cuando terminó de masajear mi pie.
No iba (me negaba) a preguntar cómo rayos sabía dar un masaje en los pies tan bueno. Aplicaba presión en los puntos necesarios y si bien no me dolían, ahora se sentían ligeros.
"¿Qué haces acá?" Pregunté cuando finalmente puso mi pie a un lado.
Eso me dejaba en una posición un poco expuesta ya que una pierna quedó de su lado derecho y la otra quedó a su lado izquierdo.
"Tengo que mejorar las relaciones con los demás reinos, claro está."
"Cosa que no pudiste hacer en otra ocasión."
"Estábamos en guerra. ¿Qué clase de rey sería si en pleno conflicto abandonara mi reino?"
Nunca iba a poder recriminarle que era un mal rey. Nunca. Por un lado, eso me gustaba y no iba a mentir.
"Touché."
"¿Perdón?" Preguntó confundido. Creo que nunca había usado la expresión con él.
"Que tienes razón."
Lentamente, fui recogiendo mis piernas para entrecruzarlas como él, aunque cuando lo comencé a hacer, su mirada se clavó en una de mi pierna y comenzó a subir lentamente.
"¿Algo más de lo que quisieras hablarme?" Pregunté ladeando la cabeza.
"No. Nada." Dijo aparentemente distraído mientras estudiaba mi cuerpo.
"Entonces me retiro." Me moví más rápido y me senté en la orilla de la cama, tomé mis zapatos en mis manos y cuando llegué a la puerta, su voz me detuvo.
"¿Vas a salir descalza?" Preguntó.
"Cierto." Me coloqué nuevamente las medias y las botas. "Buenas noches, Su Majestad." Le dije sin mirarlo y salí de la habitación.
Afuera, me apoyé en la puerta y esperé a que mi corazón volviese a su paso normal.
De verdad, ¿qué rayos está haciendo Adregon en Walktar?, me pregunté mientras sacudía mi cabeza.
La respuesta no la tuve sino dos días después cuando Adregon se despedía. Se me acercó y ordenó en mi oreja: "Te quiero en Arazem en un mes. Sin excusas." Dijo en un tono tan pero tan tajante, que no me quedó otra cosa que aceptar.
Abrí los ojos como platos, moderé mi expresión y con una reverencia, le dije: "Como ordene, Su Majestad."
Creo que mi ceño fruncido llamó la atención de Delion pero sólo se acercó a mí cuando el carruaje de Adregon desapareció de la vista.
"¿Por qué la cara?" Preguntó tocando mi ceño fruncido.
"Me quiere en Arazem en un mes."
"Supongo pensará que es tiempo suficiente." Dijo Delion. "Para alguien que terminó una guerra en dos años, debería serlo."
Pero me preocupaba porqué me quería en Arazem tan pronto.
"Supongo." Respondí sin estar muy convencida.
Esa noche, me acosté a dormir como de costumbre pero la guerra me había dejado varias secuelas y una de ellas era despertar más veces de lo normal en la noche debido a los terrores nocturnos. Mis acompañantes se encontraban dormidos alrededor de la habitación y no quise despertarlos, sin embargo no podía cerrar los ojos sin ver una escena de una batalla frente a mí.
Me senté entonces en la cama y comencé a acariciar a Lanaedo —se turnaban para dormir en la cama— mientras escuchaba la respiración de los otros cuando de repente y sin saber cómo, sentí que mis acompañantes despertaban al mismo tiempo. Miré a Lanaedo notando que sus ojos estaban abiertos, me miró y se comenzó a mover enrollando su cola en mi torso.
"¿Qué pasó?"
"Hay alguien en el castillo con intenciones de matarte." Dijeron los tres al mismo tiempo en una voz gélida.
"Kalous, Hanolu, vayan a ver." Sentí que desaparecían.
Mientras tanto, le indiqué a Lanaedo que me soltase y me fui a cambiar por si a las moscas. Mi corazón comenzó a acelerarse aunque no tenía motivos para hacer—
"¡Piper!" Rugió Kalous apareciendo. "Unos hombres están atacando el castillo."
"¿Cuántos son?" Pregunté mientras me vestía con mayor rapidez.
"No lo sé pero son muchos y están muy bien entrenados, la Guardia Real tiene problemas con ellos."
Asentí. "Ve y saca a todos los que puedas del castillo, trata de no luchar para no llamar la atención. Dile lo mismo a Hanolu." Dije agarrando mi espada y abriendo la puerta.
Del otro lado, Delion se encontraba con la mano estiraba (supongo que listo para agarrar la manilla).
"Nos están atacando." Dijimos al mismo tiempo.
Delion en su otra mano llevaba una coraza, me la extendió mientras decía: "Ponte esto, hay que eliminar a los intrusos y sacarle información a otros."
Se volteó y desapareció por el pasillo.
Tomé la coraza y me la coloqué. No era precisamente de mi tamaño, pero a caballo regalado...
"Ocúltate mientras tanto." Le dije a Lanaedo y fui a las otras áreas del castillo. "Avísame si hueles a humanos y si necesitan ayuda para escapar."
Cuando llegué a la parte de abajo, era un desastre y se escuchaban los sonidos de peleas por todos lados.
Hay personas ocultas en la habitación detrás de ti, me indicó Lanaedo.
¿Buenos o malos?
Apestan a terror.
Supongo que buenos, le dije mientras abría la puerta.
La habitación estaba oscura y nada se movía, sabía también que tampoco iban a salir.
"Soy Piper Sebrin, voy a sacarlos de acá pero necesito que no me ataquen y que salgan." Caminé y me puse en el medio de la habitación y en una esquina una lámpara cayó. "Afuera hay una masacre y no puedo ayudarlos si no me dejan, por favor salgan." Insistí.
Detrás de una cortina salió una persona, me vio y corroboró que era quien decía ser y los demás salieron. Eran en total ocho entre ellos dos niños. Les ordené que me siguieran en absoluto silencio a menos que algo importante ocurriese.
Estando ellos detrás de mí, abrí la puerta y comencé a guiarlos.
Enemigo a la vuelta de la esquina, me dijo Lanaedo.
Cambié el agarre de mi espada preparándome. Me avisas cuando tengo que golpear, le pedí a Lanaedo.
Esperé diez segundos.
Ya.
Blandí mi espada con fuerza. Detrás de mí, las personas a las que protegía pegaron un salto pero no gritaron y al observarlos por encima de mi hombro, me di cuenta de que no gritaron (o al menos sus gritos no se escucharon) porque tenían sus bocas tapadas.
Asentí con mi cabeza y seguimos.
Más adelante, hay un grupo de enemigos, Lanaedo me dijo.
¿Los puedo vencer sola?
Sí.
Me volteé y le hablé al grupo. "Más adelante hay unos enemigos, yo los cubriré para que escapen. Salgan del castillo y pidan ayuda." Lanaedo, ayúdalos, le ordené, y después vuelve. Pero primero ayúdame en esto.
Fui hacia el grupo que me había dicho Lanaedo haciendo como si fuese una sorpresa que los viese allí. Sentí que Lanaedo desapareció cuando los hombres me vieron. Eran cinco y todos tenían máscaras, tres de ellos tenían armaduras y todos tenían armas aunque variadas.
Ojalá hubiese sido como las películas de peleas donde los malos se le abalanzan a los buenos uno por uno y no en grupo, pero no fue así.
Por un lado me atacó uno con una espada, por otro uno con una lanza, por otro uno con una cadena, por detrás de esos tres había uno con unos cuchillos y otro que tenía otra espada.
Todos me atacaron al mismo tiempo como dije antes, y ese fue su error. El primero que llegó a mí fue el de la lanza, la cual corté a la mitad y esquivé a la persona cuando pasó a mi lado, golpeé con fuerza la espada del segundo enredándola con la espada del tercero mientras lanzaba la punta de la lanza hacia atrás y atravesaba la cabeza del sujeto. Cambié el agarre de la espada y con el mango golpeé al de la cadena en el estómago haciendo que se inclinase de dolor mientras que el de los cuchillos comenzaba a lanzarlos en mi dirección así que me agaché y tumbé al de la espada y la cadena haciendo que cayesen sobre sus compañeros. Con la espada medió enredada en la cadena, la tomé con la mano libre y la enterré en el pecho de su dueño. Me puse de pie rápidamente y les corté la garganta al de la otra espada y al de los cuchillos. Sentí algo cercano a mí por detrás y sin mirar, tomé mi espada de modo contrario y la llevé hacia atrás matando a quien estuviese detrás de mí. Escuché que el cuerpo cayó y suspiré.
Volví a donde las personas se suponía ya no debían estar y, para mí alivio, ya no lo estaban.
"¡GYAAAAAA!"
Me pegué de una pared esperando no escuchar de nuevo ese grito. No sabía si era enemigo o amigo, sólo sabía que había sido horrendo.
¿Cuántos malditos de esos vinieron?, me pregunté tratando de escuchar otra cosa que no fuese el latido de mi corazón.
Comencé a correr por donde más cadáveres había —notando con lástima que la mayoría era de guardias— sabiendo que los intrusos los habían estado dejando como una sangrienta huella. Seguí caminando lentamente hasta que vi a Delion sentado en el suelo sosteniendo su brazo mientras la persona delante de él caminaba en su dirección. Se escuchó que algo cayó en la habitación y cuando vi, era la pelea entre la acompañante de Delion y otra criatura.
El hombre —por su cuerpo— se acercó a Delion que trataba de no perderlo de vista mientras miraba a su acompañante. De repente, el hombre volteó y miró en mi dirección. Tenía puesta una máscara totalmente negra al igual que sus ropas, pero el escalofrío que recorrió mi espalda me dijo varias cosas.
Escuché un rugido venir de mi lado y cuando volteé, una criatura se me abalanzó encima pero fue embestido por Hanolu.
El hombre sacudió su cabeza y otra criatura vino hacia mí, esta vez lo esquivé por poco —me rasgó la camisa. Comencé a sudar frío viendo a la criatura frente a mí que tenía la mitad inferior del cuerpo de serpiente y la mitad superior de mujer, su cabello era corto y sus ojos rojos. Extendió sus dedos mostrando las impresionantes garras que tenía y se lanzó hacía mí. No sabía qué clase de criatura era, tampoco qué clase de poderes o habilidades tenía pero detuve una de sus garras con una mano mientras que la otra la detuve con la espada.
Me siseó y su fuerza aumentó. Maldición. Tampoco podía perderla de vista porque Delion estaba en peligro. ¿Distraerme? ¡Ja! La acompañante de Delion luchaba, Hanolu luchaba y yo también. Necesitaba a Kalous o a Lanaedo.
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...