Capítulo 13

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Cuando entré a la habitación, ya Tarhik había comido y vi que se estaba durmiendo.


"Duerme, todo va a estar bien." Le dije acariciando su cabeza suavemente.


"¿Me puede cantar?" Preguntó un poco formal.


"Nada de formalidades, me puedes llamar 'Piper' si así lo deseas, ¿ok?" Asintió. "Claro que te puedo cantar. ¿La misma de hace rato?" Sacudió su cabeza. "¿Otra?" Asintió.


"¿Se la puedes cantar a Zolad también?" Me preguntó de manera tímida.


"Por supuesto."


Y así estuve veinte minutos, cantando suavemente de un mundo ideal a un niño que estaba segura no lo había conocido. Pero lo haría. Juré que lo haría.


Cuando se durmieron, volví a mi habitación para que curasen mis heridas. Cuando la chica que me las estaba curando puso más presión que la ordinaria, inspiré de forma aguda y mis acompañantes aparecieron para gruñirle de manera amenazadora. La chica pegó un brinco.


"No fue su culpa." Les dije calmándolos. "Fue mía. Basta. Déjenla en paz."


La chica con manos temblorosas terminó de curar mis heridas. No habían pasado cinco minutos desde que se había ido cuando un criado tocó, entró, me dijo que Adregon necesitaba hablar conmigo y se fue. Rogué a todos los dioses que conocía que no se hubiese enterado aún de los niños. No sabía cómo iba a reaccionar y necesitaba estar en un cien por ciento para tener posibilidades de ganarle a sus acompañantes (con ayuda de los míos).


Por órdenes de Akrina, no debía cubrir las heridas por ese momento y debía usar ropa suave. Me coloqué una camisa suave que si bien se veía un poco que estaba sin algo en el pecho, no era extremadamente obvio. Me coloqué una chaqueta negra encima por si acaso ya que se veía extraño salir de la habitación sin darle la espalda.


Cuando entré a la habitación de Adregon, él se encontraba sentado en una de las dos butacas que se encontraban cerca del fuego. "Piper," dijo con una sonrisa suave, "tiempo sin verte."


"Me viste esta mañana." Respondí tomando asiento en la butaca. Si hubiese estado como normalmente lo hacía, me hubiese arrojado en ella pero no podía debido a mis heridas.


"En teoría pero no hemos hablado en un tiempo."


"Pensé que esta mañana te di los buenos días."


"Por largo rato." Se puso serio. "Me ha llegado un cuento bastante interesante."


Coño. "¿Ah sí?"


"Hace tiempo que no pasaba y creo que fue fortuito que sucediese. Así se les recuerda a las personas que hay castigos." Comentó cruzando sus piernas.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora