Capítulo 31

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El sonido de la puerta abriéndose —levemente parecido al de un cañón (y más cuando estaba dormida)—, me sacó de la cama en posición de combate —con cuchillo en mano incluido. Adregon se encontraba en el marco de la puerta mirándome con Mekina, Neroa y Kaluto detrás de él. Sensato en realidad.


"Son más de las nueve de la mañana." Dijo en voz fría. Su voz acompañaba sus rasgos.

Bajé mi daga y no moví mi mano de la cama. No la subiría o Adregon notaría que estaba temblando. Estaba segura de que tenía ojeras (casi que las sentía).

"¿Me requiere para algo, Su Majestad?" Pregunté agradeciendo que mi voz no titubease.

"Vístete que algunos quieren conocerte. Como te perdiste el desayuno, supongo que lo harán en el almuerzo."

Asentí y él se fue. Me desplomé en la cama, respiré profundo y salí de ella. Como ya me había bañado en la mañana, no vi motivo para hacerlo de nuevo aunque sí me arreglé y me coloqué la ropa de general. Cuando estuve lista, bajé hasta el comedor donde no había nadie.

"Buenos días. Disculpe," me dirigí a un criado. "¿Sabe dónde se encuentra Su Majestad?"

"Buenos días, general. Su Majestad y su invitado se encuentran en el patio trasero."

"Gracias."

Caminé hasta el patio, donde Adregon hablaba con un hombre de unos cincuenta años, de cara cuadrada, ancha nariz, barba y labios delgados, tenía el cabello corto y castaño oscuro. Y, aunque no era para nada atractivo, algo en su forma de pararse lo hacía ver poderoso. Incluso elegante.

Me acerqué a ellos y llegué al lado de Adregon.

"Fairo, te presento a la General Sebrin. Ella es la encargada de la seguridad exterior del reino." Dijo Adregon. "Piper, este es el rey de Zakeri, Fairo Prios, llegó ayer para una visita."

Esperen a que les ponga las manos encima, hijos de puta, les dije a mis acompañantes mientras extendía una mano con una sonrisa en mi rostro. "Un placer conocerlo, Rey Fairo."

"Llámame 'Fairo'." Respondió extendiendo su mano. La estreché y noté que tenía un agarre digno de un rey. "General Sebrin." Rió suavemente. "Espero se encuentre bien, general. Adregon me ha dicho que ayer ha estado indispuesta."

No sabía lo que les había dicho, pero tenía que seguir el juego. "Un poco. Gracias por preguntar."

"Permíteme el atrevimiento, pero he escuchado que eres una excelente jugadora de ajedrez."

"No voy a mentir." Dije con una ligera sonrisa. Miré a Adregon disimuladamente por el rabillo del ojo.

Fairo se echó a reír. "¿Podría jugar contigo?"

Miré a Adregon el cual asintió. Nos dirigimos a unas mesas en el patio donde ya había un tablero de ajedrez. Eso era planeado pero la pregunta era: ¿quería que ganara o quería que perdiera?

Nuevamente miré a Adregon, el cual asintió. Cuando Fairo se sentó, pasé al lado de Adregon y él susurró: "Destrózalo." Asentí ligeramente y me senté frente a Fairo.

Quince minutos después, miré a Fairo sin expresión mientras él observaba el tablero con expresión confundida e impresionada. Luego de un momento, se echó a reír. "Ya veo. Veo que no decían mentiras y eres tan buena como tu reputación lo dice."

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora