Tres días después me encontraba sentada hablando con Cansing de los posibles sitios de ataque, cuando escuché el sonido de armas chocando. Salí apresurada de mi tienda, viendo las peleas desarrollarse frente a mí.
Mierda. Un ataque sorpresa.¿Cómo llegaron tan cerca?, me pregunté mientras veía mis alrededores. Algunos habían logrado ponerse su uniforme, otros no. "Ayuda a los demás y que ningún enemigo salga vivo de esto, ¿entendido?" Le dije. Sabía que me había seguido.
"Sí, general." Salió corriendo.
Yo entré en nuevamente en la tienda tomando un par de espadas. Jamás pensé que atacarían tan temprano.
"¿Hay ataques que vienen por fuera?" Le pregunté a mis acompañantes.
"Sí." Respondió Kalous.
"Vayan y elimínenlos, silenciosamente."
Escuché dos rugidos, un siseo y luego un silencio absoluto.
Salí de la carpa cortando la garganta del primer soldado que se me atravesó. Tener la camisa ensangrentada a primera hora (y una de las que más me gustaba), no era bonito. Hubo unos cuantos soldados que dieron pelea, pero hubo otros que eran patéticos. Vi que fue un ataque por lo visto improvisado, porque tampoco tenían un orden en sus cosas.
Una flecha pasó a mi lado casi cortando mi rostro. Rayos, tenían arqueros. Comencé a correr avisándoles a todos de los arqueros mientras esquivaba sus flechas, maté a algunos y pude notar con pena que también tenía unas cuentas bajas. A poca distancia, vi a Albeans que estaba luchando con un hombre, algo pasó y el hombre falló en sus pasos así que Albeans aprovechó y cortó su cabeza con un hacha. Algo que sabía no era fácil de hacer.
Miré a todos lados tratando de encontrar qué hacer y vi con horror a un arquero preparándose mientras miraba en dirección a mi capitán y que Albeans no tenía su casco (tenía que mandar a hacerme uno). Menos mal que no estaba lejos o no me hubiese dado tiempo de hacer lo que hice. Cuando el arquero soltó la flecha, tomé a Albeans por la camisa y le di la vuelta quedando yo en su lugar. La flecha no llegó a darme porque la detuve con la espada, y cuando sentí que otra flecha iba por Albeans, la corté con la espada de mi otra mano.
Seeee, soy genial, me felicité.
Albeans me observó sorprendido. "Que me hayas sacado la mierda entrenando no significa que no me agrades." Sonreí pero duró poco. Sentí la vibración y la carga en el ambiente. "Hanolu, Kalous, ¿hay acompañantes acá?"
Ya no, contestaron los dos al mismo tiempo.
"Ok, entonces eliminen a todos los arqueros. Ya."
Pude ver cómo poco a poco los arqueros iban cayendo, y cuando todo estuvo calmado y nuestra victoria fue obvia, pude relajarme. Miré a mi alrededor: todos los que quedaban eran de nuestro bando. "Pueden descansar, chicos, pero no se relajen mucho porque puede venir otro ataque sorpresa."Me pasa una vez, dos no, pensé mientras sacudía la espada para sacarle la sangre.
"General Sebrin," escuché que decía Albeans. Se encontraba arrodillado frente a mí en forma de reverencia, y no era forzada. "Gracias por salvar mi vida a costa de la suya."
"¿'A costa de la mía'?" Pregunté confusa. "No entiendo."
"General... no tiene su coraza."
Miré mi pecho y en efecto, no tenía la coraza puesta u otra protección —sólo tenía mis espadas. "Ay, coño." Dije como si fuese lo más natural del mundo y creo que eso fue lo que los hizo echarse a reír hasta las lágrimas. "Oye, Albeans, somos compañeros en armas. Si yo muero, puedes entrenar a otro general o serlo tú, pero si tú mueres... allí estaríamos bien jodidos. ¿Sabes que puedes levantarte no?"
Se puso de pie y se sacudió la ropa. "No, General Sebrin—"
"Piper. Piper está bien."
Sonrió. "No, Piper, no creo que encontremos a otro general como tú."
Fue entonces cuando todos comenzaron a dar su opinión sobre mí y me di cuenta, de que si bien era una novata en el puesto, no lo estaba haciendo tan mal.
Yay, pensé y pude escuchar las risas de mis dos acompañantes.
Me di cuenta de otra cosa: Albeans me llamó 'General Sebrin' sin nadie presente lo que se traducía en que me respetaba. ¡Yay!
Los muertos de nuestro bando fueron pocos. Primero los enterramos a ellos, y luego dije que enterráramos a nuestros enemigos.
"¡¿Pero por qué?!" Gritó uno, lo miré y continuó. "¡Ellos mataron a nuestros compañeros!"
Me acerqué a él y supongo que esperaba un golpe, porque cerró los ojos y se preparó para aguantar algo, pero esa no era mi intención. Puse una mano en su hombro hasta que abrió los ojos.
"Ya estamos suficientemente separados en la vida, ¿también debemos estar separados en la muerte? Todos somos iguales, ¿por qué habría de negarles sepultura cuando lo único que estaban haciendo era lo mismo que nosotros: su trabajo?"
Varios comenzaron a mirar a todos lados excepto a mí. "La General Sebrin tiene razón." Dijeron Cansing y Albeans. "Ellos, al igual que nosotros, están luchando por lo que creen." Después continuó solo Albeans: "Que por lo que ellos luchen sea incorrecto es algo distinto." Eso, al menos, sacó unas cuantas sonrisas.
Ligeras, sí, pero allí estaban.
Sentí un escalofrío, me volteé pero no era nada. ¿Pero qué rayos está pasando?
El chico de los halcones —descubrí que se llamaba Kreig—, se acercó a mí y me extendió un pergamino junto a una caja. "Le ha llegado esto de Su Majestad," señaló la carta, "y esto de Arostra." Señaló la caja.
"Gracias." Dije tomando los objetos. No quise parecer insensible a todas las tumbas que debían cavarse, así que dejé los objetos en mi tienda, tomé una pala y los ayudé.Cuando volví más tarde a mitienda, me senté en la cama y cuando estaba abriendo la caja Albeans entró."Perdón, ¿estás ocupada?"
"No." Dije terminando de abrir la caja. "Sólo estoy viendo esto acá. Tomaasiento." Señalé la silla frente a la cama.
En la caja había una carta y cuando la quité me sorprendí. No podían culparmeya que dentro de la caja había un hermoso collar. Precioso. Abrí la carta y lacomencé a leer.
General P. Sebrin
Reciba mi más cordial saludo y disculpe mi atrevimiento en enviar este pequeñopresente. Es una muestra de la joyería vendida en Arostra que si bien no es nuestraespecialidad, también es digna de admirar, quisiera que conservase el collarcomo muestra de agradecimiento por su ayuda y cooperación en el rescate denuestra ciudad cuando alguien de su rango no estaba en la obligación dehacerlo. En estos momentos hemos estado preparando y mejorando las defensas dela cuidad; si tiene alguna recomendación para nosotros, no dude por un momentoen comentarla.
Suyo
Fleion Closter, Capitán del Ejército de Arazem.
"Wow... Me encantan los agradecimientos de acá." Comenté sacando el collar ypor lo visto, Albeans pensaba lo mismo que yo por su expresión. Lo único maloes que no sabía quién coño me había enviado la caja y el collar. "No estoy deacuerdo con algo que escribió, debo decir." El collar tenía diamantes y rubíes,su confección era exquisita con la delicadeza de la colocación de las piedras yel tejido de las fibras de oro. Oh sí, eso era un collar extremadamentecostoso.
Pero tampoco lo iba a devolver.
"No me sorprende, en verdad." Dijo Albeans.
Lo miré. "Albeans, tu expresión habla mucho más que tú. De a bolas que tesorprendió."
"Sí pero no. Que te regalaran algo por lo que hiciste, no. Que sea así de...como es, eso me sorprende."
"Lee eso." Le entregué la carta. "¿Qué me dices?"
"Lo que te decía, que por lo que hiciste no me sorprende que regalasen algo."
Noté su expresión. "¿Reinola no hubiese hecho algo similar, verdad?"
Negó con su cabeza. "Me hubiese mandado a mí."
"Ya." Abrí la carta de Adregon y comencé a leer.
General Sebrin
Pregúntele al Capitán Albeans qué tienen de particular los halcones de Arazem.Su título no me parece largo en lo absoluto teniendo en cuenta que yo uso laversión corta del mío. ¿Algo interesante ha pasado en los últimos días? La vidaen la corte no es la más emocionante.
Saludos,
A. Restien, Rey de Arazem.
"¿Qué tienen de especial los halcones de Arazem?" Le pregunté a Albeanscerrando el pergamino.
"Los halcones de Arazem pueden servir como línea directa de comunicación entredos personas. Un halcón recién nacido debe ver a la pareja de personas quedesean comunicarse antes que a cualquier otra cosa, después de grande podráencontrar sin problemas a las personas que vio en un inicio. Cuando se envíancartas, pueden ser privadas ya que el halcón no se dejará quitar la carta amenos que sea la persona una de las personas que vio en un inicio. Lo mismopara enviarla. Claro, hay condiciones que no permiten que el halcón encuentre auna de esas personas." Me explicó.
"Eso explica su comentario de privacidad." Musité. "¿No le vas a enviar másinformes?" Sacudió su cabeza. "¿Por qué?"
"Porque fueron órdenes de Adregon. Me dijo que una vez completaras unatarea grande con éxito, los informes y reportes serían realizados por ti o porcualquier general que deseara hacerlo. Claro, yo también puedo enviarlo en casode que me lo ordenes."
"Vaya." Pestañeé. "Gracias."
"Adregon tiene confianza en ti. ¿Por qué? No lo sé."
"Gracias." Dije ultrajada y con el ceño fruncido.
"Lo que te iba a decir era que es momento de escogerte otro escudero."
"Supongo. Busca a cualquiera que lo quiera ser." Hizo una mueca. "¿Qué?"
"El problema es que no hay mujeres en este campamento."
"¿Y?"
"Adregon sugirió que tus escuderos sean mujeres."
Pestañeé. Y volví a pestañear.
"Ok."
"¿Qué significa eso?"
"Que no estamos para ponernos exquisitos y si mi escudero tiene que ser hombre,será hombre. Hablando de eso, ¿por qué no hay mujeres en este campamento?"
Albeans suspiró mientras se ponía de pie. "Porque Reinola era una perra y haciaque las mujeres fuesen a otro lugar." Se rascó la barbilla. "¿Alguna otra cosaque quieras decirme?"
"Sí. En realidad, sí. Nos tenemos que mover, ya son muchos ataques."
Asintió. "¿Hacia dónde?" Señalé el mapa que había dibujado y pegado en una delas telas de la tienda. "Perfecto. ¿Cuándo salimos?"
"Mañana en la tarde." Albeans se movió y recordé algo cuando llegó a la salida."¡Ah! Dile al General Trinen que por favor venga, necesito hablar con él."
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...