Capítulo 25

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Después de hablar con Albeans, fui a ver a Akrina. En ese momento estaba cambiándole los vendajes a alguien, así que esperé hasta que se desocupó.


"Piper, qué sorpresa verte por aquí. ¿En qué puedo ayudarte?" Dijo limpiándose las manos.

"Necesito en grandes cantidades el anticonceptivo."

"¿Qué tan grandes cantidades?"

"Lo suficiente para un año." No iba a necesitar un año o al menos no lo esperaba.

"Muy bien." Se puso de pie y comenzó a sacar pequeñas botellitas. "Será lo mismo que antes, una gota por bebida una vez al día."

"Bueno, tampoco era que me las dieras todas hoy." Me eché a reír. "Yo te aviso cuándo las vaya a necesitar. Por cierto, hace un tiempo que no hablo contigo, ¿te molestaría que lo haga ahora?"

"No, no. Es una sorpresa pero no una mala, ¿deseas té?"

"Por favor."

En ese momento entraron dos chicos, uno con un brazo roto y sangrante y otro con una cortada en la mano. Akrina dejó de hacer el té y se ocupó del chico del brazo sangrante mientras que el de la cortada quedó solo conmigo. Era raro, ¿dónde estaban los demás médicos y ayudantes? Devolví mi mirada al chico de la cortada y le dije que se sentara mientras buscaba con qué atenderlo. Encontré las cosas, me limpié las manos y me puse a curar su mano.

"¿Cómo te hiciste eso?" Pregunté mientras le observaba la herida.

"Estaba ayudando a cortar la carne para la cena de hoy y de repente tropezaron conmigo y me corté." Dijo mirando al suelo pero él estaba como un tomate, supongo que era la pena.

"Ya. ¿Y el del brazo roto?"

"Se cayó de un árbol."

"¿Por qué no me sorprende?" Bufé. "Cuéntame, ¿qué te hizo unirte al ejército de Arazem?"

Me miró por un momento y luego comenzó a hablar.

"Mi familia necesita el dinero. No es una necesidad extrema, pero el dinero les haría bien a mis padres y a mis abuelos que ya no pueden trabajar. También tengo hermanos menores que estudian y no quiero que ellos vengan a la guerra, así que vine yo a proteger a Arazem y ganar algo de dinero en el proceso."

Algo tan normal, pero para la mayoría de esos soldados era su pan de cada día. No porque yo no pasase por esas cosas significaba que no las entendía.

"Entiendo." Comenté curando su mano. Necesitaba que hablase, para que se distrajera del posible dolor. "¿Alguna persona importante que hayas dejado en Arazem?" Lo miré y se sonrojó nuevamente. "Veo que sí. Es una persona con suerte."

"¿Por qué lo dice?"

"Porque aun estando acá, recuerdas a esa persona. ¿Cuántos años tienes?"

"Veinticinco, señorita."

"Eres mayor que yo, no lo pareces." Dije con una suave sonrisa y se sonrojó.

¿Qué tan puro es este chico?
, me pregunté.

"Pensé que usted era diferente. Más fría y sanguinaria y que no trataría con cuidado una herida." Me miró luego de decir la última palabra con una cara de horror. "L-Lo siento."

"No te preocupes." Le dije mientras seguía con su mano, ya la había terminado de limpiar. "Es normal pensar que soy así."

"¿No le molesta?"

"Me salva de cosas innecesarias." Como que los soldados hagan cosas pensando que no los voy a castigar, agregué mentalmente. "Aparte, ya me acostumbré."

"Ya veo."

"Listo." Anuncié momentos después.

"¿Ya?" Preguntó sorprendido y miró su mano. "Gracias, general."

"No hay de qué." Y salió del lugar.

Después de que Akrina curó al otro chico, nos sentamos a hablar toda la tarde y cualquiera creería que lo teníamos otra cosa qué hacer.



Las reuniones con los generales fue aleatoria y ninguno se la esperaba. Visitéprimero a los generales que me apoyaban abiertamente.

El primero fue el General Ustafi.

"General Sebrin, qué sorpresa verla por acá." Me dijo cuando entré a su tienda.

"General Ustafi, me alegra que todo vaya bien." Le dije. "Sinceramente no voy aestar mucho tiempo por acá, ¿le importaría si converso un poco con usted?"

"Claro. Siéntese." Me indicó una silla. "¿Le puedo ofrecer algo de beber ocomer?"

"No se preocupe por ello. Gieran, por favor vigila que nadie estéchismoseando." Ustedes también, lesdije a mis acompañantes. Sentí que desaparecieron. "General Ustafi, lo que voya hablar ahora con usted es de suma importancia y un extremo secreto aexcepción de ciertas personas aunque conversar de esto, está terminantementeprohibido cuando salga de esta tienda, ¿entendido?" Asintió. "General Ustafi,debo ser sincera con usted y explicar mis motivos: esta guerra se estáprolongando mucho y aunque sólo sea más de un año, para mí es mucho tiempo. Espor eso que voy a tomar una medida más drástica, voy a intentar asesinar al reyde Captol."

"General Sebrin, no estoy diciendo que sea imposible es sólo que—"

"Entiendo lo que me puede decir pero en estos momentos no puedo irme a batallacon el General en Jefe de Captol, ya que se encuentra adentrado en el reino ymientras me acerco a él, perdería soldados y sería algo muy arriesgado por nodecir peligroso. Para evitar todo esto, me adentraré a Captol y asesinaré alrey."

Me miró un momento y asintió. "Veo que está decidida. ¿Cómo lo piensa hacer?"

"No puedo envenenarlo de buenas a primeras, tampoco puedo asesinarlo en unafiesta así como así ya que revisan a cada persona que entra a una. Eso, sintener en cuenta todas las otras medidas de seguridad y seguramente parecerá unamisión suicida pero es algo que quiero hacer. Ya dejé todo listo con el CapitánAlbeans el cual tomará mi lugar mientras tanto."

"Nada de lo que pueda decir puede cambiar su opinión así que le deseo la mejorde las suerte, General Sebrin." Dijo con una reverencia.

"Si no es mucha molestia, póngalo por escrito." Le dije sacando un pergamino ycolocándolo frente a él con ya todo escrito. "Como verá escrito, me dará pormuerta un año después de la fecha en que le llegue una carta enviada por elCapitán Albeans."

"¿Pensó en todo, no, general?" Comentó mientras buscaba una pluma.

"Por supuesto."

Después de él, fui con la General Karten.

"Un placer tenerla acá, General Sebrin." Fue como me recibió cuando me viosentada en una piedra en el lugar donde estaba estacionada.

"El placer de verla es mío, General Karten." Le dije bajándome de la piedra.

"¿Qué la trae por acá?"

Le comencé a explicar pero la reacción de Karten fue distinta a la de Ustafi.

"No puede ponerse en riesgo de esa manera, General Sebrin." Dijo totalmentesería.

"Necesito entienda algo, General Karten, no voy a dejar que esta guerra seprolongue solo porque tengo miedo de arriesgar mi vida."

"Si usted muere, ¿quién queda a cargo?"

"Eso no es de importancia. Ya he asentado qué van a hacer en la hipotéticasituación de mi muerte, no tiene que preocuparse de eso."

"¿Su Majestad qué ha dicho?"

"Su Majestad será el último en enterarse. No se preocupe, general, le aseguroque no haría nada que pusiese al reino y mucho menos al rey, en peligro."

"General Sebrin, cuénteme qué piensa hacer."

"No voy a hacer eso. Le estoy informando lo que voy a hacer pero no pondría enriesgo algo diciendo cómo lo voy a hacer. No es que no confíe en usted, generalpero debe entender que las paredes tienes oídos. Ahora, si no le molesta, porfavor firme esto." Saqué el pergamino de mi chaqueta y se lo entregué.

"No hay palabra que la convenza." Aseguró al mirarme.

"No."

Asintió.

La próxima fue la General Zuik.

"General Sebrin." Me dijo cuando me vio. Su tono era gélido y antipático.

"Si firma eso, capaz muera." La incentivé entregándole el pergamino.

Lo leyó y comenzó a buscar la pluma, firmó y me entregó el papel.

"Gracias." Le dije tomando de vuelta el pergamino. "Por cierto, tiene prohibidohablar de eso."

Salí, Gieran me vio y abrió los ojos como platos.

"Eso fue rápido." Comentó.

"Estos son los más sencillos de convencer, Gieran."

La siguiente fue la General Prinom más por conveniencia que por preferencia enverla.

"¿Se encuentra la General Prinom?" Pregunté a uno de los soldados quedescargaba cosas del barco.    

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora