Era casi mediodía, por lo que el castillo se encontraba en movimiento para servir el almuerzo. Lo bueno de que Adregon fuese rey, es que tenían que esperarlo para comer aunque eso no me afectaba a mí ya que yo nunca comía con ellos, siempre comía en mi habitación. Según Albeans era hasta que se revelara que yo no era Reinola. Se revelara públicamente, claro; ya que la mayoría en el castillo lo sabía.
"¿Cuándo van a almorzar?" Pregunté.
"No tengo h—" en ese momento, juro por mi madre que escuché el sonido del estómago de Adregon rugir.
"Puedo esperar." Comenté mirando su espalda. Asintió sin voltear a verme.
Cuando volví a mi habitación, me senté en la cama y observé el uniforme de Reinola con mayor detenimiento. No era de mi agrado. No me quedaba bien porque era más rellenita que Reinola —aunque luego de los entrenamientos infernales debía admitir que había adelgazado y me quedaba mejor—, pero su diseño no me gustaba para nada. Necesitaba ver el del ejército. Busqué en el cuarto a ver si encontraba papel, un tintero y una pluma.
¡Bingo!
Salí del cuarto a la habitación, donde me senté en el escritorio y agradecí que las criadas hubiesen arreglado las cortinas para que entrase la luz. Teniendo en mente lo que quería, me puse a dibujar.
No sé cuánto tiempo pasó pero escuché que tocaron la puerta. Sin esperar por mi contestación, se abrió, por lo que tenía una muy buena idea de quién era. Adregon entró y me vio sentada en el escritorio con la pluma en la mano.
"¿Qué estás haciendo?" Preguntó.
"Adregon... ¿Cuál sería la posibilidad de cambiar mi uniforme?" Pregunté evadiendo su pregunta en ese momento.
"¿Cuál?" Señalé el que estaba visible. "Si tienes un diseño nuevo, haz lo que te plazca. Saldrá de la cuenta de Reinola."
"'¿De Reinola?'"
"Por supuesto. Todo el dinero que utilizarás es el de Reinola, ya que sinceramente no creo que cambien. ¿Albeans no te dijo eso?"
No, no me lo había dicho. Es decir, que yo estaba aprovechándome del dinero de Reinola. Qué bien.
"No."
"Bueno, espero estés segura de que ella se va a gastar todo tu dinero." Eso sería cierto... si tuviese dinero en Calloway, mi ciudad natal. Y no lo tenía. "De todos modos, haz lo que quieras. Cambia el uniforme, en realidad no me interesa mientras sea un diseño que no nos haga hacer el ridículo. Ahora, sígueme."
Respiré profundo y me paré.
Mente sobre materia, mente sobre materia, me repetí apretando la mandíbula.
Cuando por fin pude alcanzar a Adregon, este se encontraba hablando con un hombre que al verme, le hizo una reverencia y se fue. Adregon me miró y comenzó a caminar (aunque un poco más lento).
"En el castillo y fuera de él," comenzó, "hay distintos templos para orar. Nuestra religión es variada y no es monoteísta, sin embargo, la gran mayoría de las personas se afilian a un solo dios hasta el día en que mueren." Asentí. "Por ejemplo," nos detuvimos frente a una puerta y como nunca me habían dejado explorar el castillo a voluntad, esa parte era completamente nueva para mí. "Esta es la Sala de Galaos." Abrió la puerta y me invitó a pasar.
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...