Capítulo 15

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Esperaríamos unas dos horas a dos horas y media, pero no tres. Pude jurar sentir en cuanto llegó al palacio, era posible que lo sintiera cuando llegó al pueblo, pero cuando pisó el palacio estaba completamente segura.

Neroa se separó de mí, me puse de pie y me sacudí la ropa. Cuando me quité lo sucio, su cola se volvió a enrollar en mi pierna.

Escuché que las puertas se abrían y me di la vuelta. Entrando a la sala, la expresión de Adregon era pétrea y gélida —pero eso no quitaba que fuese excesivamente atractivo. Iba vestido casi completamente de negro, sólo con algunas partes blancas y además, tenía el collar que lo identificaba como Rey de Arazem.

No debió afectarme como lo hizo. Sentí que mi respiración y mi pulso se aceleraban, que temblores de placer recorrían mi piel y la alegría se concentraba en mi pecho.

"¡TÚ!" Oí a alguien rugir pero no lo escuché, no quería.

Adregon me vio y se detuvo por un momento.

Adregon comenzó a caminar de nuevo hasta que se detuvo frente a mí. "Su Majestad." Dije inclinando la cabeza pero no pude inclinarla por completo ya que su mano me detuvo.

"Piper," susurró. "General Sebrin." Dijo en voz alta. "Me alegra que esté bien."

"Eso es relativo."

"Me doy cuenta." Estudió mi rostro. Me imaginaba cómo debía estar de hinchado y golpeado. Maldición, sentí las lágrimas formándose. "Los golpes."

"Del lado derecho, Akros. Del izquierdo, Yuein." No tenía sentido mentirle (y tampoco quería).

Una mueca se formó en su rostro.

"Ahora no. Luego." Imploré.

Asintió y se separó de mí.

"¡TÚ!" Rugió Akros.

"Sí, sé que soy yo, no tienes que recordármelo."

"Suéltenlo. A la mujer, no."

Oran empujó a Akros mientras Tasa levantaba a Jalena del trono y se la llevaba con otros Asho-Rastra.

"Pensaba que eras un criado." Escupió Akros mirando a Adregon.

"Y yo que eras un vagabundo." Replicó Adregon sin inmutarse. Eso que tanto odiaba de él en ese momento lo amé.

El entendimiento brilló en el rostro de Akros. "Por eso ella puso tanto énfasis en salvarte. Pensé que era muy apegada a sus sirvientes."

No iba a comentar sobre eso.

"¿Qué se siente, Ferris?" Preguntó Adregon en tono jocoso.

"¿Qué cosa?"

"¿Qué se siente saber que tenías al poder de Arazem a solo unos metros y elegiste al equivocado? Al menos conmigo de rehén habrías controlado a la General Sebrin, por no decir a todo Arazem."

Ferris intentó atacar a Adregon pero antes de los cinco metros ya lo habían detenido.

¿Será que me puedo ir?, me pregunté. Ya el cansancio me estaba afectando, tanto mental como físicamente.

"Genera Sebrin," comenzó Adregon. "Creo que ya ha sido suficiente, puede retirarse."

"Entendido." Hice una reverencia y me retiré pero Neroa se quedó con Adregon.

Cuando salí de la sala, vi a guardias de Akros como a soldados de Arazem. No sabía a dónde se suponía que tenía que ir, pero un soldado me quitó la duda.

"General," dijo con una reverencia. "La esperan en la entrada."

Caminé hasta la entrada donde reconocí (tampoco es que fuese difícil) a Kaluto. Kaluto se acercó a mí.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora