Capítulo 24

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Más tarde me encontraba sentada en el medio de mi cama sin hacer nada mientras los demás se maravillaban con la caída de la nieve. La verdad era que estaba deprimida y no quería ver a nadie. A los niños, para no preocuparlos y a los demás, porque simplemente no quería.

Escuché que la puerta de mi cuarto de abría y no necesitaba que alguno de mis acompañantes me dijera quién era. Y cuando la persona se sentó en la cama, cualquier mínima duda que hubiese podido tener se extinguió.

"¿Qué haces aquí?" Le pregunté a Adregon.

"Vine a hacerte compañía."

"Puedes llevar a los ni—"

"Lo iba a hacer y Ahlía me los quitó diciendo que ella era su tía y lo iba a hacer ella." Bufé. "¿Puedes explicarme eso?"

"Clamó que era su tía. ¿Qué quieres que le diga? ¿Que no? Es mejor así, así tienen familia. Reinola no tiene hermanos, tú tampoco." Pensé un momento y fruncí el ceño. "Si tú estás aquí, ¿quién está entreteniendo a Delion?"

"Albeans."

​            "Bueno, primera tarea como General en Jefe." Musité. "¿Por qué estás acá entonces?"

"Pensé en hacerte compañía."

"No la necesito." Espeté y me acosté.

Adregon suspiró y se puso de pie pero no se fue de la habitación. Escuché que se sentó.

"La nieve está cayendo de manera lenta y suave. Sin apuro." Comenzó a decirme y dejé de respirar.

¿Está... está haciendo lo que creo que está haciendo?, cuestioné.

Y así continuó. Continuó contándome todo lo que veía describiendo con lujo de detalle para que no me perdiera nada. Me contó cómo los árboles se movían con suavidad, cómo la nieve parecía bailar cuando caía.

Me paré de la cama y él cortó sus palabras pero no escuché que dijera algo o intentase ponerse de pie para ayudarme —sabía que lo rechazaría.

Mi cuarto era una de las pocas cosas que me sabía como la palma de mi mano, después de todo las cosas permanecían en el mismo sitio. Así que, suponiendo en qué silla él tomó asiento, tomé asiento en la que estaba frente a esa.

Tuve razón y no me le senté encima.

"¿Por qué haces esto?" Le pregunté. "No tienes que hacerlo, ¿sabes? Si es algún tipo de culpa que sientes—"

"¿Te echaste la medicina que trajo Akrina?" Me interrumpió. Yo me acomodé en la silla.

"Sí, pero no funcionó." Apoyé mi cabeza en el apoyabrazos. "Piensa que si me lo echo continuamente tal vez haga algo."

Lo único que se escuchaba era el crepitar de la pequeña chimenea del cuarto. La cual, dicho sea de paso, no sabía que estaba allí hasta que la encendieron ya que siempre estaba tapada por unos adornos.

"Tú no piensas lo mismo."

"Lo que yo piense o deje de pensar es inútil. No va a cambiar en nada la situación. 'Si algo tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si algo no tiene solución, ¿para qué preocuparse?'" Cité. Había leído esa cita hacía muchísimo tiempo pero aún la recordaba con claridad.

"¿Qué pasó con Tarhik?" Preguntó de repente. "Lo vi algo tímido con Ahlía."

Pues era de esperarse, comenté. Le dije a Adregon lo que había pasado en casa de los Albeans y parece que lo sorprendí porque no comentó nada.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora