Piper:
Cuando vi a Lanaedo en medio de la habitación, bufé.
"No te dijo, ¿verdad?" Pregunté y él negó con su cabeza. "Me lo imaginé."
"¿Por qué se rehúsa a verte? No entiendo." Dijo Kalous acostado a los pies de la cama.
"No lo vas a entender porque no entiendes a Adregon. Pero una vez que lo conoces, algunas cosas se vuelven más sencillas."
"¿Y entonces? ¿Por qué no quiere verte?" Presionó Hanolu.
Me recosté en las almohadas con un suspiro.
"Estoy casi, casi segura de que no quiere verme porque piensa que me voy a abalanzar sobre él, vamos a coger y voy a intentar convencerlo de que me perdone." Hice una pausa a ver si mis acompañantes decían algo pero se quedaron callados. "Que, sinceramente, no es una mala idea. Pero no una que pondría en práctica en este momento."
"¿Por qué no me sorprende?" Musitó Lanaedo.
Cerré mis ojos.
Sabía que el tiempo se me estaba agotando. Si Adregon no venía, sabía que tenía que decirle en el momento en que los dolores cesaran o disminuyesen su magnitud.
Ya le había dicho a Tarhik y jamás y nunca había tenido que aguantar tanto las lágrimas. Si ese niño veía que yo tenía miedo o algo, sabía sin lugar a dudas que esa imagen lo perseguiría toda su vida.
Cuando le dijeron que estaba gravemente enferma, corrió hacia donde yo estaba y cuando le dije que tenía La Roja, no huyó ni algo parecido. Sólo me abrazó. Ese pequeño cuerpo me abrazó como si me consolase cuando yo sabía mejor que nadie que él era el que necesitaba ser consolado. Lo tomé en brazos y sacando a todo el mundo de la habitación, le dije que estaba bien llorar.
Sentí que mi corazón se rompía de nuevo al recordar lo mucho que había llorado.
Secando sus lágrimas, lo consolé lo mejor que pude. Le dije que incluso si yo no estaba allí, todo estaría bien para él y para Zolad. Que yo jamás dejaría a mis hijos desamparados y que nunca más pasarían por lo que habían pasado con la perra maldita que decía ser su madre. Por último, le hice prometer que no le diría nada a Adregon porque se lo quería decir yo misma.
"Piper," Lanaedo me sacó de mis pensamientos.
"Dime."
"¿Por qué simplemente no le dices a Adregon que estás enferma y que venga a verte?"
Ya era momento. ¿Para qué ocultar algo que igual terminaría diciéndoles incluso si era para no morir con arrepentimientos?
"Esto les va a parecer quizás absurdo con todo lo que está pasando." Comencé mirando mis manos. "La verdad es... que quiero que Adregon venga por mí."
"No entiendo." Dijeron los tres al mismo tiempo.
"Entiendo." Pestañeé. "En el momento en que le digan a Adregon que estoy enferma y lo que es más, que estoy muriendo, va a venir corriendo. Eso no lo pongo en duda. Pero quiero que venga por mí."
"Sigo sin entender." Dijeron Kalous y Lanaedo pero Hanolu se quedó callado. Lo miré sintiendo las lágrimas formándose en mis ojos para luego mirar mis manos.
"Quiero que Adregon me venga a ver porque le estoy diciendo que venga. No porque voy a morir." Las lágrimas cayeron en mis puños y noté con impotencia que seguían siendo rojas no importaba cuánto pidiera que volviesen a un transparente normal. "Quiero saber que le importo lo suficiente; lo suficiente como para que él venga cuando se lo pido en reiteradas ocasiones. Quiero que venga porque se lo pido una y otra y otra vez y no porque tenga que hacerlo."
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...