Adregon entró al baño y se comenzó a quitar el pantalón del pijama pero sus movimientos eran tan lentos que para el momento en que estuviese desnudo, ya el agua estaría fría. Me acerqué a Adregon y poniéndome en cuclillas, aparté su mano de un manotazo ganándome rugidos y siseos de sus acompañantes pero Hanolu apareció y mostró sus dientes. Traté de ignorar esa parte de su anatomía que comenzaba a demandar atención. Me puse de pie y miré a otro lado hasta que escuché que entró en el agua.
Realmente, tenía pensado irme del baño y dejarlo solo. Claro, eso fue hasta que escuché que inhalaba de manera aguda por el dolor mientras movía su brazo y trataba de lavar su torso. Mirando al techo, imploré por paciencia mientras me quitaba mi camisa y los zapatos, los arrojé a un lado quedando en mi sostén y mis pantalones de correr. Me acerqué a él y le quité el jabón de las manos. No había terminado de quitarle el jabón de las manos cuando Mekina y Neroa se interpusieron entre Adregon y yo.
"No lo toques." Siseó Mekina.
La ironía no se perdía. Él había buscado que lo medio mataran a golpes. Él había buscado sus moretones. Él me había obligado a aceptar un matrimonio para evitar una guerra aun cuando luego se cayó a golpes (lo cayeron) y su acompañante osaba interponerse en mi camino. Me enderecé y miré a los ojos a Mekina —a mi parecer la más protectora de las tres acompañantes de Adregon.
"Adelante. Tampoco es que quiera hacerlo." Dije retrocediendo al tiempo que estiraba mi mano y le ofrecía el jabón. "Trata de no cortarlo con tus garras o que quede limpio mientras se trata de bañar solo y herido."
"Mekina," dijo Kaluto. Escuché su voz pero no la vi, era obvio que no quería que el baño se sintiera apretado así que no apareció. "Deja que Piper lo haga."
"Si llegas a lastimar a Adregon—"
"Igual no vas a hacerme nada. Debería decir no puedes hacerme nada." Sonreí. Mekina era extremadamente protectora con su persona elegida.
Mekina y Neroa se apartaron y desaparecieron, le indiqué con un gesto a Hanolu que hiciera lo mismo y me vi sola con Adregon. Busqué una toalla y me volví a poner en cuclillas al lado de la bañera.
"Gracias." Dijo Adregon en voz baja.
"No hay de qué." Repliqué mojando la toalla en el agua restregué el jabón en la toalla y lo coloqué a un lado. "Sube tu brazo por favor y ponlo en el borde." Lo hizo y comencé a pasar el paño. Cuando terminé, fui al otro lado y limpié su otro brazo. Cuando terminé con ellos, seguía la espalda de Adregon así que me coloqué detrás de él e indicándole que se echase un poco hacia adelante, comencé a limpiar su espalda suavemente. "Avísame cuando te duela." Un gruñido bajo fue mi respuesta.
Pasando el paño por su espalda, no pude evitar tener dos tipos de admiración: admiración (renuente) por los músculos de Adregon y admiración por cómo Delion había (en pocas palabras) pateado su trasero. Tomé el jabón y lo pasé de nuevo por la toalla para después pasarlo por el costado de Adregon; sentí que se movió e inhaló de manera lenta. Ajá, le dolía.
Sinceramente, el paño era más para mi beneficio que para el de él ya que... la carne es débil, ¿ok? Yo no escapo a eso. Era humana. Pero en ese momento, tenía que tomar el control de mis hormonas cachondas y hacer lo que le doliese menos. Puse la toalla a un lado y tomé el jabón en mis manos. Metí la mano debajo del agua y cuando toqué su costado izquierdo, se volvió piedra. "Lo siento." Le dije. "Es más suave con la mano que con el paño, prometo que no te voy a lastimar."
"No te preocupes." Suspiró respirando profundo. "Me lo merezco."
Mi mano se detuvo por un milisegundo pero seguí enjabonándolo. Pasé al otro lado e hice lo mismo. La carne era realmente débil, mi cuerpo estaba comenzando a reaccionar al tocarlo con mi mano. Me aparté y supe que comenzaría la parte más difícil: su pecho y abdomen.
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Una General en Jefe
Любовные романы[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...