Luego de dos y medio de montar a caballo llegué a un pueblo en proceso de convertirse en ciudad que estaba en sincronía con mis gustos. Todo estaba adornado y las personas caminaban de un lado a otro alegres llevando adornos, comida o vestidos. Las calles estaban adornadas con guirnaldas entre los edificios —algunas parecían flores mientras otras parecían lámparas—, las personas sonreía y todo tenía un ambiente de relajación.
Vaya, esto ciertamente es distinto, pensé.
Ira resopló detrás de mí y la acaricié para tranquilizarla.
"Tome dos manzanas para usted y su caballo." Dijo una mujer pasando a mi lado. "Feliz inicio de Hakada."
"Gracias." Dije sorprendida mirando las manzanas. Miré mi ropa viendo si algo me delataba como General en Jefe pero no, estaba vestida con una falda —un poco más corta que las faldas y vestidos que llevaban algunas mujeres—, una camisa manga larga y mis botas. Tampoco es que fuesen de materiales costosos ya que la costurera real sabía en dónde me encontraba (en una guerra).
Es Hakada, están perfectas, dijo Lanaedo interrumpiendo mis pensamientos. En Hakada todo es seguro. Nada se duda.
"Te creeré." Dije en voz alta extendiéndole una manzana a Ira.
Mientras caminaba, creo que a todos les preocupaba que no comiese ya que me regalaban comida al ver mis manos vacías.
"Ok, no me siento muy bien con esto." Murmuré deteniéndome frente a una panadería. Busqué en lo que Gieran había empacado encontrando una de las bolsitas con el dinero. "Quédate tranquila, ya vengo." Le dije a Ira y entré a la panadería.
Tomé todo tipo de panes y postres para alimentarme sacudiendo la cabeza mientras me imaginaba la cara de Albeans o de Gieran por mi 'dieta balanceada'. Reí por lo bajo y llegué al mostrador.
"Son cuarenta y ocho drones con cinco pergos." Dijo el chico detrás del mostrador.
Abrí mi cartera notando que sólo tenía diglons. Suspiré y coloqué el diglon en el mostrador justo cuando el chico abrió la boca. Tomé la bolsa de pan y la otra de postres.
"No se preocupe por el cambio," le dije.
El chico miró el diglon y me sonrió. "¡Feliz Hakada, señorita!"
"Gracias, igualmente."
Salí de la tienda mientras comía uno de los dulces que había comprado y le daba uno a Ira (me dijeron que era para caballos).
Yo quiero, dijo Hanolu.
Suspiré y me metí en un callejón donde mis tres acompañantes salieron, les di un dulce y un pan a cada uno y desaparecieron.
Gracias, dijeron los tres al mismo tiempo.
Mientras volvía a caminar por las calles, anocheció y unos quince minutos después todos empezaron a gritar emocionados apuntando al cielo. Miré hacia arriba y lo que vi fue... impactante. Jamás había visto algo semejante y eso que había observado varias formas de fuegos artificiales en vivo o en televisión: algunas estrellas del cielo parecían bailar y formar diversas figuras e incluso tomar distintos colores. Era todo un espectáculo que de repente comenzó a parecer un cuento por la lentitud y movimiento de las estrellas. La figura que se formó en el cielo parecía fuego.
"Hace mucho mucho tiempo, nuestro mundo estaba en constantes peleas. Había muertes por todos lados y el caos reinaba." Escuché que una voz decía detrás de mí. Una mujer se encontraba sentada en el piso rodeada por niños y uno que otro adulto, todos mirando el cielo mientras ella contaba la historia. "Peleas sin sentido, sin descanso alguno." Quedé hipnotizada con su voz y cómo ella parecía seguir el mismo ritmo que las figuras en el cielo. "La maldad reinaba en todos sitios. Pero fue entonces cuando ocho seres unieron fuerzas. No se sabe con certeza si fueron personas o fueron acompañantes pero eran poderosos. Se unieron para terminar las peleas, para que todo estuviese en paz y armonía al menos por un tiempo. Durante quince días y quince noches, los seres les hicieron ver a las personas qué era lo importante. Ellos, juntaron las almas de todos los caídos y las subieron al cielo donde lo iluminaron por completo. Sin embargo, al inicio de los quince días, la oscuridad del cielo respondió que quitaban su espacio e hicieron un trato. Los seres preguntaron si podían convivir en paz pero la oscuridad se negaba alegando que tenían luz de día y ella no podía aparecer de noche."
Pues mentira no es, comenté mentalmente.
"Le preguntaron a la oscuridad si no se sentía sola y ella respondió que sí, algunas veces pero que no quería compañía siempre. Y llegaron a un trato:" esperé las palabras mirando al cielo. "Las almas serían pequeñas y ocuparían poco espacio, siendo las estrellas y uno de los seres tomaría el rol de cuidarlas, siendo la luna."
Muy bueno el cuento pero se han desviado, pensé.
"Cuando la oscuridad quisiera estar sola, la luna y las estrellas desaparecerían y cuando quisiera compañía estaría allí. Los seres aceptaron pero" dio una pausa dramática. "Había un problema. Los sonidos de las guerras molestaban a la oscuridad del cielo y los seres prometieron que, durante quince días y quince noches nada pasaría. Pero el cielo no les creyó. Queriendo que el cielo estuviese de su parte, los seres le prometieron que el año siguiente toda pelea cesaría pasa esa fecha. Y así fue. La oscuridad del cielo, aceptando las pruebas, creyó en las palabras de los seres y aceptó tener a los seres queridos. Ahora, todos los años, los seres que pasaron a ser dioses, nos recuerdan que tenemos un trato y hay que cumplirlo. Que nuestros seres queridos tienen donde descansar. Y así, se formó el Hakada."
Las estrellas se dispersaron volviendo a sus lugares pero de forma más tenue.
Observé entonces que las personas comenzaban a iluminar las lámparas de las calles con velas que tenían entre sus manos.
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...