Hora y media después me quería quedar sorda. De verdad. Quería salir corriendo del lugar. No sabía cómo rayos hacían ellos para pretender que la cosa era interesante porque de verdad, el tono monótono con el que hablaban era increíblemente aburrido aunque tampoco era que los temas de conversación fuesen los más divertidos del universo. Es decir, ¿cómo rayos hablas por treinta y cinco minutos sobre si los bloques de construcción eran un gramo menos pesado?
"Es mejor que sigan siendopesados." Interrumpí. "Serían más resistentes."
"Pero al trasladarlos—" intentó hablar otro.
"Es una sensación pasajera. Es mejor que sean pesados, así resisten y todosfelices con construcciones sólidas."
Por favor, que no comiencen a discutir lainmortalidad del cangrejo, rogué y mis acompañantes rieron.
En ese momento tocaron la puerta y abrieron. Varios criados entraron llevandoconsigo bandejas de comida y no pude evitar notar a la chica que le estabasirviendo a Adregon ya que, un poco más y se sacaba las tetas y se lasrestregaba en el rostro. Una criada colocó una bandeja de frutas frente a mícon su respectivo plato mientras yo trataba de ignorar el hecho de que lacriada que estaba sirviendo a Adregon, le estaba dando la comida en la boca;tomé el cuchillo que la criada me ofreció y comencé a pelar la fruta frente amí para distraer mi atención y, más importante, mis manos.
La fruta en mis manos parecía una manzana aunque sabía a mango pero, gracias aque tenía la textura de la manzana, pude darle la forma que deseaba.
"No sabía que la pili se pudiera cortar de esa manera." Dijo uno de losconsejeros observando la fruta en mi plato.
Había cortado la pili simulando la forma de un conejito. Me lo había enseñadouna amiga que había estado de intercambio en Japón y la había obligado aenseñarme.
"Ah, no es tan difícil, la verdad." Dije.
"¿Podría enseñarme?" Preguntó.No lo había notado antes pero era bastante joven para ser un consejero. ¿Acaso tendría mí misma edad? Si acaso, un poco mayor. Lo cierto es que era sexy en una manera relajada. No era bello, no era hermoso, pero era bastante sexy.
Abrí la boca pero las puertas se abrieron nuevamente y Albeans entró.
"Su Majestad, General Sebrin, consejeros." Dijo con reverencias aunque claramente distintas. "General Sebrin, disculpe que la moleste pero necesito de su presencia."
No iba a mirarle los dientes a un caballo regalado. Con lo aburrido de los temas y evitando a Adregon, me puse de pie. "Con su permiso," les dije.
"¿Qué pasó?" Pregunté cuando estuvimos fuera del alcance de cualquier oído.
"Sé cómo son esos consejos, tenía que salvarte."
Miré si había alguien cerca y como no vi a nadie, salté sobre Albeans poniendo mis piernas alrededor de su cuerpo.
"¡Eres lo máximo! Salgamos de esta vaina." Me bajé de él y caminé para salir del castillo.
Saliendo del castillo nos topamos con Akrina.
"General," dijo con una suave sonrisa. "Vine a ver cómo se encontraba de salud."
"Estoy bien. Vamos a comer." Le dije agarrando su mano.
"¿Qué pasó?" Preguntó Akrina cuando estuvimos en el restaurante.
"Estuvo en un consejo." Dijo Albeans como si fuese toda la explicación que necesitaba.
"Ah, ya." Y al parecer, lo era.
Cinco días. Cinco hijos de puta días pasaron y todos los días había un cochino consejo con temas unos más aburridos que el otro. Sinceramente estaba que me dormía. Cerré mis ojos y me acomodé en la silla. ¿De verdad tenía que aguantarme eso todos los días? Coño, no era la reina ni nada, sólo General en Jefe que era buena en guerras (si es que se me permitía decirlo). No tenía porqué estar enterada de las cosas mercantiles. Siendo sincera, me mareaban y me provocaban dolores de cabeza.
"Su Majestad, necesitamos que alguien vaya a Frydor. Necesitamos conversar las importaciones." Le dijo uno de los consejeros a Adregon.
En mi mapa mental, busqué las descripciones de Frydor. Montañas, frío y hermoso, fueron las primeras palabras que pensé. No estábamos en guerra y si había una batalla, yo no necesitaba estar en ella.
Abrí los ojos y me senté derecha en la silla. "Voy yo."
Todos me miraron pero sólo Adregon respondió. "No."
Respiré profundo. "No tengo nada que hacer momentáneamente, Su Majestad." Le dije mirándolo directamente a los ojos.
"Lo ha dicho, General Sebrin, 'momentáneamente'."
"Su Majestad, si puedo ser brutalmente honesta con usted, no sirvo para estas cosas." Señalé los papeles. "Todos lo saben. Aunque sea déjeme ir a Frydor y hablar, así sea sólo para mostrarles que importan lo suficiente para no manejar esto por correspondencia o un simple representante del reino." Escuché jadeos ultrajados. Aaaayyy, supérenlo, pensé. Mi opinión no había cambiado. "Prometo que me seguiré ocupando de la seguridad del reino."
"Su Majestad," dijo uno de los consejeros. "No quiero contradecirlo, pero la General Sebrin tiene razón. Sería beneficioso para nosotros que ella se encargase de eso."
La cara de Adregon no dejaba nada para adivinar. Después de un rato pensando, suspiró. "No puede ir sola." Todos los consejeros estuvieron de acuerdo.
Cuando terminó la reunión, estaba a punto de salir pero Mekina se atravesó en mi camino. Creo que Adregon quería que me quedara —era una pequeña suposición teniendo en cuenta que la última en salir (o que pensaba en salir) era yo.
"Hay maneras más sutiles de decirme que me quede." Dije pasándome una mano por mi cabello. Mekina no desapareció así que me di la vuelta y me aplasté en la silla.
"No vas a ir sola." Dijo Adregon.
"Ok."
"No vas a estar sola con Velkham."
"¿Por qué?" Crucé mis brazos.
"Primero, porque ninguna emisaria de Arazem va sola a Frydor a menos que guste de mujeres y aun así no va completamente sola."
"¿Por qué?" Pregunté realmente curiosa pero no me respondió y se fue de la habitación.
Después de cuatro días de viaje, me encontraba en Frydor y supe la razón. Frydor era un lugar ubicado en las montañas, donde la nieve era algo casi permanente. Todo el paisaje era hermoso y la ciudad cerca del castillo tenía casas de aspecto acogedor, resistentes pero a la vez se veía que eran de familias que no sufrían por dinero.
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Una General en Jefe
Romance[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...