Capítulo 8

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Las próximas semanas no tuve realmente mucha actividad ya que actuaba más como Lord de Batalla que como una general pero según Albeans ese era mi rol y me dijo que las batallas en las que Reinola luchaba eran contadas. Eso no me hacía sentir mejor. Ahora, los Generales Trinen, Karten, Zuik, Ustafi y Prinom sí luchaban en batallas y se encargaban de proteger el territorio.

Un día, me encontraba revisando que las armas estuviesen en buen estado ya que si me tocaba, no iría a una batalla con armas inútiles. Escuché pasos detrás de mí pero estaba casi segura de que era alguien conocido —la posibilidad era de que fuese Albeans— debido a la falta de reacción de Hanolu que estaba acostado en el piso. Miré rápidamente sobre mi hombro a ver quién era y mis suposiciones estaban correctas, era Albeans.

"Piper, no sé si sabes esto pero en Arazem tenemos una tradición." Comenzó a decirme Albeans.

Solté la flecha que estaba revisando y la coloqué con las demás. "¿Cuál es esa tradición?" Pregunté dudosa mientras tomaba otra flecha y comenzaba a afilarla.

"Aquel que cumplas años, tiene derecho a volver a Arazem a pasarlo con su familia. Por supuesto, si es que lo desea. Claro que la mayoría lo hace."

"Entiendo." Asentí. "¿Quieres ir a Arazem?" No estábamos tan lejos, sólo a dos días y medio de viaje —si se usaba uno de los caballos de guerra y a todo galope, por supuesto. Claro, Albeans, si mal no recordaba, no cumplía años en esas fechas. Además, si era una tradición y todos lo sabían, el soldado que tomaría el tiempo libre hablaría con Albeans de eso, no conmigo. Conmigo hablaban de otras cosas.

"No, no. Yo no cumplo años en estos días."

"Ok... Dile al que cumple años que puede ir a Arazem entonces." Seguramente ya muchos habían ido y vuelto pero este era uno de un rango más alto y quería pedir permiso.

"No." Se echó a reír. "La persona que cumple años pronto eres tú, Piper."

Detuve mis movimientos y traté de pensar.

Ah. Tenía razón. Me ruboricé. ¿Cómo era posible que haya olvidado mi propio cumpleaños? No sólo eso. Ya habían pasado aproximadamente seis meses desde que había ocurrido el clanx. Vaya.

"Pero—"

"No hay problema, todos los rangos caen en la tradición." Se apresuró a decirme. "No vamos a morir porque te ausentes una semana, Piper. No luchamos todos los días."

Razón tenía.

"¿Quieren que me vaya?" Pregunté con una sonrisa mientras me ponía de pie.

"Todos merecen un descanso. Incluso usted, General Sebrin." Sonrió. "No me digas que no extrañas la comida de Arazem."

"Ok, ok. Iré." Reí.

Cuando se acercó el día de mi cumpleaños, tomé a Ira. El viaje lo haría en tres días para no forzar tanto a Ira, así que según la hora a la que salía, llegaría a Arazem en la noche.

Cuando vi el castillo de Arazem a lo lejos, supe que estaba cerca. El sol apenas había comenzado a ocultarse cuando vi el castillo. Estaba lejos, se veía diminuto, pero lo veía.

Cuando llegué al castillo, todos los soldados se mostraron sorprendidos al verme. Llegué al establo real donde Uril recibió a Ira. "Está perfecta," me dijo. "Su condición no dice que el viaje la ha cansado."

"Pero es mejor que descanse." Reí acariciando a Ira. "Consiéntela un poco."

Cuando llegué a una de las puertas traseras del castillo, vi que los criados corrían de un lado a otro con bandejas y arreglos. Algunos con animales para cocinar (muchos animales para cocinar). Los arreglos, eran gráciles y femeninos, pero aun así festivos.

Una General en JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora