Me fui del establo pero no quería ir de vuelta al castillo. Necesitaba hablar con alguien, con alguien de confianza y Delion no podría hablarme ese mismo día. Le pedí entonces a Kalous, siendo él más rápido, que me llevase a casa de Ahlía. Toqué la puerta y no supe quién abrió hasta que me tomaron en brazos y me apretaron.
Su madre, pensé.
"¡Piper! ¡Qué gusto tenerte acá!" Exclamó. Después de aquel Hakada y del tiempo que había pasado en su casa, no me había parecido mal decirle que me llamase por mi nombre.
Era obvio que sabía que había perdido la visión, pero se comportó lo más normal que pudo. Me llevó hasta el comedor tomando de mi mano y una vez que me depositó allí, comenzó a conversar conmigo.
"Espero que recuperes la vista pronto." Dijo mientras suponía que cocinaba.
Sentí un pinchazo en mi mano.
Lo siento, me dijo Hanolu, era hora.
¡Me podías avisar!
"Si no la recupero, al menos sé que el puesto está en buenas manos." Le dije con sinceridad mientras intentaba sacudir disimuladamente mi mano.
Comenzaba a sentir cómo el veneno subía por mi mano. Hacía más de un mes que Hanolu me había dejado de morder, pero ahora parecía que volvíamos a lo mismo. No sólo trataba de ver si el antídoto contra el veneno funcionaba, también me había dicho que mis niveles de veneno estaban disminuyendo y eso quería decir que, posiblemente, mi resistencia a ellos también.
Un portazo me alertó de la llegada de alguien.
"Oh, bienvenida, Ahlía." Dijo su madre.
"No me voy a quedar a comer, tengo que ayudar a Carith a encontrar a Piper." Dijo mientras caminaba apresurada. "Buenos días," le dijo al visitante. Sonreí. No se había dado cuenta de que era yo. "Al parecer nadie la podido encontrar y el rey hizo un anuncio importante."
Se dejó de escuchar, así que suponía que se había ido a su habitación. "No se dio cuenta de que estabas allí."
"No me sorprende."
¿De qué estará hablando Ahlía?, me pregunté.
"¿Vas a comer antes de irte?" Me preguntó Ranzella.
"Sí, claro. Hace tiempo que no como algo con sentimiento materno." Si me ofrecía, no le iba a decir que no.
Escuché nuevamente los pasos apresurados. "¡Mamá, sí voy a— ¡Piper!" Gritó Ahlía sorprendida. "¿Qué estás haciendo acá?" Pack. "¡Auch!" Suponía que Ranzella le había pegado.
"Me escapé del castillo." Le dije con toda sinceridad.
"¿Cómo llegaste hasta acá?"
"Kalous tiene buena memoria."
Escuché que su mamá ponía un plato frente a mí. Se volvía a mover y colocaba otro plato en la mesa, la silla se movió y supuse que Ahlía tomó asiento.
Para no hacer el ambiente incómodo, le pregunté a Lanaedo qué cosas había en el plato y cómo estaban distribuidas. Así que tomé los cubiertos y comencé a comer.
"¿Para qué me buscabas, Ahlía?" Pregunté. "No saques provecho de que estoy ciega y que no puedo saber qué estás pensando porque no puedo ver tu rostro."
Hubo un silencio de unos dos segundos y luego su madre y ella se echaron a reír.
"Es mejor que te enteres porque te lo lean."
"¿Qué cosa?"
"Ya sabrás."
"Por cierto, mamá, soy tía."
Escuché que algo metálico cayó al suelo.
"Tu hermano embarazó a alguien." Dijo con absoluta certeza.
"¡No! ¡Convencí a uno de los pequeños de Piper que me llamase tía! Ahora debo esperar que el otro hable y todo será perfecto."
"Ah, ya." Dijo aliviada. "Piper, debes presentarme a esos pimpollitos tuyos. Ahlía que dice que son una cuchitura."
¿Cuándo fue la última vez que escuché la palabra 'pimpollo'?, me pregunté.
"Seguro. Cuando vuelva los traigo."
Cuando terminamos de comer, le dije a Ahlía que iría con ella de vuelta al castillo. No sabía cómo rayos había salido esa mañana, pero Reira me había asegurado que a menos que me mirasen por mucho tiempo, no se darían cuenta de quién era.
"Gracias." Le dije a Ahlía mientras caminábamos de vuelta al castillo, la tenía agarrada del brazo.
"¿Por qué?"
"Por hacer todo tan normal como te es posible. Sé que es difícil."
"¿Para qué fuiste a mi casa, Piper?"
"Necesitaba hablar contigo."
"¿Acerca?"
Por favor, que nadie escuche, les ordené a mis acompañantes.
Estás bien, dijo Kalous.
"No estoy casada con Adregon."
Muy tarde me di cuenta que debí haberle dicho eso en otra parte. Cuando algo la sorprendía, Ahlía gritaba. Hice una mueca esperando un grito que no vino.
"¿Ahlía?" Pregunté de nuevo sin recibir respuesta.
Está en shock, dijo Lanaedo. Tiene la boca como un pez, por cierto.
"Ya va." Habló. Me llevó hasta un lugar, abrió la puerta y se escuchó que estaba lleno. Me dirigió hasta que nos sentamos en un sitio y cuando llegó la persona que atendía, pidió dos bebidas y habló de nuevo en mi dirección. "Lo que me dijiste allá afuera... ¿es verdad?"
Asentí. "Sí."
"P-Pero todo el mundo piensa que sí." Tartamudeó.
"Pero no lo es."
"¿Lo sabe él?"
"No, solo lo saben, aparte de mí, tres personas."
"¿Por qué tantas?" Sonreí.
"Una fue la que me lo dijo, a la otra tuve que decírselo y a la otra elijo decírselo."
Ahlía no me preguntó quiénes eran las otras personas, pero supo que ella era una de ellas.
"Te juro que no le diré nada a nadie. Ya va, no respondas." Segundos después la persona del lugar se acercó, puso las bebidas en la mesa y se fue. "Sigue. Es un vino que me recomendó Akrina, muy bueno. Lo pedí en vasos."
Si era copa, se me haría más difícil de agarrar. Tomando en cuenta donde escuché que puso el vaso, puse la mano lentamente allí y lo tomé.
"Sé que tienes preguntas."
"En realidad, no tantas. Supongo debes tener tus razones para no decir nada." Asentí. "No estoy molesta de que no me lo hayas dicho antes. Estoy feliz de que me lo dijeras." Pude escuchar una sonrisa en su tono.
Después de eso, le dije que me tendría que ayudar a llevarle a los niños a su madre la cual sabía que también los quería conocer.
Volvimos al castillo donde, por petición mía, entramos por la entrada de los criados.
Cuando estuve en mi habitación, me senté en una silla en la sala de estar y esperé junto a Ahlía. Esperaría unos quince o veinte minutos hasta que por fin tocaron la puerta.
"Piper." Escuché a Albeans.
"Ahlía dijo que me buscaban."
"Tienes que ir de nuevo al consejo."
Enarqué una ceja y me puse de pie. "¿Es una broma cierto?"
"No. Tienes que ir." Antes de que pudiese excusarme con alguna cosa, agregó: "Es una orden."
Suspiré.
Cuando llegué a la sala del consejo, esta se encontraba bastante callada por lo que supuse (correctamente) que estaba vacía. Esperé unos cinco minutos y las puertas se abrieron nuevamente, escuché muchos pasos, sillas que se separaban de la mesa y después de que todos se sentaron, escuché que otra puerta se abrió. Esa sonaba distinta, así que supuse (nuevamente de manera correcta) que Adregon había entrado por ella.
Cuando el rey tomó asiento, comenzó.
"Tiene la palabra, Tuiro." Dijo Adregon.
Escuché que alguien se paraba y se aclaraba la garganta. Cuando comenzó a hablar, lo hizo entre dientes. "Señorita Sebrin, le pido que me perdone por mi actitud esta mañana."
No esperaba eso.
"Continúe si quiere seguir en el consejo." Comentó Adregon en voz aburrida.
¿Son ideas mías o Tuiro está tronando los dientes?, pregunté.
No son ideas tuyas, replicó Lanaedo.
"Señorita Sebrin, permítame, además de ofrecerle mis disculpas, la mitad de mi sueldo anual como muestra de mi arrepentimiento."
... ¿Qué?
Otros del consejo (que no me molesté en identificar), hicieron exactamente lo mismo.
Creo que tenía que recoger mi mandíbula del suelo. Sí, sería una buena idea.
"Ya se pueden ir." Dijo Adregon. "No los excluí a ustedes." Suponía que se refería a Albeans y a Raran.
Cuando estuvimos solos me atreví a preguntar: "¿Qué coño pasó?"
Sentí una mano en mi mejilla. Acarició mis párpados y no pude evitar encogerme ligeramente.
"Eso fue consecuencia directa de ir en contra de mi edicto."
"¿Cuál?" Me sabía todas sus órdenes y no había ninguna que tuviese algo semejante a una disculpa.
Adregon se apartó de mí, se movió y se volvió a acercar. Sentí que se agachaba y ponía un pergamino enrollado en mi mano.
"'Yo, Adregon Restien," me di cuenta de que estaba recitando lo del pergamino, "decreto a Piper Magdalene Sebrin como persona importante para el reino. Cualquier falta contra ella será vista como una acción o insulto directo a la línea real. El castigo por esto será inmediato y acorde al insulto. Firma, A. Restien, Rey de Arazem.'" Tomó un respiro.
Tomó mis manos en las suyas y las llevó a su boca donde depositó un beso.
"No hacía falta que hicieras eso." Susurré.
"Sí, hacía toda la falta del mundo." Susurró de vuelta. Sentí que se movía y rozó sus labios con los míos.
Tocaron la puerta y Adregon se separó de mí aunque no mucho.
"Su Majestad," dijo Raran. "Tiene que ocuparse de los invitados."
¿A quién habrá traído Delion?, me pregunté.
"Puedo salir sola." Le dije a Adregon. Sentí su duda y me puse de pie. Lanaedo apareció. "Él me guiará."
"Cuídala, Lanaedo." Le dijo Adregon a Lanaedo.
"No hace falta que me lo pidas." Replicó el otro.
Más tarde, mucho más tarde, me encontraba contándoles historias para dormir a los niños. Después de que se durmieron, seguí escuchando el crepitar del fuego cuando un pensamiento acudió a mí.
¿Las rodillas de Adregon estaban tocando el piso?, pregunté por curiosidad. Tenía entendido que si sus rodillas tocaban el piso, se estaba postrando ante alguien.
No, estaba de cuclillas, replicó Hanolu. ¿Por qué?
Nada en específico, agregué. No pude evitar que se formase una ligera sonrisa en mi rostro. A pesar de todo, nunca se olvidaba de que no se debía de postrar ante nadie. No importaba lo que ocurriese, él seguiría siendo rey.
A la mañana siguiente, mientras meditaba (a falta de poder hacer otra cosa), escuché que unos pasos se acercaban a mí.
Delion, me dijo Lanaedo sin que preguntase.
Sonreí un poco. Todos mis acompañantes habían respondido de buena manera ante la pérdida de mi visión pero, Lanaedo en particular, me decía cosas que yo debía saber y que en ocasiones, por no parecer inútil, no quería preguntar.
"Si dices algo con lástima te corto la lengua y se la doy a Merealon." Amenacé cuando sus pasos se detuvieron. Se echó a reír y terminó de caminar. "¿Quién fue el chismoso?"
"Sabía que algo te había ocurrido para dejases de ser General en Jefe."
"Eso no responde mi pregunta."
"Adregon explicó tu situación en el desayuno cuando no te vi."
"¿Por casualidad y curiosidad, cómo lo expresó?"
"Dijo que debido a una lesión que habías obtenido al protegerlo, habías tenido que abandonar tu puesto y dárselo a Albeans. Pregunté qué tan mal estabas y respondió, casi que obligado he de agregar, que habías perdido la visión pero todo lo demás estaba normal."
'Normal', no 'bien', pensé. Sí, es lo correcto.
"Tiene razón. Ahora, mientras meditaba antes de que interrumpieses mi sesión, me di cuenta que tenía un punto positivo: no van a decir que me enamoré de alguien por su físico."
"Lamento señalarte que la única manera de que eso funcione es que te enamores de alguien después de quedar ciega. No antes."
"¿Sabes que te odio, verdad?" Pregunté sin tono alguno.
Se rió por lo bajo y le saqué el dedo.
Más para atrás, me dijo Lanaedo.
Coño, maldije mentalmente y moví la mano un poco para atrás.
Se volvió a reír pero esta vez a carcajadas y, si no hubiese sido yo la que le estuviese sacando el dedo, también me hubiese echado a reír.
Minutos después nos encontrábamos en una de las mesas del patio donde pedí que llevaran un tablero de ajedrez.
"¿Vas a poder jugar?" Me preguntó.
"Solo necesito que me digas dónde pones las piezas y que las pongas en donde te diga." Repliqué.
Escuché que acomodaba las piezas.
"Sin contenernos."
"Hmph, ¿contener? ¿Qué es eso?"
"Siguiendo las normal de cortesía, las damas primero."
Enarqué una ceja. "E4."
Adregon se nos unió a mitad de la partida donde tomó la responsabilidad de mover las piezas por mí en vez de Delion. Cuando la partida terminó, a escasos minutos del almuerzo, Delion me estrechó la mano felicitándome por las jugadas y comenzó a conversar con Adregon pero algo en el tono de Delion fue extraño.
¿Adregon no cambió mis jugadas, verdad?, cuestioné.
No, las jugó exactamente igual aun cuando era evidente que la jugada no le parecía, dijo Kalous.
Más tarde le preguntaría a Delion.
Después de comer y descansar un poco, Ahlía me fue a visitar y le pregunté si podíamos llevar a los niños a casa de su madre. Contestó emocionada que, cuando su mamá viese a los niños, no haría más que consentirlos.
Palabras con más verdad que esas no fueron pronunciadas antes.
Cuando la puerta de la casa de los Albeans se abrió, vi que la euforia no había sido dada a Ahlía de parte de su padre, sino de su madre. Estando en la cocina, Ranzella comenzó a hablar con Tarhik mientras Ahlía (suponía yo) le hacía caras a Zolad (por los sonidos que se escuchaban de ella).
Por mi parte yo comía los postres que Ranzella había hecho mientras conversaba con el padre de Ahlía.
Sinceramente, no le estaba prestando atención a la conversación entre Tarhik y Ranzella sino hasta que escuché una pregunta de ella.
"Tarhik, ¿por qué no llamas a Piper 'mamá'?"
Para no ser tan obvia, seguí comiendo. En ese momento maldije al hijo de puta que me había dejado ciega, porque necesitaba saber qué expresión tenía el niño para poder leerla. Si hubiese sido capaz de vez, hubiese visto que era la única que seguía normal al igual que Zolad; los demás se habían puesto tensos con la pregunta.
Tarhik está serio, dijo Hanolu.
"Para mí, 'mamá' no es una bonita palabra." Dijo en voz baja y mi corazón se puso chiquito. "Pero 'Piper' sí lo es." Detuve el tenedor a medio camino y me paré de la silla para luego agacharme a su lado abriendo los brazos.
Escuché que una silla se movía y luego sentí unos pequeños brazos alrededor de mi cuello.
"'Mamá' no es una mala palabra, Tarhik." Susurré en su oído mientras acariciaba su cabeza. "Significa muchas cosas pero ninguna de ellas es mala. No es que 'mamá' sea mala, es que tu madre no se ganó la palabra 'mamá'."
"¿Te puedo... te puedo llamar 'mamá'?" Susurró de manera casi inaudible.
Me daba dolor no poder verlo, sin embargo lo sentía y escuchaba. Sentía cómo su cuerpo buscaba afecto en el mío donde sabía que lo iba a encontrar, tampoco dudó en ir a mis brazos cuando los abrí y pude escuchar lo que me preguntaba con absoluta y total claridad.
"Sí, cariño." Le susurré de vuelta. "Puedes llamarme así."
Sentí algo caer en la piel cerca de mi cuello. Me puse de pie y él enterró su cabeza entre mi hombro y cuello.
"Ranzella, Grifor," les dije. "Gracias por recibirnos. "Creo que ha sido suficiente por hoy." Están más a la izquierda, comentó Lanaedo. Sonreí suavemente en esa dirección para que supieran que todo estaba bien. "Voy a llevar a los niños a casa."
Cuando llegamos al castillo y deposité a los niños en sus habitaciones, Ahlía me llevó hacia otro lado.
"Disculpa por lo que dijo mi mamá." Dijo en tono avergonzado.
"No tienes nada de qué disculparte, solo preguntó algo y ya. No tienes por qué sentirte culpable. Tu mamá tampoco. Dile que la iremos a visitar otro día de estos."
"¡Oh!" Exclamó Ahlía pero era algo alegre.
"¿Qué pasó?"
"¡Está nevando!"
En ese momento escuché la voz de Gieran que me llamaba. Por suerte, eso desvió el tema.
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Una General en Jefe
Romansa[4/5] 1. Arazem: Piper Sebrin, un nombre normal para una chica normal. O eso era lo que ella pensaba. Piper se fue a la cama con las preocupaciones normales de una chica de su edad, sin embargo al levantarse, su vida dio un giro inesperado. Ahora s...