—Sí, claro que me gustaría colaborar con usted. Me encanta su música, además tengo unas buenas ideas la cuales me encantaría que corrigiese y me ayudase a mejorarlas. En el caso de que le gusten podríamos poner alguna en práctica. —hubo una pausa. —¿Mañana? Tengo clases, pero puedo pedir un permiso para ir a verle. No se preocupe. Será todo un placer. Hasta mañana.
Suspiró. Todo iba sobre ruedas y se sentía genial. El problema era que tenía que organizarse para poder estudiar para el examen de acceso a la universidad, pero no tendría problemas. Podría pedirle los apuntes a alguien de la clase o al propio profesor, esperaba que no hubiese problema. Se colocó las gafas mientras buscaba sus canciones favoritas y se colocaba los cascos en sus orejas. Había sido un día duro y estaba agotado, pero aún con ganas de llegar a casa y ponerse a escribir las canciones que se arremolinaban en su mente en aquéllos momentos. Y al día siguiente iría a tratar con un rapero más o menos famoso, estaba ansioso. Tenía muchas ganas de escuchar sus consejos y mejorar.
El autobús se estaba retrasando aquél día, su madre le obligaría a comer la comida fría. Suspiró cuando una canción empezó. Aquello realmente debía sentirse como la droga. Se rió ante tal pensamiento, había mucha gente a pesar del frío, pero claro, estaba en pleno centro, allí siempre había mucha gente.
Esperó con calma y repasando lo que le diría al día siguiente a aquél rapero, debía ganérselo, pero esperaba que no sería difícil. No le caía mal, parecía buena persona. En verdad esperaba que todo fuese bien. A veces dudaba de su talento para rapear, pero esperaba que nada fuese mal, se esforzaría por ello.
De repente levantó la mirada y se despejó de sus pensamientos por un momento y entre el tumulto de cabezas vio una que se cayó al suelo. Esperó a que alguien se diese cuenta y le ayudase, pero la gente seguía pasando como si nada. Miró un rato disimuladamente y cuando se dispuso a moverse para ayudar a aquella persona vio un grupo de chicos salir de un callejón. Se asustó y se quedó quieto en la parada, justo estaba llegando su autobús.
Esperó unos segundos a que el chico de la cara llena de sangre se largase y entonces se acercó con cuidado y rapidez a el cuerpo inconsciente. Suspiró cuando vio que salía sangre de su cuerpo, respiró hondo y sin darse cuenta de lo que hacía, le cogió, le empujó para alejarlo del tumulto de gente y en una esquina llamó a una ambulancia. Después buscó entre las cosas del chico, solo llevaba una mochila rota y desgastada y dentro llevaba libros de texto, ropa de trabajo sucia, calderilla y muchos muchos papeles. Los cogió y empezó a leerlos percatándose de que no se trataban de simples apuntes de clase. Eran letras de canciones, de canciones de rap, y eran buenas, muy buenas. Se quedó sorprendido ante el talento de aquél chico. Debía ser uno de ésos que rapeaban en la calle, como él. Debía averiguar su nombre antes de que llegase la ambulancia. Si averiguaba su nombre de rapero podría preguntar a algunos de sus contactos para saber quien era exactamente. Pero sus canciones no estaban firmadas, algo que le sorprendió muchísimo. Podría llevárselas ahora y hacerlas pasar como si fuesen suyas y nadie se daría cuenta. Suspiró.
Cogió el estuche del chico y escribió en una de sus canciones: «Me gusta lo que haces, deberíamos hablar, soy Runch Randa. En cuanto salgas del hospital contacta conmigo, por favor.» Y dejó apuntado su número de teléfono.
Después esperó a que llegase la ambulancia, conversó sobre lo que había ocurrido con los enfermeros y éstos se lo llevaron de inmediato para hacerle un trasplante de sangre. Ellos le aseguraron que se pondría bien de nuevo, y realmente Namjoon esperó que fuese cierto.
Cogió el primer autobús que pilló y volvió a casa. En su mente no dejaban de dar vueltas aquéllas canciones, aquéllas letras, tan bruscas, tan hermosas, tan pegadizas. Le gustaría escucharle, en verdad le gustaría. Esperaba que estuviese bien, tal vez podría hacer negocios con él o incluso alguna colaboración. La verdad es que sus estilos eran muy distintos pero había algo que le había llamado la atención, algo de chispa había en aquellas letras que podría combinar muy bien con él.
Tenía ese algo que le decían que tenía él. Ya estaba ansioso por escuchar a aquél chico rapear y sobretodo de que contactase con él. Aunque entre sus pertenencias no había encontrado identificación y mucho menos un móvil, lo cuál era realmente extraño, pero también podrían habérselo robado. Esperó que no le pasase nada más a aquél chico, realmente parecía agotado, aunque también era cierto que había perdido muchísima sangre y su aspecto iba concuerdo a ello.
Cuando llegó a casa su madre le avisó de que le habían llamado diferentes empresas sobre su colaboración con aquél artista y él le dijo a su madre que no tenía ganas de tratar con empresarios. Se dirigió a su cuarto sin tan siquiera cenar y se encerró en él. Era tan pequeño y diminuto que a penas había sitio para una cama y un escritorio. Se sentó en su escritorio cogió su mp3 y empezó a escuchar sus canciones favoritas. No tenían comparación con como se escuchaba en su móvil. Allí era mejor, sonaba como si el cantante estuviese susurrándole sus palabras en su oído. Asombrosamente genial.
Empezó a escribir sin descanso, se le mezclaban las palabras de la rapidez con la que escribía, pero es que estaba inspirado. Aquél chico, había despertado en él las ganas de una colaboración, las ganas de compaginar sus letras con las de él. Hasta ése entonces siempre había estado concentrado en mejorar independientemente de su alrededor, de sus compañeros, pero estaba claro que con aquél chico sus canciones sonarían muchísimo mejor. No tardó en desesperarse por no saber su tono de voz, su pronunciación, su estilo. Sólo había leído una simples palabras y se había quedado embelesado con ellas, pero esperaba que éstas puestas en boca de su autor sonarían muchísimo mejor.
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The Way We Became Stars
Teen FictionYoongi, un chico solitario y en problemas con idiotas de la calle. Namjoon, un artista pequeño intentando brillar a pesar de el mundo corrupto de la música. Hoseok, un bailarín fantástico que nunca es suficiente para las discográficas. Jin, un chi...