XXXIX

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Tomó la decisión que aquél día actuaría como siempre.
Se levantó, se preparó y se vistió y fue a desayunar. Hizo él el desayuno y sirvió a su familia. Notó las miradas inquisitivas de su familia pero no quiso darle importancia. Se comió su desayuno con prisas y cogió su mochila y se fue, despidiéndose de sus padres y hermano.
Cogió el tren de siempre hacia su universidad y aunque se sintió algo juzgado por las personas que tranquilamente esperaban su parada decidió no darle mucha importancia. Debía estar volviéndose un poco desconfiado de todos, pero suponía que era normal.
Cuando llegó a su destino se bajó corriendo del tren y salió disparado hacia la superficie. No quería que le acorralase el tumulto de gente así que salió lo más rápido posible.
Llegó a la universidad sin problemas y no habló con nadie a excepción de que fuese estrictamente necesario. Solo saludó y trató con algunos profesores los cuales necesitaba preguntarles alguna cosa sobre el temario. No se entretuvo mucho tampoco y el día se le hizo eterno. Intentó estar normal, tranquilo, como siempre, pero le fue imposible. Estaba tensionado cada vez que cambiaba de clase y no dejaba de mirar sus espaldas cada dos por tres, eso le hizo chuparse con varias personas y algunas cosas. Parecía que estaba perdido en aquél sitio y notaba una mirada constante en él. Se sentía también juzgado por sus compañeros, por personas que no había visto ni hablado jamás, pero que ahora le miraban con ojos acusadores como reprochándole el casi haber asesinado a sus amigos.
Acabó encerrándose en el baño. Escondió su cabeza entre sus piernas y comenzó a sollozar. ¿Porqué estaba haciendo eso? ¿Era acaso un niño pequeño? Debía actuar como un hombre y afrontar su problema y buscar formas de resolverlo, pero su cabeza solo daba vueltas en torno a el aliento del hombre, en los susurros en su oreja y cómo le mantuvo agarrado, inmovilizándolo. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se abrazó a sí mismo para buscar calor reconfortarse.
De repente alguien abrió la puerta del baño con una patada y su mirada recayó sobre él. No, ¿porqué?
—¿Qué haces aquí Jin? —le preguntó su hermano mayor mientras le levantaba del váter donde estaba sentado y le quitaba las lágrimas de los ojos. Quiso contestarle pero no pudo, simplemente lloró.
—¿Te has vuelto a encontrar con ese idiota? —él negó repetidas veces. —¿Entonces?
—M-me siento juzgado. N-no puedo más. —soltó mientras buscaba consuelo en los brazos de su hermano. —Vámonos a casa. Será mejor que te quedes unos días allí. Avisaré aquí antes y supongo que no les importará. —Jin asintió ante su tono calmado. Sólo quería que le llevase lejos, muy lejos de allí. —Papá ha contratado un detective privado para que encuentre cuanto antes a ese gilipollas. No tienes que preocuparte por nada más.
Le abrazó con fuerza y le sacó del baño con cuidado. Después salieron de la universidad andando despacio y convenciéndole de que todo se arreglaría a partir de ahora. Jin quiso creerle, realmente quiso, pero su cabeza decía todo lo contrario.
Llegaron al coche de su hermano y éste le llevó a casa de inmediato. Cuando llegaron su madre se sorprendió al verles a ambos de vuelta justo después de comer. Normalmente los dos se iban a trabajar a esas horas y su madre al momento supuso lo que había sucedido. No prestó atención a las preguntas que les hizo y se metió en su cuarto sin decir nada. Se quitó la ropa y se puso su pijama, después se enredó en el edredón calentito y se quedó ahí, tumbado, en silencio y solo dejando que su cabeza le torturase poco a poco.
Un rato después alguien llamó a su puerta y sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Se entre abrió y vio a su hermano con una pequeña sonrisa. Se acercó hasta donde se encontraba él tumbado y le colocó sobre la cabeza (que era lo único que tenía fuera del edredón) unos grandes cascos. Después dejó su mp3 sobre la cama y le dio al play. Sin decir nada se fue de la habitación, con una sonrisa de oreja a oreja.
Jin se quedó en un estado vegetal, escuchando música y acallando su estúpida cabeza. La verdad es que le ayudó muchísimo pues no tardó en dormirse y por fin pudo descansar un poco de sus pensamientos, de sus problemas y de todo lo que pasaba a su alrededor.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora